El anarquista Mauricio Bernardon fue el que introdujo las bombas de inversión en la península y, por tanto, una de las claves de los atentados que, bajo una particular interpretación de la propaganda por el hecho, tuvieron lugar en Barcelona, París o Madrid entre 1904 y 1906.
Nacido en Bruselas el 30 de noviembre de 1882, Gustave Maurice Bernardon Lizot1, también citado Bernardou o Bernandon, vivía con su familia en París en 1891, cuando fue internado en un psiquiátrico a petición de sus padres por haber encerrado en un armario a una vecina de dos años, con el consiguiente riesgo de asfixia…
“El joven Mauricio Bernardon, solo tiene siete años, pero promete. [..] La madre del joven asesino ha pedido que sea arrestado”2.
El paso por las instituciones psiquiátricas y la austeridad de los reformatorios franceses de la época explicaría, entre otras cosas, aquel carácter austero y carismático que se le atribuye, cuando no aquella base educativa que le facilitaría el dominio de varios idiomas y decidirse por los estudios de química aplicada, para los cuales demostró bastante talento.
Asentado en Bélgica con el cambio de siglo, aprendió el oficio de artificiero y fue militante de la juventud libertaria (Union libertaire) de Sant Gilles desde 1900, pero hubo de abandonar la ciudad tras efectuar unos disparos el 27 de julio de 1902.
Quizás refugiado en el gran París, se amigó primero con Mateo Morral cuando éste realizaba sus viajes por Europa, y entraría poco después en contacto con el Comité Antimilitarista local; siendo probable que conociera entonces al estudiante de medicina Pedro Vallina quien, exiliado político español y muy interesado también en las aplicaciones sociales de la química, le recomendó a sus homólogos de Barcelona, dónde parece que llegó en la primavera de 1903, quizás junto a Morral o al propio Vallina.
“Cerca de dos meses los pasé en Barcelona y mi labor fue muy fecunda. Dejé el material de un laboratorio de química para explosivos e instrucciones para manejarlo, y además lecciones prácticas..”3
A su llegada contactó con el anarquista Joan Rull, por entonces presidente del Comité Antimilitarista local, en cuya casa residió largos meses, iniciándolo en las primeras nociones de química, que luego utilizaría por su propia cuenta y riesgo, y así le fue.
“Mas tarde concluiría en la horca Juan Rull, anarquista confidente de la policía, colocador de bombas sin ton ni son, en cualquier sitio.”4.
Parece que Bernardon trabajó en aquellos primeros meses en Barcelona en una pirotecnia situada en los alrededores de la plaza de Las Arenas, pudiendo situarle allí en octubre de 1903, cerca del grupo Juventud Libertaria, ya que como mencionaba la prensa francesa, había sido detenido junto a Juan Rull por hacer propaganda libertaria en los cafés de Badalona y puesto a disposición del cónsul francés, que lo devolvió a Francia.
“La Juventud Libertaria no es de anarquistas de acción, como se ha dicho, sino de intelectuales, que se ocupan en publicar obras para difundir nuestras doctrinas..”5.
Según fuentes policiales, en los meses siguientes el maestro pirotécnico Bernardon frecuentaría al anochecer una barbería del barrio de Sans, donde instruyó a algunos en la manipulación de explosivos y, acorde con su perfil de militante intelectual, también colaboró en L’Espagne Inquisitorial, periódico escrito en Barcelona pero publicado París en la primavera de 1904 que lanzó la campaña internacional contra el gobierno y el rey Alfonso XIII, a quien los revolucionarios españoles tenían muchas ganas, ya que habían jurado vengar a los campesinos de Alcalá del Valle represaliados en agosto de 1903.
Por todo ello, Bernardon sería detenido de forma preventiva en Barcelona acusado de fijar proclamas sediciosas -posiblemente junto a Jesús Navarro en mayo- e involucrado a posteriori en las explosiones que comenzaban a sacudir la ciudad a partir del 4 de septiembre, tras estallar la primera en el Palacio de Justicia.
Aunque fue sometido a régimen de incomunicación hasta diciembre junto a los hermanos Rull y otros, las bombas continuaron explotando en Barcelona, y a pesar de que la prensa anunció su liberación en febrero, no sería excarcelado hasta el 23 de mayo de 1905, con la obligación de expatriarse.
“El súbdito francés Maurice Bernardon que desde mucho antes de estallar la bomba del Palacio de Justicia se hallaba preso, nos escribe rogándonos hagamos constar que es completamente inexacto que él pudiese ser el que facilitó la receta para construir la bomba, por cuyo supuesto delito está procesado y aún continúa preso”6.
Resulta importante destacar que, durante su permanencia en prisión y pese al régimen de aislamiento que denunció la prensa, Bernardon pudo instruir a algunos compañeros en el uso de explosivos, y que fue puesto en libertad, expulsado por elemento peligroso rumbo a Génova, donde también estaba reclamado por la justicia; precisamente en un barco en el que viajaba un grupo de obispos argentinos a Roma y quizás tarareando la siguiente tonada de la época.
“Con dinamita y con petróleo reformaremos la nación. Regaremos las calles de sangre hasta borrar el nombre del rey..”7.
Pocos días después, en la madrugada del 1 de junio, estalló una bomba lanzada por Alejandro Farrás contra el rey de España en las confluencias de la calle Rivoli y Rohan de la capital parisina, esfumándose Farrás, o mejor dicho quien utilizó ese nombre, y dejando Bernardon con un palmo de narices al juzgado de Barcelona que lo reclamaba, y a la policía española que había facilitado con su excarcelación la ejecución del atentado; como se admitía de forma implícita en un comunicado oficial, emitido desde Génova el 24 de mayo de 1905, en el que se afirma que la policía vigilaba a los anarquistas rusos allí afincados, ..que habían remitido explosivos a París.
“De nuevo ha estallado una máquina infernal en Barcelona. El anarquismo, que parece ser como una enfermedad endémica sobre la hermosa capital catalana, vuelve a producir una impresión de horror con ese crimen..”8.
Alejado de Barcelona, Bernardon andaba algo preocupado por Milán a finales de 1905, cuando Tomás Herreros, miembro del grupo Juventud Libertaria y del Comité Antimilitarista le escribió desde la cárcel barcelonesa, comentándole la marcha del juicio que se iniciaba por lo de la bomba del Palacio de Justicia, en la que él también estaba implicado, donde Joan Rull lo había mencionado siguiendo la estrategia de defensa entre los anarquistas españoles del momento, despistar al personal y señalar..
“..al juez, al jefe de la policía y á varios agentes que ofrecieron dinero á Mauricio Bernardón para que éste le acusara”9,
Poco después Bernardon sería detenido en Milán a causa de la explosión de un artefacto mientras lo manipulaba, aunque declaró ante el juez eran ..solo fuegos artificiales10.
Para saber algo más de la presencia de Bernardon en la península debemos saltar hasta el 26 de mayo de 1909 cuando, en el marco de las agitaciones previas por la guerra de Marruecos o quizás acompañando a alguna delegación esperantista que acudía al certamen internacional que se celebraba en Barcelona, se dice que fue detenido y expulsado de España.
De Barcelona pasaría a Nancy, entre 1910 y 1914, donde fue militante de la Unión de Sindicatos de Meurthe-et-Moselle e integrante del grupo libertario local, llegando a ser secretario de la Unión Departamental -UD- entre 1911 y 1912, miembro del consejo de administración de la Casa del Pueblo y representando a los sindicatos de la región hasta la primera guerra mundial10BIS.
Terminada la guerra, continuó su militancia en 1919-1920, siendo entonces secretario del Sindicato de los Empleados de Comercio de Nancy y miembro de la comisión administrativa de la UD.
Hasta aquí hemos visto que Bernardon, inventor e introductor de las bombas de inversión y de relojería en la península, fue una de las claves de los atentados que, protagonizados por los anarquistas españoles, tuvieron lugar en Barcelona, París y Madrid entre 1902 y 1906.
“Añade que el autor moral de los atentados de Barcelona es Mauricio Bernardon, verdadero genio del mal y químico inteligente”11
El precedente directo de Bernardon fue Michelle Angiolillo, que está considerado uno de los exponentes clásicos del terrorismo anarquista, o mejor dicho, del uso de procedimientos violentos con fines revolucionarios. En general, se trataron de actos poco planificados y de iniciativa casi exclusivamente individual, llevados a cabo sin apoyo exterior ni trama conspirativa adjunta, y que solían acabar con la vida del propio autor, ya que la precariedad del arma o el artefacto le obligaban a acercarse al máximo al objetivo y confiar en que el mecanismo no fallase.
“Me llena de orgullo y alegría haber limpiado el mundo de Cánovas del Castillo, un tigre cuyas garras destrozaban pechos humanos, y cuyas mandíbulas estaban triturando cráneos. Puse el pie en la cabeza de esa serpiente de veneno mortal y por ello no he sido un asesino, sino un instrumento de la justicia.”12
Pero no siempre era fácil acercarse al objetivo con una pistola como hizo Angiolillo, como tampoco lo fue el uso de las bombas percusión, sistema Orsini, que fueron empleadas en los atentados de la década de 1890, las cuales eran más ruidosas que efectivas y susceptibles de fallar.
Lo importante del tema es que con Bernardón se inició en la península ibérica una nueva etapa en la acción directa de carácter violento, donde las innovaciones técnicas de las nuevas bombas de inversión solucionaban la mayoría de los problemas de la Orsini; pero generaban otros.
Frente a la mayor potencia del explosivo por el empleo de sustancias químicas, se introdujo la posibilidad de añadir mecanismos de retardo que daba un margen de tiempo más amplio para la huida; pero sobre todo, el mecanismo explosivo implicaba una complejidad mayor en su transporte y montaje, lo que suponía urdir una trama de mayor envergadura y, a su vez, disponer de un autor material bien entrenado y con nervios de acero.
“Y para colmo de previsión, los anarquistas habían puesto en la bomba los dos tubos de vidrio; ellos pensaban así que, en el caso de que el choque fuera insuficiente para determinar la explosión del fulminato de mercurio, no lo sería para romper los tubos de vidrio, y la explosión era entonces inevitable por el contacto del ácido sulfúrico concentrado con el fulminato de mercurio”13.
Más allá de la complejidad técnica u organizativa, nos interesa destacar que antes de la inclusión de Mateo Morral en el devocionario anarquista tras el atentado de la calle Mayor en 1906, había sido Angiolillo el símbolo revolucionario de los jóvenes anarquistas españoles, entre los que circulaba con nocturnidad el libro El Indicador Anarquista en los años de cambio de siglo; y su grito de ¡Germinal! inspiraría otros actos individuales similares como el del anarquista Artal, uno de los últimos tiranicidas españoles de inspiración clásica, quien quiso vengar a los campesinos de Alcalá del Valle atentando con un puñal contra el presidente del gobierno el 12 de abril de 1904.
Él murió en prisión, quizás la de Ceuta, en 1909 y Maura salió casi ileso.
“Caserio, Bresci, Angiolillo, Czolgoz, Pallás, Vaillant y tantos otros que sacrificaron su vida por la emancipación de los trabajadores, hiriendo a los que consideraban más directamente responsables de las injusticias sociales, han merecido la simpatía de sus compañeros […] aun aquellos anarquistas que no creen en la eficacia de los procedimientos de violencia. Lo mismo podemos decir de Joaquin Miquel Artal”14.
Visto lo sucedido con Artal, el método explosivo ideado por Bernardon tenía mucho sentido y debió ser muy bien recibido entre los anarquistas españoles, pero su difusión amplia provocó también que se detonaran entre 1904 y 1907 otros muchos artefactos de dudosa autoría en Barcelona, que comenzaría a ser llamada entonces como la ciudad de las bombas; unos años en los que extraños y rudimentarios artefactos, máquinas infernales que llamaba la prensa, estallaban en los portales o mercados con fines interesados: sembrar el pánico y justificar la represión de la militancia anarquista.
“De hechos de aquella naturaleza, tan heroicos como os plazca, más también descabellados, que costaron enormes sacrificios y resultaron contrarios a nuestro propio interés, no se tardó en pasar a otros, que no quiero mencionar, cuya admisión -con elogios en muchos casos- dio lugar a que cayese el anarquismo a los bajos fondos de las ciudades, donde no se perdió porque -con frase de Oscar Wilde- hasta desde el fango se divisa la estrella del ideal..”15
Los actos violentos que sí llevaron firma anarquista, es decir, los tiranicidios frustrados de París en junio de 1905 y luego el de Madrid justo un año después, guardan paralelismos tanto en su modus operandi como en los participantes e implicados, entre ellos Maurice Bernardon, autor intelectual y colaborador directo, más allá de que, en nuestra opinión fuesen perpetrados por una mano diferente.
“..las bombas de la calle de Rohan fueron tiradas, no por Morral y Vallina, como muchos han creído, sino por un anarquista muy amigo de Ferrer, que después del atentado fue a los Estados Unidos y que de cuando en cuando va a París..”16.
Finalizaremos recordando que, aquella particular interpretación del método de la propaganda por el hecho en el que se engloban las tentativas de regicidio mencionadas, no debe ser nunca entendida como apología de la violencia anarquista, tal cual marca la historiografía oficial a partir de casos, que los hubo -y habrá- como en del terrorismo blanco de Rull y su grupo, versión que no han sido suficientemente combatida desde los medios libertarios.
“Vanas son las medidas de policía, que bien pueden servir para oprimir, pero jamás servirán para liberar. Vano -y, peor que vano, homicida- es el terror revolucionario.. Verdad es, según nosotros, que el terror es un peligro, y no ya una garantía de éxito, para la revolución. El terror en general cae sobre los menos responsables; otorga valor a los peores elementos, a aquellos mismos que habrían sido esbirros y verdugos bajo el viejo régimen, y se sienten felices de poder desahogar, en nombre de la revolución, sus perversos instintos y poder satisfacer sus sórdidos intereses.”17
Tal y como lo definió el propio Malatesta y su amigo Cafiero allá por 1876, la difusión del anarquismo por medio de la propaganda por el hecho alude sin embargo a la ejecución de actos insurrecionales en sentido expansivo y directo a las bases de la autoridad, estrategia de hechos consumados y ejemplarizantes que actúen como altavoz del ideal anarquista; una idea que sería perfilada en clave sindical-revolucionaria en la Carta de Amiens en 1906, como acción directa y autónoma de los trabajadores, que incluía entre otras recetas la huelga general, las bolsas de trabajo, el sabotaje y el boicot, el label o la educación racionalista,..
Recurrir al terror revolucionario y que ello fuera asignado a los anarquistas ya venía de antes, y para comprobarlo podemos recuperar una real orden con fecha del 31 de marzo de 1831, que se conserva en la Biblioteca Nacional española, en el que el subdelegado de la policía de Jerez de la Frontera advertía del uso de cartas explosivas remitidas a las comisarías..
“..han acordado los anarquistas dirigir dichos pliegos con menos volumen y más disimulados, introduciendo ó mezclando con la pólvora fulminante, porción de arsénico, con el objeto de conseguir al mismo tiempo el envenenamiento de la persona que lo abra..”18
Creímos pertinente este artículo atendiendo a que, delante de las injusticias y aberraciones que se cometen contra el género humano a estas alturas del verano de 2015, algunos podrían considerar, como lo consideraron Vallina, Morral, Malato, Ferrer, Bernadon y otros, que esta justificado la apelación a medios violentos para llamar la atención sobre el actual estado de las cosas.
Ahora bien, saber cual de los métodos de violencia -verbal, escrita o gestual- fue y debe ser la más defendida y utilizada por los anarquistas, es harina de otro costal, o mejor dicho, materia para otro texto que tenemos en preparación.
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NOTAS:
1La Lanterne 20-07-1891. También, La Vanguardia 03-02-2009.
2Ver, Le Radical 20 y 24-07-1891; Le Petit Parisien 20-07-1891.
3VALLINA: Mis memorias. Editorial Libre Pensamiento, 2000, pp.92-93.
4CNT 10-08-1958. Ver, Dalmau: El cas Rull. Viure del terror a la Ciutat de les Bombes (1901-1908). Editorial Columna, 2008. También, López-Serrano: Descubriendo los misterios o detective a la fuerza. Imprenta Artística Española, Madrid, 1913, pp. 49-58.
5La Época 22-04-1904. La foto de Bernardon que publicamos en portada fue tomada durante esta primera detención. También, Le Journal-París 28-10-1903; La Publicitat 18-12-1905.
6La Publicitat 04-04-1905. En la imagen, instantánea del atentado en la calle Ferrán, el 17 de noviembre de 1904. También, Las Provincias-Valencia 18-02-1905.
7Letras de una canción anarquista de la época, cantada con la melodía de la Marsellesa, en MASJUAN: Un Héroe trágico del anarquismo español, Mateo Morral 1879-1906. Icaria, Barcelona, 2009, p. 173. También, La Publicitat 03-03-1905; El Porvenir del Obrero 25-11-1904; La Vanguardia 21-12-1904; La Cruz 18-05-1905; El Pueblo-Valencia 23-05-1905.
8 DIARIO de Reus 06-09-1905. Fuentes policiales francesas sitúan su excarcelación en marzo, pero en una carta fechada el 22 de mayo se advertía a las autoridades del puerto de Sette, para que no desembarcara durante su escala con destino Génova. Ver, La Vanguardia 09 y 16-07-1905. También, MASJUAN: Un Héroe trágico del anarquismo español. Ob. Cit, p. 179.
9ABC 19-12-1905. Fueron absueltos y a partir de ahí Rull, como se encargó de desenmascarar Herreros, actuaría en connivencia con las autoridades, “Rull, en sus declaraciones solemnes hizo constar la distinción entre las bombas anarquistas y las bombas colocadas como pretexto para justificar la persecución de los anarquistas.”, El Motín 23-06-1910.
10 Procesado por este suceso, fue absuelto pero con una orden de expulsión a Austria, y un viaje de vuelta a París donde se entregó a las autoridades con el objetivo de regularizar si situación de antiguo insumiso; que le llevaría un tiempo a prisión y al ejército, del que se licenció en agosto de 1908. Ver, Maurice Bernandon. Anarcoefemérides. También, ROMERO: La Romana del Diablo. Marcial Pons Historia, 2000 , pp. 39-40.
10BIS En esta época estaba inscrito en los registros policiales con el «Carnet B» de los antimilitaristas. También colaboraba en Le Syndicaliste y fue director del semanario L’Éveil de l’Est: organe d’émancipation et de défense sociale, publicado en Nancy entre 1912 y 1914.
11El Diluvio 16-11-1905. En la imagen la bomba-piña lanzada por Farrás contra Alfonso XIII en París, cuyo mecanismo y funcionamiento sería igual a la utilizada por Morral en Madrid un año después.
12 ANGIOLILLO: Declaraciones ante el Tribunal que lo condenó a muerte en agosto de 1897, en L’Espagne Antifasciste 25-11-1936. El librepensador José Nakens, director de El Motín, conocía los planes de Angiolillo y no lo delató, así como ayudó a Morral en su huida tras el atentado, siendo en ambos casos procesado, “Del extranjero vino Angiolillo á asesinar a Cánovas. De allá vino Morral para el crimen de la calle Mayor. De allá ha venido Pardina á asesinar a Canalejas. Los complots inductores de estos atentados se suponen siempre en el extranjero..”, El Motín 28-11-1912.
13ABC 06-06-1905. Tal y como declaraba al respecto el químico francés Marcelin Berthelot, fallecido en 1907, “..el conocimiento teórico es, en la mayor parte de los propagandistas, muy pobremente comprendido, pues sus hechos más terribles lo hubieran sido mucho más si hubiesen podido seguir lo enseñado por la experiencia científica. Además, el anarquista no puede trabajar tranquilamente como el químico..”, Por Esos Mundos 01-06-1906.
14El Porvenir del Obrero 25-11-1904. A Artal, que también había pasado por el hospicio, se le encontró en el bolsillo un artículo de Blasco Ibañez en el que se decía que Maura era ..carne de Angiolillo. Recordemos con Albano Rosell, que fueron él y Morral los encargados de imprimir clandestinamente en Sabadell un manifiesto pro-Angiolillo en 1899. Ver, MASJUAN: Un Héroe trágico del anarquismo español. Ob. Cit, p. 166; SOLA: Morral y Ferrer vistos por Alban Rosell.
15Solidaridad Obrera 22-04-1950. La fórmula de Bernardon fue publicada en el periódico El Espartaco, aparecido en Barcelona en noviembre de 1904, según declaraciones de Alfredo Picoret. El Diluvio 16-11-1905.
16 La Correspondencia de España 13-11-1912. Ver, GRAN: Farrás y el atentado de 1905. Alacant Obrera, 2017.
17 MALATESTA: Prólogo de Dictadura y Revolución de Luis Fabbri, citado en Solidaridad Obrera 22-04-1950. También, JJLL-Gijón: Acción directa, propaganda por el hecho y violencia.
18 El Museo Criminal 15-04-1909.
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