A pesar de las dificultades derivadas de la explotación laboral, del subdesarrollo cultural y la represión de las organizaciones obreras, la necesidad de unión se iba asentando y encontramos de forma sólida en aquellos años una cultura societaria floreciente, obrera pero aun con cierta tutela burguesa, que autodefinía sus espacios en función de nuevas expectativas de sociabilidad, y que cobraba vida en círculos, centros obreros y casas del pueblo, ateneos populares y escuelas gratuitas, grupos artísticos, coros, orfeones y orquestas…1
Este desarrollo orgánico, facilitado por las conquistas en términos de reducción del tiempo de trabajo y mejora de condiciones de vida, que ellos mismos habían protagonizado en las décadas anteriores, no fue desaprovechado.
Los cambios sociales concentrados en la provincia de Alicante durante los primeros años del siglo XX, significaron la emergencia definitiva de una nueva clase social, reclamando espacio para una identidad colectiva nacida en los márgenes de la ciudad industrial, apropiándose y haciendo suya la nueva ciudad a través del ocio y la conviviencia.
Los Societarios que tanto se preocupaban por la renovación cultural, se habían dado cuenta, antes incluso que el resto de la sociedad, que la educación social y la difusión editorial eran los medios imprescindibles para la captación y dinamización sociopolítica de los nuevos habitantes urbanos.
“Esos infelices beatos nos recuerdan al aldeano que, marchando sobre un burro sobre la vía férrea, no quiso atender a las señales de la locomotora y fue arrollado y muerto por esta. El número de aldeanos con o sin burro es numerosísimo, pero como el de locomotoras aumenta prodigiosamente, está próximo el día en que desaparezcan los aldeanos y los burros…”2
El societarismo es tan solo un término que, usado sólo a partir de principios del siglo XX, busca concretar aquel rango abierto de comportamientos de base proletaria, inercias utopistas y cadencia colectivista, íntimamente relacionados con pautas organizativas del movimiento obrero en su escala más local y heterodoxa, y previas a su configuración sindical contemporánea, de origen francés y objetivos más amplios3.
Imbuidos de la fe en el progreso científico y necesitados de cultura, no era infrecuente hallar a los trabajadores conscientes y organizados, recién terminada su larga jornada de trabajo, comentando los pasquines colgados a la salida de las fábricas, o formando corros callejeros alrededor de algún orador llegado de otras tierras, kiosquero o vendedor de libros por entregas, asediados por los voceadores de prensa en los puntos neurálgicos de la ciudad, a la caza de las primeras opiniones públicas.
“Desde su aparición, el periódico ha sido uno de los medios más rápidos y extensivos de cuantos el hombre ha podido valerse para la propagación de sus conocimientos. Es el rayo luminoso de mayor intensidad, entre los producidos por este faro esplendoroso que llamamos Imprenta.”4
El caso es que mientras los burgueses asistían a suntuosas puestas en escena en los nuevos templos de la cultura que eran los teatros y otro tipo de actos civiles, en forma de verbenas, veladas musicales,… a los obreros disidentes se les dio mejor trasladar sus lecciones de cosas a las barberías, locales obreros, cafés cantantes y al medio de la calle si era preciso, dónde era frecuente encontrar alguna barraca itinerante o improvisado espectáculo callejero, que de seguro incluía una orquesta o artefacto musical que interpretara la Marsellesa, el Himno de Riego, etc.. entre ovaciones, gritos y cánticos que se imponían al terminar las piezas, no siendo extraño que se formaran manifestaciones a la salida de los actos de mayor repercusión5.
Curiosamente uno de los espacios que acogían estas actividades con mayor frecuencia, aun poco estudiado, eran las barberías y peluquerías.
Situadas con frecuencia allí donde también se concentraban otras actividades de ocio, consumo e instrucción popular [cines, mercados…], muchas veces con carácter itinerante, y que se convertían en foros de sociabilidad informal dónde alguien leía y todos discutían las noticias de la prensa obrera o burguesa a disposición de los clientes, siendo la profesión de barbero propensa a generar dirigentes obreros de reconocida trayectoria como el anarquista alcoyano Rafael Soler, el republicano Antonio Rico Cabot o el anarcosindicalista alicantino Segundo García6.
Otro de esos barberos pioneros fue el societario monovero José Alfonso (a) Teleta, quién inauguró su establecimiento en 1888, antes incluso que el primer Centro Obrero de la localidad de 1892, actuando como punto de atracción para los obreros organizados de la localidad, que allí le escuchaban perorar encaramado al mostrador, cuando no a mediar en asuntos de lo más diverso, se supone por disponer de un buen nivel cultural; no por nada se le calificaba con no poca sorna en un diario local de ..puntillero, dentista, librero, comisionista de emigrantes, memorialista, paquetero, bahonero, administrador de coches y diligencias, patrón con o sin, empresario, cocinero, recadero y testigo de escrituras7.
Otra de las personificaciones de estos viajes de ida y vuelta del primer societarismo, representante del papel atribuido a la cultura en la transformación y consolidación de las identidades colectivas de carácter proletario es Rafael Carratalá Ramos [1859–1909], que dotado de una vertiente creativa de relevancia, pues fue el autor de varias canciones proletarias, entre ellos el himno internacionalista Hijos del pueblo, presentado en el 2ª certámen socialista de Reus de 18898.
Carratalá representa al joven obrero autodidacta que colabora en revistas literarias, escribe piezas de zarzuela o pequeñas obras de teatro; ello sin duda debido el acceso a las entrañas del Principal que le facilitaba el que su padre y después su hermano fueran allí conserjes, y que le lleva incluso a ser posteriormente uno de los pioneros en el análisis del papel del teatro dentro de las sociedades obreras en una obra que publica en 19079.
Entre otras, Carratalá participó en la fundación de organismos societarios en la ciudad de Alicante de las últimas dos décadas del siglo XIX como la emblemática Sociedad Tipográfica, la logia Esperanza o la Agrupación Socialista; y otros que estuvieron muy cercanos a esa cultura proletaria emergente aunque de tutelado burgués más evidente como el Grupo Librepensador Paz.
“Hay que gozar, hay que reír, hay que sacrificarlo todo a los hervores carnales de una juerga o al atrevimiento soez de un chiste -dice la filosofía modernísima- Y es de ver como la bien torneada pantorrilla de una bailarina, suena más que la muerte de un obrero que, víctima de un trabajo inhumanamente contratado, cae del abracadabrante andamio. Y es de ver como el regocijo que nos produce la doble intención de tal o cual frase ingeniosa, no da tiempo a pensar en lo que, por insuficiencia de nutrición, ven desfallecer su vida”10
Carratalá, uno de los mejores representantes de la heterodoxia societaria característica de las últimas décadas del siglo, debió darse cuenta antes de morir en 1909 que cuando los motines servían ya como reclamo para degustar menús a peseta, se creaban ligas internacionales contra los duelos de honor y eran doblegados los últimos bandoleros, convertidos ya en objeto de culto mediático, significaba que se estaba produciendo un cambio de ciclo.
Así podríamos continuar con otros ejemplos de lo que entendemos por cultura proletaria, recuperada a través de sus manifestaciones prácticas, es decir sus elementos vivos, como vivas estaban las personas, calles y símbolos que poblaban las villas obreras de nuestra provincia.
Silenciosas y seminales iniciativas de educación proletaria, unas formales y otras que no lo parecían tanto, arraigando en terreno abonado aquella semilla universalizadora y igualitarista de renovación social, tejiendo redes de interacción con la suficiente continuidad y solidez como para constituir referentes de identidad colectiva, y en su dimensión aplicada en momentos de urgencia, manteniendo viva la confabulación cuando llegaba la represión y la desorganización.
NOTAS:
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1Las organizaciones obreras, ante la restricción legislativa del derecho de asociación que hacía difícil cuando no imposible el natural desarrollo, aparecían otro tipo de sociedades, como los ateneos, que permitían la continuidad de iniciativas societarias con formato cultural, así sucedió en Benilloba, que en los primeros años 70 había contado con una Federación Local de obreros adscrita la Internacional, y de nuevo reaparece el 17 de abril de 1881, tras abrir el gobierno liberal el abanico legal, ahora bajo el formato cultural de Ateneo Obrero, el cual tuvo una vida prolongada hasta bien entrada la década siguiente.
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2Tierra y Libertad 29-11-1906. En mayo de 1902, la sociedad de canteros de Alicante, tras haber conseguido la jornada de 8 horas y como símbolo de su florecimiento societario, estrenaban nueva bandera, para lo cual organizó un té con poesías, lectura de adhesiones de otras sociedades obreras, y con la participación del coro de niños de la escuela laica local, que entonaron himnos al saber y a la libertad, etc… No tardarían los patronos en poner obstáculos a su desarrollo, reactivándose lo conflictos. El Mundo Obrero 11-05-1902.
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3LITVAK: España 1900. Modernismo, anarquismo y fin de siglo. Anthropos, 1990, pp. 157-183.
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4Unión Republicana 25-11-1905. En el marco de un conflicto en el sector textil alcoyano en 1915, la Real Fábrica de Paños de Alcoy presentó un reglamento de Régimen Interior que reavivó inesperadamente las reivindicaciones a primeros del mismo mes de agosto. En éste se prohibía a los obreros hablar y leer el periódico en las instalaciones, siendo calificado de “código penal” por algún periódico ya que había sido elaborado sin participación obrera. El tema de la renovación pedagógica y editorial esta tratado específicamente en otros apartados, del mismo bloque de cultura proletaria. Alicante Obrero, 12 y 13-08-1915
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5Uno de los casos más representativos fue el de la influencia que alcanzaron los Coros Clavé, por ejemplo en la ciudad de Elche. Otro ejemplo del proletarización del lenguaje popular fue el de los cinematógrafos ambulantes, que se puede consultar en otro de los apartados. MORENO: El movimiento obrero en Elche. Ob. Cit, p.150.
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6Menos conocido que Rico es Segundo García Domenech, de quién destacamos que era hijo de un empleado municipal del servicio de desinfección urbana y desde 1910, presidente de la sociedad de Dependientes, Peluqueros y Barberos, destacado orador en mítines pro-presos y de propaganda libertaria, sobre todo en los primeros años 10. Así mismo, en 1914 integra la comisión obrera que negocia con el ayuntamiento mejoras en las tasas de consumos para hacer frente a la crisis de subsistencias. Orador y militante confederal y luego faista, respetado y reconocido, se mantuvo activo profesional y sindicalmente hasta que dio con sus huesos en el campo de concentración de Camp Morand, perdida ya la guerra y la esperanza.
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7El establecimiento de José Alfonso estaba en el nº 147 de la calle Mayor, y permaneció abierto hasta finales de la década delos 20. La Barbería era un espacio de sociabilidad específicamente masculino, que además de las funciones higiénicas habituales de corte de cabellos o barba u otras de tipo asistencial primario (despiojado, higiene buco-dental, podología…), habría que añadirle una clara vertiente lúdica, social e incluso marcadamente societaria. MARTÍNEZ: La Barbería de Almendina. Los orígenes del socialismo almeriense 1880-1903. Universidad de Almería, 2003, pp. 169-170. El Pueblo-Monòver 06-07-1902.
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8El premio que le correspondió fue el de una suscripción pública abierta para adquirir participaciones que iban de los 10 céntimos a 1 peseta. No sabemos en que invirtió ese dinero, pero dado que el fue uno de los iniciadores del Centro Obrero de la calle Liorna en Alicante pocos meses después, cabe la posibilidad que ese dinero hubiera servido para inaugurar el que fue el primer local obrero de la ciudad. Y probablemente Rafael Carratalá fue iniciador del Orfeón Socialista Obrero en los años del cambio de siglo. La Correspondencia Alicantina 12-01-1904.
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9Reflejo de la importancia que llegaron a tener toda una serie de pequeños y dinámicos grupos de jóvenes aficionados al teatro, lo encontramos en el grupo Artístico de la Casa del Pueblo, que en la segunda década del siglo desarrollaron una buena labor de difusión del Teatro Social de la mano del pintor socialista Juan Sellés Peidró, prematuramente fallecido en 1915. Desde antiguo existió en nuestra provincia una sólida tradición escénica a través del cual algunos creían cumplir una tarea de regeneración cultural básica, mientras que algunos otros lo consideraban indispensable para la emancipación. Un ejemplo, el grupo de jóvenes aficionados de Bocairente que, en 1887, decidieron crear una sociedad dramática y construir un pequeño teatro de madera. LLORET: El Teatre a Alacant 1833-1936. Consell Valencià de Cultura, Valencia, 1998. El Serpis 05-11-1887; El Popular 22-12-1913.
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10Ande el Movimiento 04-07-1908. Los grupos librepensadores afianzaron las críticas a las costumbres populares consideradas reaccionarias como las corridas de toros u otro tipo de festividades como los Moros y Cristianos, o incluso el Carnaval. Para algunos ejemplos de prácticas de sociabilidad con polémica, un Carnaval celebrado en las dependencias de una fábrica de Aspe; o el mitin de libertarios y radicales alcoyanos, que abogaban por el cierre o vigilancia de bochinches o comparsas, y que de las cantidades presupuestadas para fiestas se dedicara lo necesario para la construcción de una biblioteca popular. Estas propuestas en el plano colectivo, alcanzarán cierto alcance organizativo con los llamados grupos antiflamenquistas, como el de Alicante, ya en la década de 1910. Unión Republicana 11-03-1905; El Avance-Alcoi 28-01-1905.