NDE: La conservera Las Palmas, fundada en 1892, aprovechó y modernizó unas instalaciones ya existentes desde décadas atrás. Así, en 1862, el alicantino José Gabriel Amerigó habría habilitado allí mismo una primera fábrica de Conservas -citada por Viravens como Heredad o Huerto de San Julián-; la cual fue traspasada a Clemente Miralles en 1875, y éste la vendió a comienzos de la década de 1890 al industrial francés José Gilles1-.
Esta fábrica, de capital francés -era propiedad de Jorge Gilles, uno de cuyos hijos murió en el frente durante la guerra europea1BIS-.
Tenía un personal predominantemente femenino que trabajaba a destajo durante más de diez horas diarias para ganar, a primeros de siglo XX, “unas miserables monedas“, aproximadamente 10 céntimos por hora2. Además, se trataba de un trabajo discontinuo: en junio de 1904 hubo un conato de huelga cuando al quedar sin trabajo bastantes operarias “por necesidades del servicio”, intentaron impedir que trabajasen las demás, impidiéndolo la policía3.
Pese a ello y a los abusos que denunciaba la prensa en distintas ocasiones, la fábrica era un lugar muy apetecido por las mujeres alicantinas que, en la primavera de 1908, se agolparon allí para obtener trabajo, al llegar la temporada, produciéndose un notable alboroto al no poder entrar a trabajar todas4.
En 1910 se produjo una huelga en esta fábrica, prontamente resuelta por la intervención del Gobernador Civil5: las operarias estaban divididas en “blancas”, unas 400, y “azules”, unas 200, teniendo las primeras a su cargo los trabajos preliminares, ganando 10 céntimos por hora, y las segundas el arte final, ganando 13 céntimos por hora; las “blancas” pretendían que desapareciese esa clasificación y todas trabajasen en lo mismo y ganasen el mismo jornal, a lo que se oponía la empresa, aunque prometió consultar con la dirección en París. Sin embargo, las gestiones del Gobernador Civil, Gurrea, consiguieron que se unificase el jornal en 13 céntimos a la hora y se estableciera un turno para hacer un tipo u otro de trabajos6.
En 1912, un periódico recordaba las pésimas condiciones en que se trabajaba en la fábrica “Las Palmas”: “las infelices obreras, mal retribuidas en su trabajo, enferman y acaban fatalmente por efecto del insano local que ocupan, del rudo trabajo que ejecutan y de otras muchas cosas”, mientras que “este atentado que se hace a las vidas de esas pobres mujeres, ese abuso a todas luces inhumano que se comete con esas infelices obreras, no ha merecido la atención de la Junta de Reformas Sociales, que no se ha dignado siquiera a girar una visita a la fabrica de “Las Palmas” para mejorar algo sus condiciones de trabajo”7.
En mayo de 1916, una comisión de obreras de “Las Palmas” -cuyo personal seguía siendo casi totalmente femenino- se quejaba a la opinión pública de la pretensión de la empresa de reducir el precio del destajo al tercio de su valor8. En mayo de 1917 apareció en la prensa- con ocasión de las polémicas entre aliadófilos y germanófilos, probablemente- una fuerte crítica a los propietarios de “Las Palmas” por las condiciones de trabajo: las mujeres tenían que trabajar con los pies dentro del agua, salían a las diez de la noche, las dos o las cuatro de la madrugada, eran despedidas a la menor falta -como había sucedido con algunas que llevaban varios años en la fábrica- y ganaban un sueldo escaso, siendo además habitual el trabajo de menores de edad9.
Como en otros oficios, la mayor actividad sindical de estas obreras tuvo lugar en 1919: en marzo, dada la carestía de las subsistencias, pidieron aumento de salario y algunas y algunos fueron despedidos al poco tiempo10; en julio, las obreras rechazaron enérgicamente la intervención de un sacerdote -que trataba de organizar un sindicato “amarillo”- en la huelga de otras fábricas de la zona, en Babel, -“La Unión Española” y “Babel y Nervión”-, que fue muy apoyada por las trabajadores de Las Palmas11; en agosto, presentaron nuevas bases de trabajo a los patronos, con la jornada de ocho horas, un aumento del 50% en los trabajos a destajo y un salario de 8 pesetas para las que trabajaban fijas -cobrando además doble los festivos y las horas extraordinarias-12.
Finalmente, sabemos que en octubre de 1921 tuvo lugar una huelga en “Las Palmas” – de la que estamos mal informados pues la prensa estaba sometida a censura- porque los patronos iban despidiendo a los trabajadores para sustituirlos por mano de obra femenina, que ganaban menos jornal; las operarias apoyaron la huelga13.
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NOTAS:
1 El nombre de Las Palmas proviene de una instalación fabril anterior, propiedad de la Sociedad metalúrgica Las Palmas, constituida a comienzos de la década de 1840 para la manufactura de metales y minerales traídos de las provincias de Almería y Murcia.
1BIS Diario de Alicante, 7-X-1918.
2Rafael Altamira, Derecho consuetudinario y economía popular en la provincia de Alicante; La Federación, 19-VI-1904.
3El Graduador, 14-VI-1904.
4El Graduador, 4-VI-1908.
5La Voz de Alicante, 18-VII-1910.
6La Voz de Alicante, 18-VII-1910, Eco de Levante, 19, 27 y 28-VII-1910; El Noticiero, 19-VII-1910; La Tarde, 28-VII-1910, El Graduador, 20-VII-1910, y Diario de Alicante, 19 y 28-VII-1910
7El Batallador, 7-VIII-1912.
8Diario de Alicante, 20-V-1916, y El Batallador, 22-V-1916, que afirma que, de producirse, la huelga “será ruidosa, por ser mujeres la mayoría de los obreros que allí trabajan“.
9Periódico para Todos, 21-V-1917.
10El Luchador, 19-III-1919, comenta que se demostraba así “el malestar que se deja sentir en nuestra ciudad por el encarecimiento e las subsistencias y la crisis de trabajo“. Según La Región, 18-III-1919, la empresa se había cerrado por desavenencias entre patronos y obreros.
11El Luchador, 29-VII-1919.
12La Región, 26 y 29-IX-1919.