A MODO DE INTRODUCCIÓN
El motivo que nos impulsa a escribir este libro es el de rescatar la memoria de nuestro abuelo materno, alguien que trató de hacer posible una revolución, que como dijo José Peirats fue la única verdaderamente proletaria habida jamás en el mundo, muriendo de las secuelas de su derrota. De pequeños y aún de adolescentes oíamos hablar del abuelo José constantemente: a nuestra abuela, a nuestra madre, a familiares, a algún conocido… Era como si, lejano, de alguna manera estuviera vivo. Hoy, cuando han fallecido la mayoría, el recuerdo se desvanece. Parece que una luz minúscula de recuerdos se esté apagando dentro de nosotros y esto nos conduce al olvido, olvido inhumano porque la memoria histórica es sobre todo memoria del sufrimiento acumulado. Por eso mismo, para apartarnos de la vía que lleva a nuestros contemporáneos hacia la inhumanidad, le rendimos este tributo. Nuestro trabajo ha sido como el de los paleontólogos; reconstruir una vida con sólo un puñado de datos inconexos es como reconstruir una figura humana partiendo de unos cuantos huesos fragmentados. Hay que deducir las piezas que faltan, recomponer el esqueleto y ubicar los músculos y demás órganos en el lugar preciso para que surja el hombre. El hombre y su pensamiento, no el nuestro, porque no olvidemos que se trata de él, no de nosotros.
Peidro fue un luchador anónimo y su gesta no fue diferente a la de miles de otras, pero la grandeza de su biografía no reside en su particularidad, sino en el hecho de haber sido semejante a la de muchos compañeros sin nombre, no adquiriendo sentido sino sumada a la de todos ellos. Juntas, constituyen el episodio más importante de la lucha de clases en la península. El rastro de Peidro es difícil de encontrar, pues al no ser ni orador ni escritor, y al rehuir cualquier protagonismo, su contribución a la causa resulta casi siempre cubierta con el anonimato. Su vida sigue los altibajos del movimiento obrero alcoyano de la época, confundiéndose con él hasta el punto de no ser más que un pedazo de su historia perdida, un fragmento del pasado de la CNT, la organización revolucionaria del proletariado a la que los hombres de acción hicieron temible y los hombres como Peidro hicieron sólida. Pues fue ante todo un organizador y lo demostró en Alcoi y Vila-Real. Tenía el carácter adecuado; quienes lo conocieron lo describen como constante, bueno en su oficio, solidario y bondadoso en exceso, reservado y prudente, de pocas palabras, con un sentido de la dignidad y de la justicia a toda prueba. Tales virtudes eran entonces necesarias para la supervivencia de la clase en el sentido más estricto. La facilidad con que en el pasado se reconstruían los sindicatos disueltos por la autoridad para lanzarse a la huelga sin pensarlo dos veces no se explica sin la presencia de esos militantes oscuros, de voluntad férrea y vida ejemplar, que incansablemente reemprendían el trabajo organizativo a la menor ocasión favorable. El éxito solía acompañar sus esfuerzos: los obreros, desconfiando de los políticos y enfrentándose a los patronos, comprendían que no eran nada fuera del sindicato. Eran otros obreros y eran otros sindicatos. Las vicisitudes y contradicciones de tal posición histórica fueron las de Peidro. Con ese punto de apoyo, el Sindicato Único, la clase obrera española levantó la mayor realización revolucionaria de la historia y el mundo entero se estremeció.
MIQUEL AMORÓS
ANDREU AMORÓS
Septiembre 2005
EL APRENDIZAJE DE LA DIGNIDAD
Con propiedad no podemos hablar de infancia y juventud cuando nos referimos a una humilde familia obrera de 1900, pues esa condición impedía su existencia como tal. De niño un obrero iba a tener por delante y por encima el mismo mundo y las mismas desventajas que de grande. Hablemos pues de aprendizaje. Juan José Peidro Vilaplana nació casualmente en Mutxamel (Alicante) el 19 de mayo de 1897, el año de los juicios de Montjuic. Dos semanas antes habían sido ejecutados cinco anarquistas. Era hijo de Santiago Peidro Planas y de Teresa Vilaplana Jordá, ambos vecinos de Alcoi e hijos de alcoyanos. La madre era “ruscadera”, es decir, que su oficio consistía en hacer la colada de las casas pudientes. También, cuando la llamaban de esas mismas casas, elaboraba pastas y confituras. En virtud de su trabajo, la madre, en avanzado estado de gravidez, hubo de acompañar a su patrona a la propiedad que ésta tenía en Mutxamel, dando a luz a los pocos días de haber llegado. El padre llevaba unos cuantos años a la madre. Había vivido la insurrección internacionalista conocida en Alcoi como “El Petrolio” y de joven participó en alguna algarada republicana. Estuvo casado ya una primera vez, pero su mujer murió joven, durante el año de la epidemia del cólera, 1885. Casó en segundas nupcias con Teresa, y tuvo cuatro hijos, Santiago, nacido en 1888, María, en 1891, Domingo, hacia 1894 más o menos, y José, que era el pequeño. Todavía en 1910, Teresa dio a luz a una niña prematura, Rosario, que murió a los siete días. Santiago era “cafeter” y llegó a trabajar en la Casa del Pueblo de Alcoi, local de las sociedades obreras afines al Partido Radical de Lerroux. Fabricaba y administraba el “café gelat” (o simplemente “café”), brebaje hecho de café, achicoria y alcohol, típico del medio obrero alcoyano. Pronto se vio inútil de una pierna, hasta no poder moverse ni desempeñar ningún trabajo, circunstancia que sumió a la familia en la miseria. Eran pobres incluso en un barrio pobre como Caramanchel. A los hermanos les llamaban en la calle “els frares”, porque vestían unas batas donadas sin arreglar y parecían eso. La madre se levantaba a las seis de la mañana y se pasaba el día trabajando en el lavadero de la cercana calle Algezares, mientras que los hijos pequeños, iban y venían con el carro de la ropa. A veces no tenían nada para comer y la madre recurría a la estratagema de preparar palomitas de maíz de forma que al saciarse se les pasara la hora de la cena. De aquellos tiempos del hambre la madre contaba una anécdota. Habiendo recibido del propietario de un “mas” al que servía una cesta de manzanas, le dijo a José:
“-Josenet, agarra’n una.”
Sin hacerse de rogar, el niño metió la mano bajo el trapo que cubría las manzanas, sacando una bien grande.
“-Has agarrat la més gran?
-No, he agarrat la primera.”
En la misma calle vivía Amparo, una compañera de juegos que con el tiempo sería su mujer. José era un niño despierto y tranquilo, afable y espontáneo, con recursos. No le atraía el juego principal de la chiquillería, a saber, las pedradas. Nunca se precipitaba, se tomaba su tiempo para todo. Un día que tardaron los hermanos más de la cuenta en volver con el carro de la ropa, José, que no tendría más de seis años, se explicó a la madre:
“-Com tu mos vas dir que pararem si es cansàvem, això hem fet. El que passa és que estàvem molt cansats.”
Ningún hermano fue a la escuela; la pobreza familiar hizo que sufriesen muy pronto los aguijonazos de la explotación asalariada. El padre, impedido, se vio forzado a ponerlos a trabajar. La mayor, María, entró de muy joven en la fábrica de cerillas, “la Mistera”; Santiago, con el tiempo, sería fundidor. Domingo, enfermo del corazón, murió a los nueve años. José estuvo en la escuela de D. Antonio Blanes Payá un año, y se le dio bien, pues figuró en el cuadro de honor en los exámenes.1 A los siete años entró de aprendiz en una imprenta. De aquel trabajo recordaría el miedo que sentía cuando había de subir a una oscura buhardilla. Desempeñó otros trabajos, con jornadas de diez y doce horas. Su entusiasmo por la vida se manifestaba en su afán por aprender. Se enseñó a leer y a escribir por su cuenta, mientras trabajaba en la imprenta, y aún de mayor, gracias a la ayuda de compañeros. José caía bien a la gente; su seriedad combinada con su alegría inspiraba confianza, y poseía un talento natural para captar y explicar las cosas con sencillez, cualidades que le sirvieron de mucho en su época militante. Aunque era el pequeño, por su inteligencia y seriedad ejercía una autoridad moral indiscutible sobre sus hermanos. Siempre le gustaron las herramientas, así que se pasaba por los talleres ofreciéndose, hasta que lo cogían. Quería ser mecánico y a fuerza de voluntad aprendió el oficio de tornero. Los talleres mecánicos disponían ya de muchas máquinas para fabricar y dar el acabado a todo tipo de piezas demandadas por la agricultura y la industria local: tornos, taladradoras, fresadoras, moldeadoras, esmeriladoras, etc… Cada máquina recibía su energía a través de una correa ligada a un eje, movido por una máquina de vapor. A principios del siglo XX tal sistema se vio reemplazado por el motor eléctrico, que permitía un mayor ahorro de energía. El joven José vivió esa transición. Tuvo que aprender rudimentos de cálculo y dibujo de otros obreros más preparados, puede que en el Ateneo Sindicalista o en la Casa del Pueblo. Ya adulto y casado, un compañero vendedor de ropa ambulante llamado Ferrer, pasaba por su casa para enseñarle aritmética y contabilidad. Era lo corriente entre obreros; por ejemplo, Juan Peiró aprendió a leer a los veintidós años. La vida del mecánico de entonces era dura. Podía estarse casi la mitad del año en el paro y la paga era muy baja. A partir de 1914, empezaron los buenos años. En 1917 ya se podía hablar en serio de industria metalúrgica en Alcoi. Las farolas del gas o las piezas con las que se construyó el puente del Viaducto fueron fundidas enteramente allí. Había fábricas de tamaño mediano que construían maquinaria para la fabricación de papel, paños, material de construcción, para riegos o para elaborar aceites o vino. A José Peidro no le faltó trabajo. Apenas sabemos que enfermó del tifus a los dieciocho años y ante su espanto la curandera -los obreros no podían pagarse médicos- le consoló.
“-Em vaig a morir?” – preguntó José.
“-No moriràs d’això, puix has de morir lluny, a l’estranger” – contestó la curandera.
Premonición o casualidad, quién lo sabe, pero ciertamente, destino. No fue al servicio militar por haber de sostener a sus padres, ya mayores y con mala salud. El oficio metalúrgico estaba organizado de antiguo, pero sus sociedades no tomaron empuje hasta 1912-14, periodo en el que se dieron varias huelgas. En Alcoi los metalúrgicos estaban adheridos a la UGT. En enero de 1915 se celebró en Alicante un congreso para constituir una Federación Nacional y en mayo quisieron reducir la jornada de trabajo, que era de nueve horas y media. La huelga fue muy dura; hubo trabajadores que emigraron a Valencia para trabajar de albañiles, mientras que en Alcoi las familias de tejedores acogían a los hijos de los huelguistas. Esos años fueron tan cruciales para Peidro como para la mayoría de los obreros alcoyanos. Las explosiones de solidaridad y ardor combativo lo ganaron para la causa de la libertad y lo encaminaron a la CNT. Podemos afirmar que en 1917 ya era anarquista; a los veinte años se fotografió leyendo “La Esfera Social”. Peidro o “Pepet”, como le llamaban los cercanos, se formó sindicalmente en contacto con la primera generación de militantes sindicalistas. Muchos de los representantes que encabezaron el movimiento obrero alcoyano durante los años de la Dictadura, la República y la Guerra habían nacido entre 1893 y 1897: José Aparisi, Emilio Mira, Joaquín J. Pastor, Vicente Oriola, Ángel Ferrer, Cándido Morales, Jorge Quiles, Vicente Lloret, Pablo Monllor, Gonzalo Bernabeu, Enrique Gisbert, Ismael Rico, Emilio Albors… Eran anarquistas y sindicalistas al mismo tiempo: rechazaban la actividad política como solución de los problemas sociales, repudiaban al Estado, creían en la organización de los trabajadores de todos los ramos, propugnaban la huelga general como arma de lucha, ponían por encima de todo la dignidad humana… Cuando se inaugure el local de la calle San Vicente, número 14, en 1921, ya sabrá de Salvador Seguí, Evelio Boal, Ángel Pestaña, Anselmo Lorenzo, Eusebio Carbó, Manuel Buenacasa, etc.
La clase obrera alcoyana poseía una larga tradición de luchas que ni las tendencias antiorganizativas ni la represión de finales del XIX habían conseguido borrar. Las sociedades obreras se fortalecían o disolvían según los resultados de las huelgas, para formarse de nuevo a la menor ocasión. Propagandistas catalanes mantenían estrechos lazos con los obreros anarquistas de Alcoy, que hicieron suyas las nuevas tácticas “sindicalistas”. En cuantos intentos hubo de organizar “la resistencia” a escala nacional, los obreros alcoyanos enviaron delegados. En mayo de 1903 había representantes de Alcoy en el III Congreso de la Federación Regional de Sociedades Obreras, donde se habló de emplear la huelga general para el logro de la jornada de ocho horas. En aquellos tiempos existía en Alcoy la Unión del Arte Fabril en Lana, fundada en 1905, que agrupaba a los tejedores, cardadores e hiladores. Uno de sus primeros presidentes fue José Corbí. La patronal estaba modernizando sus empresas para competir en el mercado introduciendo maquinaria, como por ejemplo las hiladoras continuas, lo que trajo como consecuencia una bajada de salarios y una degradación de los oficios. El trabajo del selfactinero se consideraba propio de niños y mujeres. En julio de 1906 los obreros selfactineros fueron a la huelga por unas bases de trabajo dignas en las 21 fábricas de tejidos de lana de la localidad (la jornada de trabajo era de once horas). Repitieron al año siguiente, igual que los metalúrgicos y los carpinteros, y lograron el apoyo de los otros oficios, declarándose una huelga general de dos días. El 7 de junio de 1907 tuvo lugar una huelga general contra el impuesto de consumos porque éste encarecía los alimentos, produciéndose heridos en los choques con la guardia civil. Por su parte, los obreros alcoyanos, influidos por los anarquistas, fueron haciéndose receptivos al sindicalismo. Algunas sociedades mantenían contacto con la organización catalana “Solidaridad Obrera”, fundada en 1908. Las autoridades contraatacaron persiguiendo a los anarquistas; en junio de 1908 más de cuatro mil obreros asistieron a un mitin contra un proyecto de ley antiterrorista; en marzo de 1909 hubo cinco detenidos en Alcoy sin que la agitación social disminuyese. El punto álgido fue alcanzado en la ciudad durante la huelga general del 25 al 28 de julio de 1909 contra el embarque de soldados a Marruecos, coincidiendo con la Semana Trágica de Barcelona. El día 24 se manifestaron las mujeres y los niños. A la noche todo el pueblo salió a la calle. Mil manifestantes cortaron los cables del telégrafo y del teléfono obstruyendo un túnel del tren para impedir la salida de los reclutas. Al día siguiente los manifestantes eran diez mil, gritando contra Maura y la guerra. Hubo enfrentamientos violentos con la guardia civil, que dispararon y causaron víctimas. El proletariado entraba en ebullición. En Alcoy fue declarado el estado de sitio, el ejército ocupó la ciudad y se produjo una avalancha de detenciones. Cincuenta y seis personas fueron procesadas.
El 30 y 31 de mayo de 1909 se había reunido la sociedad del Arte Fabril de Alcoy con la de Cataluña para hablar de la reducción de la jornada, del trabajo femenino y de la posibilidad de formar una Federación Nacional del Arte Fabril. En enero de 1910 varios miles de obreros se manifestaron pidiendo la libertad de los procesados por los sucesos de julio. El 1º de Mayo de 1910 hubo un mitin en la Escuela de Párvulos, lugar habitual de reuniones obreras, presidido por el sindicalista Manuel Santonja, donde se habló de unidad. La represión afectaba a todos, y en particular a los anarquistas alcoyanos, muy activos en esas fechas. Durante el verano, José Claramunt, llegado de Barcelona en misión de propaganda, fue arrestado con las consiguientes protestas. La pasada Federación Nacional de Sociedades Obreras había sido un reflejo del sindicalismo revolucionario francés, debido a la necesidad de una nueva estrategia obrera basada en la acción directa, que no llegó a consolidarse. Sí que lo haría la mencionada Confederación Regional Solidaridad Obrera, que en su segundo congreso celebrado a finales de octubre del año 1910 en el Palacio de las Bellas Artes de Barcelona decidió crear una Confederación General o Nacional del Trabajo. Estuvieron presentes el alcoyano Rafael Bernabeu, por la Unión del Arte Fabril, que representaba a 137 socios, un delegado de la sociedad de Hiladores Mecánicos “La Constancia” y otro por la de Tejedores Mecánicos “La Única”, representada por Rogelio Cantó, dirigente socialista. Al año siguiente, al Primer Congreso de la C. N. del T. solamente fue Bernabeu; las huelgas habían desorganizado a la Unión, que conservaba no más de cincuenta adherentes. Las otras sociedades se habían quedado en la órbita del Centro Obrero “El Progreso”, o sea, la UGT, fundada en Alcoy en 1903. El Congreso acabó con una llamada a la huelga general contra la guerra de Marruecos que ocasionó la ilegalización de la nueva central sindical y la clausura de las entidades adheridas. En Alcoy la huelga general del 21 al 23 de septiembre significó el fin de la Unión del Arte Fabril y la cárcel para muchos obreros, que se sumaron a los que todavía estaban presos por la huelga anterior de 1909. Gracias a la solidaridad de los obreros libres no les faltó ni el jornal, ni el tabaco, ni el café. La prensa publicó falsas noticias sobre incendios de fábricas y conventos. En Cullera un grupo de obreros había liquidado a un juez que trabajaba para los caciques de la zona y habían echado su cadáver al río, con lo que la imaginación de los plumíferos de la burguesía estaba desbordada. No pudiendo evitar la orden judicial de clausura, los obreros convirtieron sus sociedades en un Ateneo Sindicalista. De allí saldrían los primeros comités pro presos. Por otra parte, los republicanos radicales abrieron La Casa del Pueblo, consiguiendo la adhesión de la agrupación socialista y de varias sociedades obreras. Bajo la dirección de Botella Asensi los radicales ejercieron durante un tiempo alguna influencia entre los trabajadores. El relevo en la lucha social lo tomaría la Sociedad de Hiladores Mecánicos y a Mano, domiciliada al principio en “El Progreso”. La sociedad estaba presidida por Manuel Santonja y había roto con el sindicalismo adormecedor de los socialistas. Su órgano “El Selfactinero” se convirtió en la primera publicación sindicalista alcoyana que rechazaba la mediación gubernativa y propugnaba la acción directa, el boicot y el sabotaje como tácticas obreras. Podía leerse en su primer número:“No esperéis, compañeros, que nuestra emancipación nos la traiga ningún político. La emancipación de los trabajadores ha de ser la obra de ellos mismos y a nadie que se aparte de este círculo se le puede creer que esté de nuestra parte.” 2
Ante conflictos, los socialistas alcoyanos recurrían siempre a la negociación y no se planteaban la huelga sino como recurso extremo, desaprobaban las manifestaciones y la violencia contra los contramaestres, esquiroles o máquinas, fiándolo todo a la mediación de las autoridades y los políticos. A tal fin colaboraban con el Instituto de Reformas Sociales, formación burguesa filantrópica. A la menor promesa aconsejaban la vuelta al trabajo. Además negaban la solidaridad a los obreros que hubieran empleado métodos de acción directa (como los selfactineros de las fábricas de Hijos de Pascual Aracil y Francisco Payá) con lo que reforzaban la intransigencia de los patronos. El fracaso de la mayoría de conflictos así planteados (por ejemplo, el de las cerilleras o el de los papeleros) enfrentó a los socialistas con la clase obrera alcoyana, confrontación agravada por la expulsión de obreros anarquistas de las sociedades, hechos que provocaron la baja del Centro Obrero “El Progreso” de varias (hiladores mecánicos, aparejadores de paños, cardadores y diableros) y la revocación de alguna junta directiva (como la de la sociedad de tejedores “La Única”). En diciembre de 1912 abrió de nuevo sus puertas el local del Arte Fabril y se reemprendió la tarea organizadora. La clase obrera alcoyana estaba más organizada que nunca, con más de veinte sociedades constituidas, pero también estaba profundamente dividida. Los socialistas dirigían las sociedades de Moldeadores, Metalúrgicos, albañiles, profesiones y oficios varios “La Piqueta”, tejedores “La Única”, Carpinteros, jornaleros del campo “La Agrícola”, Carreteros… También habían organizado una sección de oficios varios de mujeres. La tendencia sindicalista anarquista se manifestaba en Hiladores Mecánicos, Borreros y tintoreros “La Emancipadora”, Tejedores de Punto Inglés, “La Varia”, Sombrereros, Cardadores y diableros “La Lucha”, Aparejadores de paños, etc., y mantenía minorías activas en el resto de sociedades. Finalmente, otras sociedades como la de los Tipógrafos, la de los Papeleros y encuadernadores, o la de los Tejedores independientes (drapaires) se mantenían equidistantes y neutras. En marzo de 1913 tuvo lugar un mitin de controversia donde batallaron todas las posiciones. La figura central fue Salvador Seguí, llegado expresamente desde Barcelona, cuyos argumentos dejaron una impronta en Alcoy. La industria textil era la columna vertebral del movimiento obrero alcoyano y sus trabajadores, los principales protagonistas. Con rapidez adoptaron las tácticas del sindicalismo revolucionario. El método de la huelga general se reveló como el más efectivo ante la cerrazón de los patronos; por ejemplo, cuando la huelga de los selfactineros en mayo de 1913, o durante la huelga en una pequeña fábrica, Sanz y Carbonell, en noviembre de 1914, que pudo resolverse con éxito mediante una semana de huelga en el sector (4700 obreros y 1148 obreras).3 En agosto de 1915 los obreros textiles lanzaron una ofensiva para mejorar sus salarios y lograr la readmisión de los despedidos en huelgas anteriores, llegando nuevamente a la huelga general.
La reorganización sindical fue laboriosa. La CNT volvió a la legalidad en 1914. Un anarquista, Antonio Ivorra, dirigía la sección alcoyana de la Federación del Arte Textil, que había conseguido agrupar a selfactineros, tejedores mecánicos, borreros y tintoreros, cardadores y otros oficios. La sección alcoyana de la Federación del Arte Textil era favorable a la CNT, pero la dirección estatal estaba en manos de los socialistas. La Federación era en principio independiente y en su segundo Congreso de Barcelona en 1915 los alcoyanos se opusieron resueltamente al ingreso en la UGT. El Congreso decidió igualmente celebrar el siguiente en Alcoy pero la dirección socialista boicoteó la decisión. Los años de la Primera Guerra Mundial fueron propicios para la economía alcoyana, pero no tanto para los obreros alcoyanos. La preocupación se desplazó del trabajo al elevado precio de los alimentos y a los alquileres de las viviendas. La lucha contra la carestía y la libertad de los presos encabezarían una lista donde figuraban la reducción de jornada, del incumplimiento de la legislación sobre el trabajo infantil o de las malas condiciones de seguridad e higiene. Por lo pronto la Federación del Arte Textil, aprovechando los buenos negocios que se realizaban gracias a los pedidos del ejército francés, propició una huelga en Alcoy y pueblos limítrofes como Bocairente y Cocentaina. La dirección estatal se opuso a la propuesta de huelga general en todo el país, por lo que algunos obreros socialistas de la manufactura de lanas se dieron de baja en la sección y volvieron al trabajo, siendo acusados de esquiroles. En febrero de 1916 los obreros textiles de Alcoy celebraron una asamblea general donde acordaron formar una Federación Local de todos los oficios. En marzo ocho mil obreros se declararon en huelga contra la especulación, el acaparamiento y la carestía. En mayo de 1916 los alcoyanos asistieron a una Conferencia Nacional en Valencia para reorganizar la Confederación, con éxito escaso. En diciembre, la CNT y la UGT colaboraron al declarar contra el gobierno una huelga general. En la repetición de agosto de 1917 los socialistas no estuvieron a la altura y fue entonces cuando muchas sociedades obreras se interesaron por la CNT. El 14 de abril de 1918 se celebró un gran mitin presidido por José Corbí, de la Comisión pro Presos, donde se acordó pedir la amnistía de todos los delitos sociales y políticos cometidos desde 1909, la readmisión de los ferroviarios despedidos en su reciente huelga y el abaratamiento de las subsistencias. En realidad se adherían a una campaña nacional en pro de la amnistía emprendida por la CNT, aprovechando un proyecto del gobierno.4 Cuando pudo constituirse la Confederación Regional de Levante en el Congreso Regional de septiembre de 1918, la provincia de Alicante contaba tan sólo 337 adherentes. Aunque la mayoría eran alcoyanos, no dejaba de ser un número exiguo. Las sociedades obreras aún no se decidían; aunque ya no estaban patrocinadas por la UGT, muchas seguían domiciliándose en el Centro Obrero “El Progreso”. La afiliación, que siempre había sido reducida, ahora se multiplicaba, y en las primeras juntas que tuvieron las sociedades decidieron alejarse del Centro e irse a la Casa del Pueblo, tomando distancias tanto de los socialistas como de los anarquistas.5 La desunión hizo fracasar la jornada del primero de mayo.
La Federación del Arte Textil, bien relacionada con su homónima de Sabadell, había publicado un quincenal “Para difundir labor cultural entre la clase productora a fin de que por medio de la lectura puedan aprender por sí mismos a ser hombres conscientes y saberse valer de sus propias inteligencias. Poner en la picota a los burgueses, capataces, caseros, esbirros, traidores y demás tornillos que se distingan apretando al pueblo productor. Para ser el portavoz de la protesta continua contra los encarcelamientos que sufran los que caigan en la lucha contra el actual estado de cosas.”6
“El Selfactinero” había dejado de publicarse por desavenencias entre los editores y los administradores, y otro periódico que salió después no pudo seguir porque su director dio en la cárcel. La insistencia en moralizar a los obreros de las publicaciones sindicalistas, fustigando su ignorancia y condenando el alcohol o el juego obedecía a que los militantes como Peidro pensaban que sin dignidad y sin luces, los obreros se despreocuparían de sus intereses y serían siempre esclavos. En cambio, si tomaban conciencia de su situación se organizarían para liberarse. A principios de agosto de 1919 los obreros alcoyanos lanzaban un manifiesto explicando las tácticas y los fines del sindicalismo revolucionario, tal como las había definido el Congreso Regional de Sants:
“[el Sindicato Único] tiende a enlazar la solidaridad en su máximum hasta hacer que seamos todos para uno y uno para todos, organiza las industrias por ramos, para con mayor facilidad saber detalladamente el total de la producción, exportación y consumo (…) para llegado el día de la implantación de la sociedad comunista, poder organizar el intercambio con la mayor exactitud; camina en sus esfuerzos hacia la igualdad en los salarios y en suma tiende por todos los medios a la unidad de acción como base principal…”7
En vísperas del Congreso de la Comedia la mayoría de sociedades profesionales se habían fundido en el Sindicato Único, creado en Alcoy en septiembre de 1919. La reconstrucción orgánica iba a la par de la conciencia moral. Los obreros debían no sólo organizarse, sino aprender, ser fuertes y ganarse el respeto de sus compañeros. Los delegados que asistieron al Congreso de la Comedia de Madrid, el albañil Pedro Ortega y el tejedor Jesús Jordá, declararon que la comarca alcoyana contaba con 6395 afiliados, principalmente obreros textiles, más los 240 adheridos de la Sociedad de Albañiles y directores. El poder que había acumulado la Confederación era grande: en veinticuatro horas podía paralizar la vida de Alcoi, y en cuarenta y ocho, la de toda la comarca. La burguesía local se lo tendría que pensar mucho para jugar con los intereses de un proletariado que ya no estaba desorganizado ni aislado.
LA FORJA DEL SINDICATO ÚNICO
El 18 diciembre de 1916, cenetistas y socialistas llamaron a la huelga nacional de 24 horas en demanda de trabajo, abaratamiento de subsistencias y libertad para los presos políticos y sociales. En Alcoi fue un éxito, como en toda la provincia de Alicante. CNT y UGT repitieron la llamada en agosto de 1917. Comenzó el 13 y el 14 fue proclamada la ley marcial. Los militantes libertarios más conocidos fueron presos y se cerró el Ateneo Sindicalista. Los obreros volvieron al trabajo el 23, habiendo sido puestos en libertad la mayoría de detenidos. El hecho de que los socialistas participasen en las elecciones con las cárceles llenas de presos de los dos movimientos huelguísticos anteriores enemistó de nuevo a la CNT con la UGT. El sindicalismo revolucionario podía caminar junto con un socialismo de obreros, pero jamás con un socialismo de votantes.
A partir de entonces la influencia anarquista creció considerablemente y produjo un conflicto generacional en el seno de la Confederación que también repercutió en Alcoi, sentando las bases del ideario de la generación de Peidro. Los militantes de los años duros, los Santonja, Verdú, Bernabeu, Santiago Miralles, Jordá, Corbí, Soler, Moya, Esplugas, Francisco Pérez, etc., se habían desenvuelto en luchas reivindicativas, recurriendo a mediaciones cuando era necesario y priorizando la organización societaria por encima de todo. La gente acudía a las sociedades en defensa del jornal, lo demás le traía sin cuidado. Pragmáticos y hábiles, habían tenido que bregar al mismo tiempo contra la patronal, los republicanos radicales y la UGT, disputándole a los últimos el dominio sobre el proletariado local (algunos provenían de aquellos medios y arrastraban maneras típicas del reformismo). Los anarquistas como Toy, Ivorra o Catalá no podían cambiar la tónica dominante.
Para casi todos los sindicatos se bastaban a sí mismos, eran un fin en sí mismos. Gracias al sindicalismo los obreros pasarían de la defensa de sus intereses económicos más inmediatos a la lucha por su propia emancipación. No necesitaban más. Sin embargo, para los jóvenes, los sindicatos eran sólo un medio para propagar las ideas revolucionarias; el sindicalismo no era más que una táctica; el comunismo libertario era la meta. Los obreros pondrían punto final a la explotación burguesa cuando quisieran levantarse, no necesitando para ello un especial grado de organización sindical. Además había surgido una nueva ideología que trataba de competir con el anarquismo y al calor de la Revolución Rusa ganaba adeptos en los sindicatos: el comunismo estatal o bolchevique. En el Congreso de la Regional de Levante dominaba la tendencia reformista,“No de otro modo se explica la salvedad hecha a la moción que proclama que la acción directa es la norma a seguir ‘salvo en los casos en que circunstancias especiales harían adoptar otras tácticas, previo acuerdo con el Comité de la Confederación’”8
Ello era tanto el resultado de la influencia catalana, como de la falta de elementos capacitados en la base ante los conflictos que surgían a diario, lo que concentraba las decisiones en los comités superiores y fomentaba el “centralismo”. Una de esas decisiones, la fusión con la UGT propuesta por el Noi del Sucre (Salvador Seguí) encontró fuerte rechazo entre los jóvenes obreros alcoyanos, que no se abstuvieron de criticarla. Por entonces la UGT apenas existía. Los socialistas casi ni salían de casa y cuando repartían una hoja los mismos obreros la rompían.9
La confluencia entre sindicalismo revolucionario y anarquismo trajo por un lado a los sindicatos únicos de industria que desplazaron a los sindicatos de oficio, y por el otro, el acuerdo sobre la finalidad del sindicalismo. El Congreso Nacional de la Comedia proclamó como objetivo último de la lucha sindical el comunismo libertario. El caso alcoyano no fue ninguna excepción. Entre 1918 y 1920 tuvieron lugar las subidas salariales más altas y se firmaron las bases de trabajo más favorables. 1919 fue el año en el que la lucha sindical desplegó en Alcoi todo su potencial; fue el de mayor número de huelgas, casi todas triunfantes. Todos los oficios emprendieron huelgas por los salarios, la jornada y el reconocimiento del Sindicato. En enero de 1919 los tejedores debutaron con una larga huelga y hubieron de soportar un lock out con la presencia de tropas en las puertas de las fábricas. Consiguieron la jornada de nueve horas pero no se conformaron. En marzo hubo huelga general en solidaridad con los obreros de “La Canadiense”, momento en el que Seguí, “el Noi del Sucre”, arrancó a la burguesía la jornada de ocho horas. La ciudad quedó paralizada, mientras quedaban suspendidas las garantías constitucionales y se decretaba el cierre de las sociedades obreras. Entonces se proclamó la huelga general. La guardia civil reprimió con saña la manifestación del 26 de marzo. Fue instaurado el estado de guerra y el ejército tomó la calle. Al día siguiente murió un joven y varios obreros fueron heridos en nuevos enfrentamientos. Trece “conocidos sindicalistas y socialistas” fueron detenidos y conducidos a distintos pueblos de Murcia y Albacete. El entierro fue multitudinario ha pesar de las detenciones y deportaciones. La huelga general terminó el 4 de abril pero todavía los sindicalistas trataron de prolongar la huelga en el sector textil. El 17 de abril la huelga se extendió a toda la clase obrera (unos 14.000 trabajadores). De nuevo fue proclamada la ley marcial y se forzó un acuerdo el 24 de abril.
El cuartel de la calle Alzamora por el que tanto habían clamado los patronos, estaba para algo: para controlar a la clase obrera y reprimirla si fuera preciso. Ésta había puesto sobre las cuerdas a la burguesía alcoyana y no cejaba en la presión: “Tots per un i un per tots” parecía ser la fórmula del Sindicato Único, máxima expresión organizada de la lucha de clases. Era el reflejo defensivo proletario del tránsito de la producción basada en talleres a la producción basada en fábricas. Una serie de conflictos en torno al salario y a la jornada de 8 horas fueron sucediéndose: papeleros, barberos, borreros y tintoreros, carpinteros, cerilleras, carreteros, panaderos, picapedreros, albañiles… El servidor principal de los amos, el encargado, el que controla el trabajo, contrata y despide, tan eficaz en el taller, ya no bastaba para disciplinar a los trabajadores en la fábrica y la patronal puso en marcha al Sindicato Católico –los “amarillos”– para cubrir la obra de esquiroles y matones. Durante el mes de octubre tuvo lugar una nueva huelga general por la jornada laboral de ocho horas, ya legal, y contra el empleo de esquiroles (que en la fábrica Hijos de Salvador García, más conocida por “Escaló”,10 asesinaron a un obrero). Paralelamente al cierre de los empresarios catalanes, sus homólogos alcoyanos decidieron el lock out. El boicot empresarial a la aplicación de dicha jornada ya convertida en ley, así como la participación del Sindicato Católico en las negociaciones, enfrentaron de nuevo a los obreros y patronos. El paro alcanzó a quince mil obreros que volvieron al trabajo al cabo de un mes. En las fábricas emplearon tácticas de boicot y hostigamiento a los amarillos, por lo que la patronal declaró un lock out de un mes, pero en noviembre las partes acordaron el cese de las hostilidades sin demasiado convencimiento. En noviembre se creó una “Comisión Mixta” integrada por cinco miembros del Sindicato Único, dos del Católico y siete de la patronal, la Real Fábrica de Paños, pero no resultó viable.
El año 1920 continuó con las huelgas: los tipógrafos, los litógrafos, los lampistas, los albañiles, los ferroviarios… Ante la persistencia de la actitud beligerante, la patronal contraatacó con un lock out en agosto de 1920 que duró once semanas y que acabó rompiendo la resistencia obrera. La crisis de superproducción que padecía la industria alcoyana tenía efectos desastrosos entre la clase obrera, que se sentía impotente ante los continuados lock out y la permanente falta de trabajo. La subsiguiente quiebra de la solidaridad trajo graves consecuencias para los obreros, que se entregaron a sus intereses particulares en un afán por sobrevivir y perdieron el sentido de clase, enfrentándose entre ellos y favoreciendo con su desunión a sus explotadores.
El Sindicato Único alcoyano abarcaba numerosas secciones, que a su vez se subdividían en ramos, tantos como oficios abarcasen: Tejidos, Hilados, Género de punto, Cardas y diableros, Aparejadores en paños, Ramo del Agua, Metalúrgicos y moldeadores, Sombrereros, Albañiles, Artes Gráficas y Papel, Madera, Alimentación, Higiene y Aseo, Oficios Varios… Con la nueva táctica, si un oficio planteaba una reivindicación, tenía detrás a todo la sección y, si falta hubiere, a todo el Sindicato. En 1920 salió a la luz “El Comunista Libertario”, administrado por Enrique Gisbert y subtitulado “órgano de la Federación Anarquista y portavoz de los Sindicatos Únicos de la provincia”. Claramente afirmaba: “Sindicalismo es la palabra que empieza el camino. Anarquía dice el punto de llegada.”11
Sus principales andanadas iban dirigidas contra los políticos y los comunistas “de nuevo cuño”, pero también contra la claudicación de algunos viejos líderes sindicales y la demagogia pedante de muchos jóvenes seudorrevolucionarios que esquivan la tarea de ponerse al frente de los sindicatos y acudir los primeros a la lucha:
“Los Sindicatos Únicos, tal como hoy están actuando, van perdiendo toda la esencia revolucionaria y hasta se puede afirmar que los militantes que tiempo atrás eran extremistas en acción y teorías, hoy los vemos pensar y obrar de otra manera; a mi concepto, han incurrido muchos en el grave error del reformismo y la conservación de la fuerza organizada.” 12
“¿Qué concepto tendrán formado de la organización de Alcoy? Que es patente, sólida. ¡Que error más grande sufren los que tal concepto se hayan formado! El Sindicato Único de ésta tiene muchos organizados, pero por desgracia es todo número, poca calidad. Os preguntareis ¿Quién es el culpable de que la mayoría no sea consciente? Y os contestaré: los responsables son muchos que diciéndose que son sindicalistas y teniendo capacidad para exponer lo que significa el sindicalismo no lo hacen…” 13
Preocupaba que la formación sindical no fuera sólida y que por tanto, la base pudiera volatilizarse cuando llegaran malos tiempos. En 1921 hubo mucho menos conflictos y, como las garantías continuaban suspendidas, los representantes del gobierno aprovechaban la ocasión para prohibir asambleas y mitines, censurando las publicaciones, perseguir la recaudación de cuotas y deportar a los luchadores significados. Con todo, el año acabó con una huelga general. El 29 de octubre de 1920 la CNT de Alcoi de la que era secretario Ernesto Alborch y tesorero José Aparisi compró un solar en la calle San Vicente, ampliado el 18 de mayo de 1921 con la compra de unos terrenos adyacentes, donde los miembros del ramo de la construcción levantaron el edificio del Sindicato Único.14
La tarea de “El Comunista Libertario” fue continuada por “Redención”, subtitulado desde su aparición, el 26 de febrero de 1921, hasta el 1 de octubre del mismo año, “órgano del Sindicato Único de Trabajadores de Alcoy y portavoz de la Confederación Nacional del Trabajo.” En esta primera fase, también estaba Gisbert al frente del semanario. Su importancia era mayor, puesto que representaba en aquellos momentos a la CNT regional y era leído por la militancia de todo el país. Presentaba al sindicalismo como si fuera la mismísima civilización: “Sindicalismo es organización, y ésta como consecuencia natural, viene a ser el complemento de la inmutabilidad orgánica de todos los seres. Ser sindicalista es buscar la relación con otros, lo equivalente a no ser salvajes (…) El sindicato Único, con sus comisiones de sección, tecnicismo, estadística y comités, expresa la más alta concepción de socialización humana. Con los sindicatos únicos desaparece el último vestigio de jerarquías obreras.”15
Los temas principales eran la crisis, que golpeaba seriamente a la clase obrera alcoyana, y la represión, que alcanzaba un nivel altísimo en Barcelona y Valencia. Por lo uno y por lo otro el Sindicato Único celebraba asambleas en el local social de la calle San Vicente o en el Teatro Circo, a las que podía asistir cualquier obrero, estuviese o no afiliado a la CNT. La crisis estaba forzando a emigrar hacia Argelia o a Francia y los patronos, con las fábricas repletas de género sin vender, trataban de buscar soluciones a base de ampliar la jornada y bajar los salarios. Evidentemente los sindicalistas respondían con un “ni más horas, ni menos salario”; para ellos la jornada de las ocho horas no había resuelto la crisis y “la reducción de jornada es hoy indispensable por todos los conceptos.”16 En la asamblea del 22 de mayo acordaron pedir a la patronal “seis días semanales de trabajo o salario”, y rogaron a todos de no hacer más horas que las reglamentarias, cosa que comenzaba a ocurrir en colectivos menos conscientes como por ejemplo las obreras papeleras. El programa mínimo de la CNT podía resumirse con un no a las horas extraordinarias y un sí a la jornada de seis horas. Por otra parte, no funcionaba como debiera la renovación de cargos y las huelgas habían disminuido sobremanera, bien porque los obreros se conformaran con estar mejor que antes o porque temieran ir a peor si se movían. Mientras tanto: “Ante los salvajes tratos a que han sido sometidos los trabajadores rebeldes, la masa obrera organizada ha huido horrorizada, dejando abandonados en cárceles y presidios a centenares de dignos obreros que nunca escatimaron el sacrificio que generosamente pusieron a beneficio de la clase explotada. Esta huida es más de cobardes que de inconscientes. Se esperaba que pasados los primeros momentos de espanto, los obreros volverían a ocupar sus puestos. Pero no ha sido así; los obreros siguen abandonándose a sí mismos, dejando perder el respeto y dignidad de los Sindicatos que tantos sacrificios costó ganarlos.” 17
Un joven Juan Gallego Crespo reflexionaba sobre el periodo 1919-21 y sacaba pesimistas conclusiones sobre el comportamiento egoísta de las masas: “Hay que desmaterializar el sindicalismo si en verdad se quiere que responda a los fines para los que se creó. En estos últimos tiempos, hace más de dos años, se infiltró y con ello comenzó la esterilización de su acción revolucionaria. Las huelgas a granel por la peseta se sucedían de manera aterradora. Era la necesidad, un tanto lógica, del gran número o de los centenares de miles de ceros. Había que darles satisfacción en sus deseos, deseos de reforma, que no de revolución. La inconsciencia esgrimió tanto el arma de la huelga, que un poco más y la de la revolución [se] hubiese partido por medio.” Para purgar el pecado materialista “nos parece un buen purgante la agrupación al margen del sindicalismo de todos los elementos libertarios.” 18 Gallego pues, proponía lo que sería luego la FAI. Sin embargo, para los anarquistas alcoyanos que laboraban en los sindicatos urgía que..
..“al Sindicalismo se le presente a las masas en su aspecto moral, menos atrayente quizás a las multitudes sanchopancescas que su aspecto económico. La lucha por el porvenir, el triunfo del ideal consiste en su filosofía, y hasta aquí casi no se le ha dado importancia a otra cosa que no haya sido la conquista del mezquino céntimo, para seducir a los que reducen la cuestión social a una mera cuestión de estómago. El recrudecimiento gubernamental contra la organización sindical, si bien nos ha ocasionado y nos ocasiona sacrificios cruentos, ha tenido la virtud de dispersar las ortigas crecidas en nuestro campo, y que de cierta forma obstruían nuestra marcha…” 19
Los dos años de represión habían radicalizado a los Sindicatos, pero los estaban vaciando de gente. Si bien los falsos amigos habían desertado, la persecución gubernativa había cavado un foso entre la minoría obrera consciente y el resto de la clase proletaria. La quiebra de la solidaridad era el resultado más visible: “La organización sindical creía en la solidaridad de los sindicatos que tenía antes de la represión, pero no ha resultado así. Muchos de los afiliados a los sindicatos obreros, se han sentido contrarios, en vez de solidarios, de los actos que la organización realizaba”20 Los anarquistas pensaban en un remedio ideológico, básicamente la formación moral y revolucionaria de las masas, precisamente aquello que la represión volvía imposible. “Redención” apareció en nuevo formato con el propósito de impulsar “la orientación y la propaganda de los principios fundamentales de nuestra organización.”21 La dirigía el anarquista Joaquín Juan Pastor, persona de gran cultura y elevada formación, amigo íntimo de Peidro, y salía sin subtítulos. Tenía su misma edad y estaba casado con Milagret, una joven de Penáguila.
EL FUEGO DEL IDEAL
Peidro no sirvió en el ejército por tener que ayudar a sus padres, enfermos y de edad avanzada. Al ir acabándose la Primera Gran Guerra, la demanda cayó en picado y la industria alcoyana empezó a resentirse. El hermano había emigrado a Francia hacia 1917 debido a la mala situación de las fundiciones por falta de carbón y materia prima, y la hermana se había casado. La costumbre era emigrar a Barcelona, pero allí el trabajo escaseaba tanto o más que en Alcoi. El 16 de noviembre de 1922 se casó con Amparo Montserrat, su amiga de la infancia, operaria de la fábrica conocida por el nombre de su principal producto, el papel de fumar “El Bambú”. En la jerga local, una “bambunera”. El taller de la papelera se encontraba entonces en la calle de San Nicolás, nº 48. Dado que la burguesía alcoyana era religiosa en extremo, los obreros conscientes eran ateos. Para un anarquista, la ceremonia iba en contra de sus principios, y Peidro, que creía en la unión libre, necesitó achisparse para decidirse. Como era enemigo de las tabernas y prácticamente abstemio, no le hicieron falta muchos tragos.
El ideario de Peidro era sencillo. Se puede rastrear en los folletos sobre sindicalismo de Anselmo Lorenzo o José Prat y en la misma “Redención”, de la que era lector asiduo. Según decía Prat, “el sindicalismo [es] una natural reacción obrera contra la influencia y el dominio exclusivista que la acción política ejercía sobre el movimiento proletario (…) lo que antes se conocía con el nombre de ‘societarismo obrero.’ Es simplemente un método de lucha al cual se ha dado presentemente mayor libertad de acción y una mayor amplitud a su finalidad (…) sin desdeñar todas aquellas mejoras económicas que sean positivas, se propone o tiende a la total emancipación económica de la clase obrera de la explotación capitalista.”22 La producción bastaba para satisfacer las necesidades de todos, pero esto no sucedía porque la burguesía se quedaba con todos los beneficios. Frente a ella se levantaban los Sindicatos, el cuerpo del oficio. Los Sindicatos eran no sólo el medio de la emancipación económica de los explotados sino la solución a todos los problemas que podían acechar a la humanidad. El Sindicato, además de ocuparse de los problemas del trabajo, debía hacerse cargo de la instrucción, la higiene y la regeneración moral, incluso de la ciencia y del arte. Los trabajadores tenían que conquistar lo que les pertenecía, la riqueza social que les arrebataba el régimen capitalista. Todos los que trabajaban contribuían a crear riqueza y eran igual de útiles, por lo tanto, nadie había de ser más que los otros, no debía haber privilegiados. A iguales deberes, iguales derechos, ese era el lema. El Sindicato recogería la herencia del régimen burgués y la pondría fuera de los cauces del capitalismo. Administraría toda la riqueza social. Acabaría con el régimen de explotación y organizaría de modo más justo la sociedad del mañana, garantizando la subsistencia de todos. El Sindicato tenía entonces un aspecto destructivo y otro constructivo. Para construir bien necesitaban obreros formados. “De l’educació naix la convicció”; la educación haría que “els obrers actuen amb trellat”. De ahí la obligación de los Sindicatos, en la medida que sus medios lo permitían, de crear escuelas, ateneos y bibliotecas, organizar conferencias y prodigar lecturas. La producción y la distribución requerían una buena dirección y administración, por lo que era conveniente que las comisiones técnicas de los Sindicatos funcionasen perfectamente y fuesen obreros cultos quienes estuviesen al frente. A Peidro le gustaba mucho leer. Precisamente por no haberla tenido, ni él ni nadie a su alrededor, valoraba sobremanera la educación, a la que consideraba el mayor instrumento de liberación. Como todos los trabajadores conscientes de la época, estaba convencido de que “el poder dels rics” se basaba en la ignorancia de los obreros; mientras estos fuesen incultos jamás serían libres. Peidro repitió constantemente a sus hijos que la falta de estudios les condenaría a ser siempre “burros de faena” y estos recuerdan a su padre leyendo constantemente y aprendiendo aritmética gracias a un compañero, Ferrer, vendedor de ropa ambulante, que le daba lecciones. Anselmo Lorenzo apuntaba que “desvanecer atavismos y difundir conocimientos fue y será siempre el trabajo más importante que pueda realizar todo revolucionario; sin él, la revolución misma, esos movimientos que se producen en determinadas épocas para abrir paso en el callejón sin salida de un Estado político-social inicuo, cae en nuevas injusticias que se cubren con la justificación del oportunismo, causante de esas grandes decepciones productoras del escepticismo y el pesimismo que consumen generaciones y generaciones perdidas para el bien y la felicidad.”23Ahora bien, siguiendo la conclusión de esas enseñanzas, para Peidro “no es pot separar el sindicalisme de la idea”, el medio del fin, la lucha obrera del objetivo final, el comunismo libertario. Peiró siempre decía que “sin idealismos, sin las ideas motoras, creemos que no existe nada.” Y Peidro añadía: “L’anarquia es un ideal pur, massa i tot, però sense ideals no es pot viure”. La moral anarquista impediría a los sindicatos caer en el conformismo, y a los obreros, entregarse al vicio. Como todo anarquista, era enemigo del juego, del alcohol y de las tabernas; su única servidumbre era el tabaco. Hasta ahí, el ideario de Peidro era paso a paso el de Seguí y Peiró, secretario éste último del Comité Nacional en 1922. Para Peidro el trabajo libre era la principal actividad humana, y el estudio, la preparación para el vivir. También necesitaba el afecto de los suyos, por lo que valoraba sobremanera la vida familiar. La familia se fundamentaba en el amor a la mujer compañera y a los hijos. Lo demás eran sólo papeles, convenciones vacías. Su moral llegaba hasta a rechazar por burguesas la moda o el maquillaje femenino. El amor y la fraternidad universal era el eje de la prédica libertaria de los Kropotkin, Reclús, Malatesta, Fabri, Merlino, etc., que él leía en folletos. Sus convicciones terminaban con un rechazo de la religión y de la doble moral de los creyentes: “Si Déu existira no n’hi hauria misèria.” Es curioso que los autores anarquistas dedicaran varias obras a la religión, que eran muy leídas. Las ideas y la fe caminaban parejas.
La represión aminoraría durante los años 1922 y 1923, al recobrarse las garantías constitucionales, pero la crisis de trabajo permitió a los patronos y sus contramaestres entregarse a provocaciones y abusos. Dejaron de respetarse las tarifas estipuladas; se pisotearon las bases pactadas en un intento de someter a los trabajadores por hambre. “Ni más horas, ni menos salarios”, respondían los obreros. Las huelgas retornaron, pero no como antes. El 10 de enero de 1922 los metalúrgicos quisieron negociar unas nuevas bases y ante la intransigencia patronal declararon la huelga. La patronal respondió como otras veces con el lock out. La negociación que puso fin de la huelga el 24 de marzo provocó desavenencias con el Sindicato Único, tras lo cual la sección de metalúrgicos y moldeadores se separó del mismo. Las diferencias venían de lejos, a propósito de la creación de un Taller Colectivo, iniciativa típicamente socialista, y no hicieron más que aumentar cuando hubo que rendir cuentas sobre la administración de las cuotas. Peidro permaneció en la CNT. En 1923 hubo sólo dos conflictos, el de las bambuneras, en mayo, y una huelga general de tejedores en diciembre, por la regularización de la jornada (7000 huelguistas). Cada vez era más difícil contener a los esquiroles, pues una ola de parados desesperados se ofrecía a ocupar el sitio que dejaban los huelguistas. Ni siquiera era fácil reunirse porque la autoridad gubernativa no permitía las asambleas. Entonces, la defección de un grupo de militantes causó daño: “Cuando todo marcha viento en popa afluyen los amigos, se prestan con el prurito de la exhibición. Cuando se ha de poner a prueba templar el ánimo para las empresas enérgicas y de decisión se esfuman, aparentando, sin riesgo, inclinación a la causa, por mantener su amistosa verborrea.” 24 El pretexto fue la “la autonomía de las secciones” tras el que se escondían las cuentas poco claras de cooperativas y la liquidación fraudulenta del taller colectivo del metal. A cubierto con la pasividad que se había apoderado de los obreros alcoyanos, consiguieron desorganizar a los metalúrgicos y albañiles e intentaron reconstruir sindicatos amarillos. Paralelamente, la UGT alcoyana aprovechó la crisis para desprestigiar las tácticas confederales. Pero la organización se mantenía a pesar de todo. Un grupo de jóvenes entre los que estaban Francisco Pastor y Miguel Blanes decidió reactivar un lánguido Ateneo Sindicalista y fomentar de nuevo la cultura entre la clase explotada. Manuel Seguí y su grupo “Los Iconoclastas” iniciaron una suscripción en pro de una escuela racionalista. El grupo “Pro Cultura”, de Vicente Oriola, editó el folleto de Anselmo Lorenzo, “La Anarquía triunfante”, con el fin expreso de destinar los beneficios obtenidos a la escuela.25
De las dos polémicas que dividían a la CNT, la relativa a la Revolución Rusa y la que discurría en torno al carácter “político” de la confederación, sólo la segunda repercutió en Alcoi. La clase obrera alcoyana rechazó de pleno a la dictadura bolchevique y al comunismo estatal; en cuanto al segundo tema había voces que atribuían la crisis al fracaso de los Sindicatos y que como remedio proponían formar grupos anarquistas para “sentar la base de la sociedad futura en la mente y la conciencia del proletariado, aportando a ellos cuantos medios de educación estén a nuestro alcance, intensificando la divulgación de las concepciones científicas y filosóficas de nuestro ideal.”26 El dictamen de la Conferencia Nacional de Zaragoza que proclamaba ser la CNT “un organismo a la vez integral y absolutamente político”, firmado por Seguí, Pestaña, Peiró y Viadiu, había dado alas a una tendencia posibilista partidaria de la entente con los republicanos a través de una “política antiparlamentaria”, es decir, antimonárquica, particularmente manifiesta en la Regional de Levante, recientemente reorganizada. En el otro extremo se clamaba contra la dejación de principios y la confusión, y para contrarrestarlas se propugnaba la celebración de un Congreso Nacional Anarquista que fuese a la creación de la “Federación Peninsular Anarquista”, futura encargada de la tutela ideológica de la acción sindical. En Alcoi eran muy influyentes los grupos “Redención” e “Iconoclastas”, y cuando el 1 de agosto de 1922 vino Ángel Pestaña para calmar los ánimos, fue prudente y abundó “en pro de la lógica y los principios que informan a la C.N. del T. Y contra el confusionismo engendrado últimamente por los propagandistas poco escrupulosos coreados por la prensa mercenaria.”27 Peidro pudo conocerle y guardó buen recuerdo de él, acentuado quizás por el hecho brutal del atentado que Pestaña sufrió en Manresa pocas semanas después. La diplomacia de Pestaña y Seguí, el Noi del Sucre, no pudo resolver la crisis interna de la CNT, rota en dos facciones opuestas: la derecha reformista proclive al entendimiento con los políticos y el Estado, y la izquierda “revoltosa”, partidaria a toda costa del pronunciamiento armado de la minoría militante sin tener en cuenta para nada la disposición de las masas, supuestamente protagonistas.28 Seguí tuvo menos suerte que Pestaña y murió acribillado en Barcelona por pistoleros de la patronal. En Alcoi la muerte del Noi fue muy sentida; se celebraron asambleas y fue convocada una huelga general de un día, culminada con un mitin multitudinario en el que se pidió la amnistía de los presos “el desarme de los individuos que componen el Somatén y por último, que de no declararse medidas de persecución contra el terrorismo de Barcelona, se declararán en huelga todas las fábricas de esta ciudad y el boicot a los productos catalanes.”29 Fue la última manifestación del proletariado alcoyano antes del golpe de estado de Primo de Rivera, en septiembre de 1923. “Redención” y “Solidaridad Obrera” de Valencia, aparecida en mayo, fueron clausuradas indefinidamente. El gobernador Bermúdez decretó la disolución de los Sindicatos Únicos de Alcoy y del Ateneo Sindicalista por no presentar los libros de cuentas. Se sucedieron detenciones, registros y diversas presiones contra los militantes. Quienes cobrasen cuotas podían caer presos o incluso ser desterrados. El local de la calle San Vicente cerró sus puertas. Solamente subsistió la publicación “Generación Consciente”, revista “ecléctica” que Joaquín Juan Pastor empezó a editar con gran éxito en julio de 1923: los primeros números se agotaron enseguida y hubo de reeditarlos.
La necesidad de una procreación limitada, fruto del amor, así como el optimismo científico, el contacto con la naturaleza o la comida vegetariana plasmaron la moral anarquista en la vida cotidiana. Dadas las malas condiciones higiénicas de las fábricas y de las viviendas obreras, la ignorancia, los malos hábitos alimentarios, la falta de una educación sexual y el consumo de alcohol y tabaco, era lógico que los libertarios alcoyanos soñasen en un mundo rural, antiurbano, donde todo fuera natural, limpio, espontáneo, inocente. La sociedad del porvenir se asimilaba a un edén celestial propio de las religiones. “Generación Consciente”, más conocida por su segunda cabecera, “Estudios”, educó a una generación entera de anarquistas para ser ciudadanos conscientes de un mundo no sólo libre y hermoso sino simplemente habitable. En su primer número se dirigía a sus lectores sin ambages:
“Proletario: Si tu aspiración es la felicidad universal sintetizada por el amor y la belleza, en vez de reproducirte en gran número inconscientemente, aumentando tu miseria y creando otras nuevas, debes elevar tu educación física y moral para saber combatir lo inicuo y lo inhumano, cuanto de trivial y tonto, de puerco y degenerado existe en esta sociedad corrompida.”30
Peidro leía la revista como expresión de la lógica pura, arsenal de argumentos de lo que debía ser. El disponer de uno mismo libremente, la igualdad con la mujer, la reciprocidad del deseo, el amor… A decir verdad, no se era verdaderamente anarquista si el amor no formaba parte de la vida. En 1923 nació su primera hija Amparín. Aunque había mejorado mucho en el oficio hasta el punto de ser uno de los mejores torneros de la localidad, pero la tarea de activista sindical le enemistó con la burguesía del ramo. Al cabo de un tiempo Peidro se encontró sin trabajo y acosado por la guardia civil. Su hermano Santiago le escribió hablándole de trabajo y, cansado del paro, montó en un furgón del tren, sin billete ni dinero con qué pagarlo, y partió a Francia más o menos a primeros de 1925. Allí estaba refugiado el alcoyano Emilio Mira, habitual representante de la Federación Local en los Plenos. Su compañera Amparo volvió a la casa de la calle Algezares con su madre, en espera de que Peidro la llamase. Las posibilidades de encontrar trabajo fueron menores de las esperadas; además la policía francesa molestaba a los obreros españoles sospechosos de activismo, así que no aguantó demasiado y volvió a los pocos meses, a pesar de que las circunstancias no eran las mejores.
LA GENERACIÓN CONSCIENTE
Peidro se instaló en el nº 40 de la calle Casablanca, en una casa cuya parte posterior daba al vertedero municipal, útil vía de escape ante visitas peligrosas. Allí nació su segunda hija Carmencita. La CNT tuvo escasa capacidad de reacción ante la ofensiva de la Dictadura, que contó con la colaboración del PSOE y de la UGT. En Alicante dominaba entre los socialistas la tendencia de Saborit, la más derechista, que de inmediato se erigió en adalid de las Comisiones Mixtas de patronos y obreros presididas por autoridades, promovidas por el ministro Aunós, y sobre todo, de los Comités Paritarios, organismos corporativos destinados a cimentar la colaboración de clases.31 Por supuesto, la huelga general, las huelgas por solidaridad, las cajas de resistencia y el resto de activismo sindical estaban terminantemente prohibidos y eran motivo de despido32, cosa que no molestaba en absoluto a los dirigentes socialistas. Las asambleas y reuniones de juntas habían de estar autorizadas. En la obra socialista Peidro solamente encontró de positivo el retiro obrero; lo demás era palabrería y sumisión. Sin embargo, a pesar de la disolución de la CNT la voluntad asociativa del proletariado alcoyano no se daba por vencida y así aparecieron o reaparecieron las viejas sociedades de oficios como la de cerilleras “La Femenina”, la de hiladores mecánicos “El Porvenir”, la de tejedores mecánicos “El Progreso”, la de tejedores de Punto Inglés “La Redimida”, la de camareros “La Victoria”, la de cardadores y diableros “La Lucha” y las ya mencionadas sociedades de metalúrgicos y de albañiles, desgajadas del Sindicato Único. Estaban domiciliadas en el Centro Obrero de la calle Gonzalo Barrachina, sede de la UGT, y en 1925 tenían más de cinco mil afiliados, fruto del trasvase de miembros de una central a otra, una simple maniobra de supervivencia. Debemos mencionar también la sociedad de tejedores “La Única”, la de papeleros “La Redentora” y el Sindicato Católico, propiciado por la patronal, que en Valencia se llamaba “Sindicato Libre”. El Libre fue utilizado temporalmente por los obreros valencianos para resistir la influencia de la UGT, pero los obreros de Alcoi lo rechazaron de plano, prefiriendo de lejos a los socialistas.
En Alcoi la caída de la exportación provocó por primera vez pérdidas en 1925; los motivos eran evidentes, falta de apertura a los mercados exteriores, competencia desleal, exceso de producción, escasa inversión, etc., pero los empresarios recurrieron al expediente habitual: primero, empleando a mujeres, que cobraban un 40% menos que los hombres; después, imponiendo jornadas de diez y doce horas, contrarias a la legislación laboral; finalmente con la rebaja general de salarios que hasta entonces se habían mantenido estables. La condición obrera se agravó al aumentar los alquileres y el precio de los alimentos básicos (por ejemplo, el pan y el aceite). Por otro lado, la llegada de obreros del campo de los pueblos vecinos facilitaba la ofensiva empresarial, al engrosar las filas de parados. El trabajo de Peidro y sus compañeros consistente en organizar una línea de resistencia obrera desde la clandestinidad era difícil y expuesto. Joaquín tuvo que llevarse “Generación Consciente” a Valencia. La tendencia anarquista, ante el dilema de o reformismo o desorganización, preferían lo último, a la espera de tiempos mejores cuya venida había que acelerar conspirando contra la Dictadura. Pero las masas huían de la organización confederal por culpa de la clandestinidad mientras renacían los caducos sindicatos de oficio y la UGT adquiría protagonismo social. Se imponía el retorno a la legalidad y así lo entendieron los sindicalistas alcoyanos. Un primer intento de abrir por vía legal el local de la calle San Vicente fue inútil. Envalentonados, los empresarios trataron de reducir las tarifas de jornales y rebajar a la mitad los pluses (especie de destajo) para así poder ofrecer el género a mejor precio; los encargados redoblaron sus vilezas y malos tratos, todo lo cual provocó algunas huelgas: en la fábrica de paños Guillem Pascual y Cia, en la de género de punto Antonio Vitoria… Los acuerdos alcanzados no eran buenos; consistían en rebajas menores. También se agitaron otros colectivos como los peluqueros y los albañiles. A lo largo de 1927 el sector del textil celebró asambleas con todo tipo de precauciones legales, presididas por socialistas desempolvados como Clemente Montaner, Santiago Gadea o Rogelio Cantó, quienes no se abstenían de condenar los “panfletos subversivos” de los sindicalistas que en la clandestinidad defendían la integridad del salario. La Real Fábrica de Paños, es decir, la patronal, rebajó los jornales unilateralmente, sin denunciar el anterior convenio ni tratar con “la otra parte”. Hasta los católicos se soliviantaron. La UGT alcoyana creyó llegado el momento de ganarse al proletariado alcoyano. La estrategia socialista se apoyaba en la propuesta del Gobernador Civil de “plus regresivo” (rebaja en función de la producción) que no fue tenida en cuenta por el empresariado. Insistió entonces en la formación del Comité Paritario del Textil, para evitar lo inevitable, una huelga general, pero las maniobras dilatorias de la patronal obligaban a ella. Después de mucho esperar en julio hubo paro y la patronal tuvo que enviar representantes al Comité Paritario para que el trabajo se reanudara. Otro litigio, el de la fábrica de Ferrandiz Belda, quedó zanjado al retirar el propietario la orden de despedir a las obreras que se casaran y prometer controlar a los encargados. Pero el 11 de noviembre se declaró la huelga en la fábrica de tejidos de lana y algodón Terol Hermanos SA. El problema era debido al despido de los doce obreros de la sección de cardas quince días antes, despido justificado por el Comité Paritario. La fábrica fue cerrada y los obreros echados a la calle. De pronto la huelga se convirtió huelga contra la patronal y contra el Comité Paritario, implicando a toda la clase obrera alcoyana. Las directivas de las sociedades obreras se implicaron. Los sindicalistas no desaprovecharon la ocasión y sostuvieron económicamente la huelga con colectas clandestinas. De paso trataron de acabar con el problema de los esquiroles. La patronal llegó a admitir la recolocación de los obreros en Terol y en las demás fábricas a excepción de los doce despedidos, pero no se avinieron a despedir a los obreros rompehuelgas. La huelga llevaba ya siete semanas cuando las autoridades ordenaron una razzia de sindicalistas. Peidro tuvo que salir por el tejado de su casa y perderse por los ribazos que bordean el río Serpis cuando la guardia civil vino a detenerle. Unos compañeros lo llevaron a Alicante y allí los sindicalistas alicantinos le encontraron trabajo de mecánico en un taller de automóviles. Su mujer y las dos hijas se reunieron con él poco más tarde, permaneciendo toda la familia en la capital por espacio de un año.
La huelga en Terol Hnos. se sostenía gracias a la solidaridad que los patronos intentaron romper con un lock out en febrero que afectó a 9000 obreros. Los obreros alcoyanos dijeron ¡basta! y el 4 de abril de 1928 declararon la huelga general. Quince mil obreros salieron a la calle y hubo enfrentamientos con el grupo de esquiroles de Terol Hnos., interviniendo la fuerza pública. Las sociedades obreras fueron clausuradas y varios delegados, de las dos tendencias, fueron detenidos y trasladados a Alicante: Ricardo Vela, José Juliá, Julio Cantó, Santiago Gadea, José Botella y Virgilio Baldó. El 18 de abril fueron puestos en libertad y el asunto de Terol Hermanos, resuelto a satisfacción de los obreros, reanudándose el trabajo.33 El mismo Primo de Rivera había forzado el laudo que ponía fin a la resistencia patronal. Los socialistas hacían una lectura más bien negativa de la victoria, ya que eran conscientes de haber servido de pantalla a unas tácticas ajenas. Cuando nombraron presidente de las Juventudes Socialistas de Levante a Gadea, éste lamentaba el hecho:
“Nuestros enemigos [los sindicalistas] y con ellos casi todos los obreros, están de sobra convencidos de nuestra honradez y buena fe, y por ello nos confieren los más importantes cargos en las Sociedades obreras, Comité Paritario y demás Comisiones representativas; pero a cambio siempre de estropearnos todas las iniciativas que no tiendan a su táctica y procedimientos de lucha.”34
El éxito tampoco estimulaba la afiliación; en 1929 la UGT alcoyana podía contar cuatro mil carnets, mil trescientos menos que en 1925. A pesar de constituirse la FAI en Valencia, en Alcoi apenas habían partidarios de un movimiento obrero de estricta ideología anarquista manifestándose desde la clandestinidad, y tampoco abundaban los proclives a aceptar la legalidad de la Dictadura para participar abiertamente en los Comités Paritarios como sugerían Ángel Pestaña y Juan López. La táctica de los sindicalistas alcoyanos se asemejaba a la aconsejada por la otra gran figura del sindicalismo y también, todo sea dicho, del anarquismo, Juan Peiró:
“Los militantes deben intentar la reorganización de los sindicatos, y si en el intento tropiezan, que es lo más probable, con la imposición del Sistema Corporativo y de los Comités Paritarios, su segundo deber consiste en desistir de su intento; más como en el intento, además de los militantes, también están interesados otros elementos no clasificados como tales, son éstos los que pueden, si así lo estiman conveniente, transigir con aquella imposición y llevar adelante el intento de reorganización. En este caso, la misión de los militantes consiste en no negarse a formar parte de estas organizaciones, aunque en ellas no puedan desempeñar cargos ni delegación alguna.”
Para Peiró las masas obreras eran dueñas de organizarse como quisieran y a los militantes no les quedaba otro remedio que constituirse dentro de esas organizaciones en minorías de oposición, rehusando cualquier cargo, cosa que en el caso alcoyano significaba militar en sindicatos dirigidos por socialistas:
“la misión de los militantes debe limitarse a recordar los principios de la CNT y oponerse en lo posible a la práctica de los métodos reformistas. Mas ante la oportunidad –ya sea porque ésta se presente o porque haya posibilidad de provocarla—de practicar la acción directa, los militantes tienen el deber de ocupar entonces todos los cargos y delegaciones que les sea posible, con el objeto de mostrarse consecuentes con los principios por ellos defendidos.” 35
En 1929 murió su padre. Peidro volvió a Alcoi para asistir al entierro y viendo el peligro pasado ya se quedó. Alquiló una casa en el camino de bajada al río prolongación de la calle de la Cordeta (“La Riba”), cerca de su anterior domicilio. Soplaban mejores vientos para el oficio y como buen tornero que era en seguida encontró trabajo. Volvió a ver a su madre y a su hermana María, al marido, Silvestre, a sus amigos, Ferrer, Ferrándiz y Navarro, compañeros metalúrgicos, y a “Cañamó”, el conserje del Apolo, un círculo cultural y recreativo frecuentado por obreros. Sin pensarlo mucho, se puso al servicio de la Organización. Con su compañera hizo un viaje a Barcelona pretextando una visita a la Exposición Universal. Lo cierto es que en aquellos momentos se celebraba el Pleno Nacional que decidiría la participación en el Comité conspirativo presidido por el político Sánchez Guerra. No sabemos seguro si llegó a participar en el Pleno, pero sí que se encontró con militantes destacados del sindicalismo catalán como por ejemplo Peiró. La actividad orgánica proseguía en secreto. Los militantes recorrían el país haciendo de correos de los comités, huyendo de la policía o simplemente buscando trabajo. Así, con la entera dedicación a la causa obrera y el sacrificio constante de la vida personal de muchos como Peidro, la Organización se mantenía a pesar de las prohibiciones. Por su casa de Alcoi pasaron varios militantes como Navarrete, de la Regional Norte, o Gibanel, de la catalana. En 1929 las luchas reflejaban a menudo un “deslinde de campos” entre sindicalistas y socialistas. A finales de año el local de la calle San Vicente abría de nuevo sus puertas. El 3 de diciembre tenía lugar en él una Asamblea General del Arte Textil, potente sindicato reorganizado a partir de varias sociedades. Hablaron Ricardo Llopis y Jorge Miró (antiguos dirigentes la Sociedad de Aparejadores de Paños), Rafael Matarredona y Rogelio Cantó, más en pro que en contra de los Comités Paritarios. Los papeleros celebraron también su asamblea. La relativa frecuencia de huelgas por solidaridad o contra el régimen, refrendadas por concurridas asambleas, demostraba que pese a la propaganda socialista, los Comités Paritarios habían fracasado como organismos de arbitraje, puesto que los triunfos conseguidos habían sido tras ardua lucha, no gracias a la negociación. Para colmo, de nuevo, sin haber nada preparado, una simple consigna “dada a las tres de la madrugada”, como diría el gobernador, bastaba para paralizar todo Alcoi. Se refería a la huelga general que con motivo del pronunciamiento de Sánchez Guerra contra la Dictadura en Valencia, empezó el 29 de enero de 1929, que durante cinco días tuvo a 11000 obreros y 5000 obreras en la calle.
La caída de la Dictadura de Primo de Rivera anunció el declive de la burguesía alcoyana. Entre 1900 y 1930 había vivido un periodo excepcional; había llenado la ciudad de edificios emblemáticos y casas señoriales, construido puentes, instalado fábricas, levantado iglesias y modelado y ensanchado la ciudad de acuerdo con sus aspiraciones.36 Hasta en el cementerio municipal hay tumbas que registran su influjo. Esa grandeza monumental, fruto de la explotación del obrero alcoyano y por lo tanto, deudora de su sudor, había ligado su progresión al destino del sistema de valores representados por la monarquía y concluía su trabajo histórico con el ocaso real.
LA ORGANIZACIÓN ANTE TODO
Una vez legalizada la CNT en abril de 1930 por el empeño de su secretario Ángel Pestaña, la reorganización fue rápida, sorprendiendo a quienes consideraban al anarcosindicalismo una reminiscencia del pasado destinada al museo. En Alcoi los sindicalistas crearon una Comisión Organizadora. La tarea fue acompañada por la labor ideológica de Emilio Mira y Agustín Gibanel, hombres afines a Peiró, a través de “Redención”. Aunque el semanario se autoproclamaba anarquista no tenía nada que ver con la FAI, y por supuesto, no defendía la “trabazón”. Era un vehículo doctrinario de la tendencia posibilista libertaria, partidaria ante todo de la reconstrucción orgánica y de la beligerancia atenuada con la República. Desde el principio dejó clara su intención: “Mientras no exista un Anarquismo vigoroso, mientras no sea una fuerza colectiva coherente, y no haya un Sindicalismo organizado en forma que se pueda controlar los actos individuales, no se puede pensar en poner los ojos en obras ajenas –para no poderlas destruir—siendo así que se descuida la propia.”37
Si la burguesía quedaba incapacitada para resolver la crisis que ella misma había provocado, era la hora del proletariado, por lo que éste tenía que organizarse para que el derrumbe de la sociedad burguesa no le pillara desprevenido. Peiró, entonces director de “la Soli” de Barcelona, proponía una nueva reestructuración. Si el capitalismo concentra sus industrias, el proletariado había de responder de manera similar, por industrias. Así estaba por cambiar los sindicatos de Ramo por los Sindicatos de Industria, divididos en Secciones, crear Comités de Fábrica y sobre todo las Federaciones de Industria, piedra de toque de su sistema, heredada del sindicalismo revolucionario francés.38 Además reivindicaba la cogestión y el control obrero de las empresas como objetivo a medio plazo dentro del capitalismo, ideas del arsenal sindicalista. El proyecto de Peiró y de “Redención” chocaba con la estructura geográfica de la CNT que se apoyaba en la autonomía de las Regionales y de las Federaciones Locales. Muchos creían estar ante futuras corporaciones burocráticas y centralistas, pero los militantes alcoyanos las adoptaron con entusiasmo. El Comité de Reorganización del Textil fue el primero que se puso manos a la obra. El fruto de su tenacidad fue la adhesión del Sindicato de la Industria Textil y Fabril decidida en magna asamblea en el local de la calle San Vicente a primeros de agosto. A la pregunta de José Juliá “¿Está conforme la asamblea de que el Sindicato de la Industria Textil ingrese en la Confederación Nacional del Trabajo?”, los setecientos asistentes contestaron que sí al unísono ante la desazón de los directivos socialistas y las interperancias de los comunistas, doce personas en total. El cronista de “Redención” “prefiere consignar la sensación de cordura y de sensatez, denotadoras de una conciencia dada por los trabajadores allí reunidos. La clase obrera de Alcoy ha demostrado ser fiel continuadora de una honrosa tradición revolucionaria y que estos siete años de clandestinidad y silencio no han amortiguado su fe y su confianza en la CNT.”39 Días después hizo lo propio la sociedad de obreros panaderos, que, junto con los camareros y cocineros, representados por José López Candela, fundaron el Sindicato de la Alimentación. Por último se adhirió “La Varia”, que más tarde cambió el nombre por el de Sindicato de Industrias Varias, aun cuando estaba lo componían empleados municipales de limpieza, lampistas, peluqueros y barberos, marroquinería, carpinteros y cerilleros, oficios casi todos poco o nada industrializados. Enrique Barberá “Carrasca”, camarero, y Rafael Martí “Pancho Villa”, operador de cine, fueron sus personalidades más salientes. Como delegado de los obreros alcoyanos Cándido Morales asistió a la Conferencia Regional Levantina, celebrada en Valencia el 15, 16 y 17 de agosto, para tratar los temas de reorganización, periódico y presos. Había unos nueve mil sindicalistas en la cárcel, muchos por delitos imaginarios, por detentar cargos o por ser hombres de ideas. Además en la cárcel de Barcelona había sido duramente reprimido un motín y la policía madrileña había disuelto a tiros una manifestación a su paso por el Puente de Vallecas. El 23, el Centro de Estudios Sociales del que Peidro formaba parte, organizó un solemne mitin pro presos en el Teatro Circo. Hablaron entre otros, Morales, Lloret (por los camareros), Ángel Ferrer y Mira, resaltando la tremenda injusticia y las pésimas condiciones que sufren los presos sociales, rebeldes cuya libertad ha sido confiscada a fin de que no se contagie su rebeldía. Mira, que fue el más enérgico, dijo que la existencia de tantos presos obedecía menos a la represión de la Dictadura que al ensañamiento de la burguesía, y que el problema de los presos tenía un carácter de clase y subsistiría mientras hubiese lucha de clases. El acto terminó como era costumbre con una recaudación para los presos y sus familias.40
En la primera Asamblea General del Sindicato Textil, el 7 de septiembre, tras la adhesión se trató de los Comités y delegados de fábrica, comprobándose las dificultades de su constitución debido a la falta de obreros capaces o simplemente de confianza. Pudo verse en acción la crema de la militancia alcoyana: Morales, Juliá, Matarredona, Oriola, Ángel Ferrer, Llorens, Sanz, Cantó, Bas, Urrea, Rafael Soler, Aparisi… Sin detenerse en su labor, el 21 de septiembre se celebró la primera Asamblea general de los oficios adheridos a la CNT. Mira llevaba la voz cantante y tuvo que hacer piruetas verbales para disculpar las firmas del manifiesto de “Inteligencia Republicana” pertenecientes a miembros del anterior Comité Nacional, el de Pestaña, y consiguió que la cuestión de las Federaciones de Industria fuera aprobada. La asamblea rechazó pedir el subsidio de paro, “un medio de crear nuevos parásitos”, y dictaminó como solución “la jornada de seis horas, salario mínimo según las necesidades, y que cada obrero conserve su puesto en la fábrica o taller sin que los adelantos de la ciencia ni las nuevas modalidades en la maquinaria suplanten a la mano de obra, sino que el progreso llegue para el obrero como lo que en realidad es: descanso para el trabajador.”41 El subsidio era una reivindicación socialista y defenderlo en los medios libertarios era ganarse el epíteto de “reformista”. El 15 de noviembre se reunía la CNT en un Pleno Nacional que decidía mantener los tratos con los políticos.
Al contrario que en muchas otras ciudades, la conflictividad en Alcoi durante este periodo fue escasa. Apenas hubo huelgas, la huelga general estatal del 17 de noviembre tuvo poca repercusión; sólo es digna de mención la de los panaderos, hecha en el mejor estilo sindicalista. Los obreros panaderos presentaron unas razonables bases de trabajo a la asociación patronal panadera y pidieron el reconocimiento del Sindicato, obviando cualquier Comité Paritario. Ante la negativa, el 27 de noviembre fueron a la huelga. No hubo violencia, sólo el escaparate de dos tahonas fue apedreado. La resistencia de los patronos fue quebrada ante la amenaza del Sindicato de la Alimentación de ir también a la huelga. Antes de 48 horas se firmaron las bases presentadas y se reconoció al Sindicato. La huelga había durado quince días y fue el primer éxito de la CNT local. No se comentó demasiado; los dirigentes se hallaban embarcados en comités secretos con los políticos antimonárquicos contra los intentos de prolongar la Dictadura, desvelados por la precipitada sublevación de Jaca. Peidro fue el correo que transmitió al Comité de Huelga la orden del Comité Nacional. El 14 fueron fusilados Fermín Galán y García Hernández y el 15 de diciembre todo el pueblo alcoyano fue a la huelga, que se prolongó hasta el día 21 sin que llegaran a producirse incidentes graves. La ciudad estuvo a merced del proletariado, que se limitó a verlas venir. Ni los republicanos locales ni los socialistas proclamaron la República. Se declaró el estado de guerra en toda España, el ejército se hizo cargo de los servicios esenciales y se ordenó el cierre de los locales obreros. En lo que iba de siglo, era la tercera vez que los militares tomaban Alcoi. Hubo detenciones. Hasta el 15 de febrero de 1931 no fue autorizada ninguna asamblea y los centros obreros seguían estando clausurados. Los obreros aprovecharon el margen de libertad que les quedaba y se reunieron más de mil en el Teatro Calderón. De nuevo los trabajadores habían puesto la carne en el asador y los políticos se habían retraído. Explicar el fracaso de ese pacto no era fácil, máxime habiendo presos sin liberar, pero Emilio Mira, Ángel Ferrer, López Candela, Jaime Urrea, Vicente Oriola y Antonio Gisbert, delegados obreros, disimularon el impasse centrando sus protestas contra el cierre de locales de organizaciones legales –recalcando lo de legales- ejerciendo sus funciones dentro de la legalidad. Pidieron la libertad de los presos y propusieron al Comité Nacional considerar la posibilidad de una huelga general de protesta ante el trato discriminatorio recibido por la CNT. No hicieron nada porque las fuerzas andaban escasas, pero el triunfo republicano en las elecciones municipales resolvió el problema, sacando los presos a la calle y abriendo la puerta de las sedes sindicales. El 14 de abril fue proclamada la República y todo Alcoi fue una fiesta. Peidro, aunque no había votado ni votaría jamás en unas elecciones, se alegró como todos de la caída de la Monarquía. El 10 de mayo por la tarde la asamblea de obreros papeleros, presidida por Jorge Blanquer, acordó entrar en la CNT. Adolfo Reig fue nombrado tesorero. Otro destacado militante era Vicente Roldán. La adhesión era importante pues la fabricación de papel era la segunda actividad industrial de Alcoi. A los papeleros les había ido siempre mal con la UGT, habiendo perdido todas las medias huelgas que había planteado sin conseguir nunca romper el esquirolaje debido a la baja conciencia de clase del sector.
Por la mañana había tenido lugar una asamblea general de la CNT para resolver los temas pendientes de discusión de cara al Congreso Nacional: aprobación del informe de las gestiones del Comité Nacional, organización de los campesinos, publicaciones, ponencias para presentar en el congreso de la AIT. El acuerdo de una serie de exigencias revolucionarias mezcladas con modestas peticiones laborales y con reformas liberales burguesas denota una cierta inconsecuencia estratégica: “Expropiación de los latifundios y entrega a los sindicatos agrícolas de productores para que los exploten en común. Rebaja un cuarenta por ciento en los alquileres. Separación entre la Iglesia y el Estado. Abolición del servicio militar obligatorio. Derecho a la libre enseñanza. Derecho de reunión y de asociación. Derecho al control de la producción por los trabajadores. Higienización de los centros de producción. Cuartos de baño y cubicación que permita el trabajo con el menor perjuicio para la salud de los productores. Destrucción de todos los ficheros. Disolución de los cuerpos de la Guardia Civil, de Seguridad y de las Brigadas Sociales de policía. Derogación de los Comités Paritarios por considerarse burocráticos y contrarios a la libre iniciativa de los interesados. Abandono de Marruecos. Fijar la jornada de trabajo en seis horas diarias y trabajo para todos. Que se rotulen [en Alcoy] tres calles o plazas con los nombres de Francisco Ferrer Guardia, de Salvador Seguí y de Santiago García.”42
La dificultad en formular una línea de conducta coherente no era algo local, era general en la CNT, y obedecía tanto a las dificultades del proceso de reorganización como a la difícil coexistencia de tendencias dispares dentro de las Federaciones Locales. Las relaciones con los políticos del Comité Nacional dieron pie a toda clase de suspicacias que se trocaron en acusaciones. Los alcoyanos enviaron a Mira y a Morales como representantes al Congreso de Madrid, llamado “del Conservatorio”, el congreso que instauró el carnet confederal. Llevaban mandatos del Sindicato Textil y Fabril (3000 afiliados), del Sindicato de la Alimentación (170), del de Industrias Varias (765) y de la Sociedad de Papeleros (400). El Tercer Congreso Nacional de la CNT comenzó el 11 de junio. La discusión del informe del Comité Nacional desató la polémica que alcanzó altos grados de crispación, hasta el punto de que los delegados valencianos decidieron no intervenir en los debates. Sin embargo Mira y Morales no se abstuvieron de defender las Federaciones de Industria y en la última sesión hicieron la siguiente declaración:
“Ante la situación política de España consideramos necesario, imprescindible, una declaración que afirme de manera contundente nuestra posición ante todas las dictaduras. Se ha dicho en el Congreso, y con razón, que estamos abocados a una reacción, y nosotros añadimos que puede manifestarse por un espíritu fascista como por una democracia dictatorial. Las fuerzas revolucionarias de la CNT, ante una u otra dictadura, deben responder con la huelga general revolucionaria.” 43
Lo que distanciaba a las tendencias no era pues el análisis de la situación sino la determinación del momento revolucionario. Para los radicales cualquier ocasión era buena si las masas así lo decidían. La CNT era un medio, no un fin. Para los moderados, habían de agotarse las posibilidades dentro de la legalidad republicana y completarse las tareas de reorganización antes que pensar en la revolución. Los alcoyanos pensaban que la revolución nacería de un trabajo formativo intenso en el que jugarían un papel los estudios de economía y cooperación; eran pues firmes partidarios de esta última posición. El movimiento obrero alcoyano era mucho más parecido al de Mataró, Sabadell o Tarrasa que al de cualquier ciudad valenciana. De hecho en Alcoi no había más anarquistas que los de la Sociedad Naturista y las Juventudes Sindicalistas; “Redención” hubo de cerrar a los pocos meses de publicarse por falta de apoyos y lectores; y el primer grupo de la FAI, el grupo “Iconoclasta” de Manuel Seguí y Enrique Vañó, no se organizó hasta 1932.
El 20 de junio, pasadas las elecciones en que triunfaron las izquierdas, se celebró una asamblea general para informar y valorar el Congreso. Faltaba en Alcoi un éxito importante para que el prestigio de la CNT quedara consolidado y éste había de suceder en el sector textil, donde los obreros eran más conscientes y mejor organizados, y sus delegados, también representantes de todo el proletariado local. En efecto, una comisión gestora presentó a la patronal las bases de trabajo a negociar solicitando unas nuevas tarifas tendentes a la nivelación de jornales y la supresión del turno de noche. La patronal rechazó las bases y el 12 de julio el Sindicato celebró una asamblea en el Teatro Calderón para decidir el paro. Por entonces la huelga nacional de teléfonos promovida por la CNT tenía en vilo al proletariado. A la salida del Calderón los obreros se acercaron a la Central de Teléfonos alcoyana, cuyos empleados no habían secundado la huelga, y les increparon ruidosamente. La Guardia Civil hizo una carga de sable y la algarada fue general. El ejército se hizo cargo del orden vigilando los edificios públicos, bancos, telefónica, oficinas, etc. La huelga sin embargo trascurría pacíficamente, mientras diversos oficios celebraban asambleas para presentar bases. Hasta los encargados –llamados ahora “dependientes industriales”—la respaldaban. Al mismo tiempo, el boicot a la Telefónica no permitía ni la llegada de un café a los mostradores, estando los camareros adscritos a la CNT. El día 17 la Federación Local de Sindicatos celebró un mitin en la Plaza de Toros, cedida amablemente por la empresa, en el que hablaron Cándido Morales, Emilio Mira, Ángel Ferrer, Enrique Barberá y Pablo Monllor. Al día siguiente hubo asamblea en el Teatro Circo y el 20, de nuevo en la Plaza de Toros, que llegó a albergar a 8.000 obreros. Habló Mira, por la Federación Local, de los principios ideológicos que guiaban a la CNT y de la ineluctabilidad de la revolución; Sebastián Clarà no pudo asistir pero sí lo hizo Domingo Torres en nombre de la regional levantina, quien señaló la intención de no entorpecer la marcha del Gobierno y pidió la jornada de seis horas. Finalmente intervino el gallego José Villaverde de manera vehemente, exclamando “la tierra para quien la trabaja”, denunciando al gobierno de la República por incumplir sus compromisos y atacando duramente a sus ministros. Despertó aplausos cuando dijo que a los sindicalistas no les asistían las pistolas, sino el derecho y la razón. Todos los oradores eran del sector moderado y legalista de la CNT, y tras la retórica mitinera lo que querían realmente era un drástico cambio de rumbo del Gobierno, no una revolución. Peidro tuvo en su casa a Villaverde y resultó impresionado por su oratoria, pero no fue el único: el Sindicato de Papeleros le invitó a dar una charla en el Calderón sobre “la mujer en la organización”. Villaverde empezó hablando de lo que se ha conseguido y de lo que todavía faltaba por conseguir, atacó a la Iglesia y la religión, negó la existencia de Dios, señaló la importancia de la sindicación de las obreras, comparó los dolores del alumbramiento con los del nacimiento de la revolución, versó sobre la igualdad, la libertad y el comunismo libertario, para acabar aconsejando a la mujer que se instruyese y afiliase a la CNT. El discurso duró dos horas y media y dejó satisfechos a los asistentes.44 El día 9 de agosto, aceptada la cuestión de las tarifas y reconocido el Sindicato, quedó el conflicto del textil resuelto a satisfacción de los trabajadores, que decidieron en asamblea volver al trabajo. El éxito de la huelga animó a los lampistas, a los cerilleros, a los obreros de la fábrica de harinas y a los papeleros, que hicieron las suyas, e influyó para que nuevos oficios se organizaran y entraran en Industrias Varias, como carroceros, pintores, electricistas, cafeteros…, pero sobre todo, sirvió para encaminar a los metalúrgicos y a los albañiles hacia la CNT. El sindicato de la edificación llegó a tener como afiliado a un memorable anarquista de acción como Durruti, a quien todos llamaban “El Re”. Peidro tendrá un importante papel en la constitución del Sindicato Metalúrgico en septiembre, mes en que nació su tercer hijo, Albertín, nombre también del hijo de Joaquín.45 Como símbolo del predominio cenetista en Alcoi, a calle de San Vicente cambió su nombre por el de Salvador Seguí.
La toma de partido de los sindicalistas alcoyanos por la postura triunfante en el Congreso Nacional fue hecha pública mediante un manifiesto de la Federación Local de Sindicatos publicado en la “Soli” de Barcelona. En dicho manifiesto se culpaba a la burguesía de la crisis y se recordaba “a los que gobiernan” sus grandes responsabilidades y la labor constructiva de la CNT. Finalmente se pronunciaba contra el “revolucionarismo hueco” y a favor de “la revolución que dé la emancipación integral”.46 El manifiesto se adelantaba a otro mucho más conocido, el de “los Treinta”, firmado entre otros por Pestaña, Peiró y Gibanel, muy bien recibido por los dirigentes alcoyanos. Como la mayoría, Peidro se proclamó “treintista”. Como veterano, defendía la necesidad de consolidar los sindicatos frente a la impaciencia de los radicales más jóvenes. Era partidario de un uso ponderado de la huelga, a la que no había que recurrir sin más, desconociendo las fuerzas propias y las del contrario. Pero también era enemigo del trato con los políticos, del recurso a la mediación de las autoridades y de la separación entre anarquismo y sindicalismo.
Mira se fue a Barcelona donde llegaría a ocupar el cargo de secretario del Comité Regional de la CRT de Cataluña (Gibanel se había ido en abril). Los Treinta denunciaban un concepto de revolución “caótico e incoherente” que todo lo fiaba a la improvisación y a la audacia y proclamaban un concepto “ordenado, previsor y coherente”. Presentaban muy deformada la posición de los radicales –estos inventaron el calificativo de “anarcosindicalistas” y la bandera rojinegra-, acusándoles de cultivar la algarada y “la revolución por la revolución”, que de triunfar no traería más que la dictadura. Exageraban en parte, como los otros que, soliviantados, les devolvían la pelota tratándoles de reformistas, cuando no de judas y vendidos a los políticos, cierto también sólo en parte.47 La misma República se encargó de dar la razón a los radicales promulgando la ley de Defensa y la de los Jurados Mixtos. Los actos de la CNT caían fuera de la ley. Los Comités Paritarios habían desaparecido sólo para dar paso a otros organismos similares que como ellos favorecían a la UGT y a los sindicatos amarillos. Los sindicalistas moderados no supieron captar el tremendo desencanto de las masas con la República, y sí en cambio los radicales, que pleno tras pleno fueron modificando la correlación de fuerzas a su favor. Los alcoyanos lo comprendieron menos, no teniendo prácticamente opositores. Los radicales eran para ellos un fenómeno exterior, sin traducción local.48
Cuando el 9 de enero de 1932 los delegados alcoyanos llegaron a Murcia para asistir al Tercer Pleno de la Confederación Regional de Levante, podían ufanarse de representar a cerca de ocho mil afiliados. Ángel Ferrer iba por el Fabril y Textil (cinco secciones y 4663 miembros), Gonzalo Bou y E. Pascual por el Metalúrgico (400), José López por el de la Alimentación (250), E. Llopis y L. Pascual por el de Papel, Cartón y Similares (1500) y los naturistas Enrique Barberá y Agustín Belda por el de Varios (1002). La primera sesión no pudo finalizar y los congresistas se trasladaron a Alicante. El pleno transcurrió por cauces anormales, pendiente de que la desautorización del gobernador, ausentándose parte de los delegados desde el principio. Las posiciones maximalistas pudieron entonces con las moderadas y los alcoyanos vieron rechazada su moción en pro de las Federaciones de Industria, consideradas un atentado a los principios. El delegado de la Construcción de Valencia Juan Rueda les acusó poco menos que de ir a la organización por la organización.49 La vuelta fue decepcionante. Las tácticas radicales tomaban la delantera. Por presión de la FAI el 25 de enero hubo que ir a la huelga general de un día en solidaridad con el movimiento revolucionario del Alto Llobregat. En Alcoi el paro fue total; comercio, abastos, tahonas, farmacias… También hubo conatos en febrero para protestar por las deportaciones a Bata de los sindicalistas presos en dicho movimiento. La anunciada protesta de la CNT alcoyana en mayo fue prohibida, cerrándose el local de Salvador Seguí, 14, y encargándose de la custodia de la casa consistorial una sección del regimiento de infantería “Vizcaya”. La persecución confirió aureola de mártires a los presos y prestigió entre el proletariado a la causa revolucionaria. Los dirigentes obreros alcoyanos organizaron en octubre un nuevo Pleno Regional para retomar la iniciativa pero la rivalidad entre tendencias era demasiado fuerte como para tratar con normalidad el tema menos espinoso. Tampoco su parcialidad declarada contribuyó a la calma: el 7 de agosto el Sindicato Textil y Fabril había emitido un voto de censura contra el Comité Regional y otro contra el Comité Nacional por la expulsión del treintista valenciano Juan López. El Pleno no hizo sino desencadenar el proceso que terminó con la escisión de la Regional de Levante. En Alcoi los posicionamientos radicales ya apuntaban en el Ramo del Agua, donde militaba Vicente Montava “Cara Bruta”, entre los papeleros y en algún otro oficio; la actitud represiva de las autoridades republicanas no hizo sino generalizarlos. Cuando a finales de septiembre el Sindicato de la Edificación presentó sus bases y la patronal del sector las rechazó se desencadenó una huelga que fue declarada ilegal. La UGT volvió al trabajo, cosa que provocó incidentes, agravados con la orden de cierre de los locales de la CNT dada por el gobernador en represalia. El proletariado alcoyano respondió el 15 de noviembre con la huelga general. La patronal se aprestó a firmar las bases pero la huelga continuó. Hubo manifestaciones, cortes de tráfico, explosiones, cargas de la guardia civil y detenciones. Dimitió el alcalde. Al cabo de 13 días los obreros decidieron volver a la normalidad a cambio de que los detenidos fueran liberados y los locales reabiertos. Había sido la huelga más dura de las habidas en Alcoi y el proletariado tomaba nota de la actitud declaradamente antiobrera de los representantes de la República y de los socialistas en particular. No cabía esperar nada de aquella; todos los regímenes habían fracasado; el único sistema que quedaba por ensayar era la anarquía. Las tácticas moderadas habían fallado y ante los trabajadores alcoyanos se habría el camino de la impaciencia y de la insurrección. Cada vez eran más los que pensaban que la revolución no era una tarea organizadora sino una tarea eminentemente impulsora.
1Heraldo de Alcoy, 9-VI-1904.
2“Un saludo a los obreros en general”, Antonio Ivorra, El Selfactinero, 7-IX-1912.
3“Estadística de Huelgas”, en el Archivo de Alcoi del Instituto Internacional de Historia Social de Amsterdam.
4Solidaridad Obrera, Barcelona, 19-IV-1918, órgano de la Confederación Nacional, subtitulado “diario sindicalista”.
5“En Alcoy, temporada socialista”, Enrique Ferrer, de la Progresiva de Género de Punto, Solidaridad Obrera, Barcelona, 17-V-1918.
6“Nuestro Propósito”, La Fuerza, periódico defensor de las Sociedades Obreras, num.1, 2-XII-1916.
7“A los obreros del Arte Textil y Fabril, y al pueblo en general”, Reivindicación, semanario sindicalista de Alicante, 27-VIII-1919, citado por Francisco Moreno Sáez en “Las luchas sociales en la provincia de Alicante”. La hoja iba firmada por las sociedades de Borreros y Tintoreros, Aparejadores de Paños, Hiladores Mecánicos y Tejedores Mecánicos.
8“Impresiones de un Congreso”, Germinal, La Guerra Social, Valencia, 20-XII-1919.
9“La debilidad del socialismo en Alcoy”, Santiago Gadea, El Socialista, Madrid, 24-XI-1929.
10Una canción infantil alcoyana grabó en la mente popular el jornal de la fábrica: “El seu marit a on treballa?/ a la fàbrica Escaló/ i molts diners es guanya?/ un duro redó.”
11“El grito”, El Comunista Libertario, nº 7, 1-I-1921.
12“Estamos donde estábamos”, El Comunista Libertario, nº 6, 25-XII-1920.
13“Orientaciones”, El Comunista Libertario, nº 7.
14Reportaje aparecido en Ciudad, 23-VII-1987.
15“Sindicalismo”, un selfactinero, Redención, nº 1, 26-II-1921.
16“La crisis”, Parlaneto, Redención, nº 4, 19-III-1921.
17“Cobardía más que nada”, Juan del Arco, cárcel de Valencia, Redención, nº 22, 23-VII-1921.
18“Cartas a Magdalena. El ejemplo”, Juan Gallego Crespo, Redención, nº 23, 30-VII-1921.
19“El Sindicalismo y la represión”, Juan el Huraño, Redención, nº 26, 20-VIII-1921.
20“Solidaridad”, March Fivall, Redención, nº 35 8-X-1921.
21“Importante”, Redención, nº 32, 1-X-1921.
22José Prat, “El sindicalismo”, en el libro La burguesía y el proletariado.
23Acracia, suplemento a Tierra y Libertad, 3-IX-1908.
24“Por los fueros de nuestros principios”, Redención, nº 52, 17-II-1922.
25“La anarquía triunfante”, Cultura Obrera, semanario defensor de la clase obrera y órgano del Ateneo Sindicalista, Palma de Mallorca, 10-III-1923.
26Nota encuadrada en Redención, 19-V-1922.
27Reseña en Redención, 3-VIII-1922.
28“Revolucionarios y Revoltosos”, Gaston Leval, Redención, 29-VIII-1923.
29Periódico para todos, Alicante, 15-VI-1923, citado en el libro de Francisco Moreno Sáez.
30Generación Consciente, nº 1, junio 1923. En abril de 1908 el anarquista Eugène Humbert había lanzado en Francia con idéntico título una revista de carácter neomalthusiano. Evidentemente Pastor se inspira en ella.
31Dijo Saborit en Torrevieja: “Ni los sindicalistas ni los anarquistas, ni ninguna otra organización han tenido en sus estatutos articulados mejores respecto los asuntos de huelgas que los estatuidos en el decreto del Comité Paritario”, El Luchador, Alicante, 2-V-1928.
32“El Gobierno admite la licitud del paro voluntario cuando se rompe el acuerdo en las condiciones en los contratos de trabajo; pero no admite la propaganda ni menos la coacción, con propósito de extender la huelga a otros establecimientos, ni menos a otros gremios (…) Los patronos no deben hacer despidos más que por “causas morales”: individuales, a los poco trabajadores o perturbadores de la disciplina o propagandistas de ideas políticas; colectivos, cuando el negocio imponga inevitablemente la reducción de los contingentes o jornales”, El Luchador, 11-IV-1928.
33Los obreros no olvidaron a los esquiroles y cuando cayó la Monarquía volvieron a declarar la huelga en Terol Hermanos con el fin de echarles.
34“La debilidad del socialismo en Alcoy”, S. Gadea, El Socialista, 24-XI-1929.
35“Deslinde de campos”, Juan Peiró, Acción Social Obrera, 12-X-1929. Peiró jugó bajo la Dictadura un importante papel orientador y organizador en la CNT, de cuyo Comité Nacional fue secretario en tres o cuatro ocasiones. En la última, un pleno clandestino le forzó a dimitir en mayo de 1929 al desautorizar sus tratos con políticos como Sánchez Guerra y Miguel Villanueva.
36Todavía hoy existen cerca de doscientas casas y fábricas en Alcoy construidas en los estilos de la época, Modernismo, Secession, regionalista historicista, Art Déco, ecléctico… que testimonian el legado de una o dos generaciones ilustres de burgueses, y, a contrario, el de otras tantas generaciones de obreros revolucionarios. Téngase en cuenta que tales burgueses realizaron su obra protegidos por un regimiento del ejército, venido expresamente para la tarea.
37“Nuestro Criterio”, Redención, nº 1, 5-IV-1930.
38En el nº 13 de Redención del 3-VII-1930, apareció un artículo de Pierre Besnard, “Los Sindicatos Obreros y la Revolución Social”, que versaba sobre las Federaciones de Industria nacionales e internacionales. En sucesivos números siguieron saliendo artículos de Besnard sobre “Federalismo” y “Control Obrero” en los que trataba de armonizar antinomias como las constituidas entre libertad y organización, o entre reforma y revolución, típicas del pensamiento de Peiró.
39“Un importante acto”, Redención, nº 17, 9-VIII-1930.
40“La Campaña Pro presos”, Redención, nº 20, 30-VIII-1930.
41“La asamblea del domingo día 21 de los sindicatos de Alcoy”, Redención, nº 24, 27-IX-1930.
42“Asamblea general obrera”, La Gaceta de Levante, Alcoy, 15-V-1931.
43Véase las actas del Congreso.
44“La Conferencia de ayer en el Calderón”, Gaceta de Levante, 27-VII-1931. Villaverde, director de “Despertar”, periódico sindicalista de Gijón, daría el 29 un mitin en la plaza de toros de Valencia sobre los principios ideológicos y táctica de la CNT.
45Pastor tenía dos hijos, Flora y Alberto.
46“Desde Alcoy. Un manifiesto confederal”, Solidaridad Obrera, 24-VII-1931.
47Curiosa la trayectoria de Emilio Mira. Contrario a los movimientos huelguísticos del momento, fue forzado a dimitir del cargo de secretario regional que detentaba; se instaló en Sabadell para seguir oponiéndose a las tendencias revolucionarias de la CNT hasta que la Federación Local fue expulsada. Se volvió furibundo antianarquista, y en lugar de volver a la Organización en 1936, cuando lo hicieron los sindicatos “de oposición”, ingresó en la UGT y se acercó al PSUC, acabando estalinista en el exilio. Otro caso fue el de Sebastián Clarà, que del treintismo evolucionó hacia el catalanismo, afiliándose a la Esquerra. Al acabar la guerra colaboró con Franco y trató de comprar a Peiró, cuando el Régimen lo condenó a muerte.
48Los más destacados entre los valencianos eran Progreso Fernández, Domingo Germinal, Juan Rueda Jaime y José España, quienes en efecto, aunque populares, no poseían el carisma de Ascaso o Durruti.
49Reseña del congreso en Solidaridad Obrera, Valencia, 16-I-1932.
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