Pero el conflicto más importante de la última década del siglo XIX tuvo lugar a mediados de 1895. Poco antes, el diario católico El Nuevo Alicantino denunciaba la profusión de accidentes de trabajo en la industria alcoyana y pedía una mayor vigilancia sobre las máquinas y las condiciones de trabajo1.
El 26 de junio se declararon en huelga los tejedores a mano, tras fracasar las gestiones de una comisión mixta para modificar los precios de la mano de obra. Pedían los obreros mecánicos –que se habían unido al paro al día siguiente- una reducción de media hora en la jornada laboral y unos aumentos salariales. Los huelguistas, en total orden, eran unos dos mil2.
El día 29 repartieron los huelguistas una hoja explicando su desacuerdo con las plantillas de precios de diversos productos, y a primeros de julio dio la impresión de que la huelga iba a tener pronta solución, pues ya funcionaban algunos telares y se había nombrado una comisión mixta –formada por dos curas párrocos, un abogado y un industrial, que era a la vez presidente del Círculo Católico de Obreros- que hizo la propuesta de creación de un Jurado mixto que estudiase una solución tras el cese de la huelga3.
A fines de julio los tejedores a mano volvieron al trabajo, pero siguieron en huelga los tejedores mecánicos, que consiguieron el día 24, de nuevo, la adhesión y el paro de los tejedores manuales. Llegaron entonces a Alicante noticias alarmantes sobre la huelga, que recogió la prensa nacional: había unas treinta fábricas cerradas, se temía que se llegase al cierre total de la manufactura en lana; las familias emigraban y los obreros significados también, para evitar responsabilidades; el Gobernador Civil, de acuerdo con el Gobernador Militar, envió tropas del Regimiento de la Princesa y una compañía de la Guardia Civil4.
A primeros de agosto dimitió el alcalde Francisco Moltó, descontento por la desconfianza mostrada por el Gobernador Civil antes sus gestiones en esta huelga de tejedores. El Gobernador Civil continuó sus gestiones en Alcoi, donde se encontraba desde el 25 de julio: los obreros no aceptaron su arbitraje y el Gobernador afirmó que se limitaría a garantizar el orden, para lo cual llegaron nuevas tropas. Una comisión municipal viajó a Madrid y, poco después, los dos mil huelguistas provocaron el paro forzoso de otros seis mil, los hiladores, tintoreros, bataneros y perchadores5.
Había en la ciudad un clima tenso: los trabajadores celebraron un mitin, hubo varios altercados y el alcalde provisional lanzó una alocución a favor de la reconciliación: “Cesen, pues, las intransigencias de unos y otros; dense Patronos y Obreros el abrazo de reconciliación y, dejando aparte pequeñas diferencias, cooperemos todos a la consecución de tan preciados fines”. Según el alcalde, los fabricantes abrirían sus puertas para que acudiesen a trabajar los obreros que lo deseasen, cuya protección garantizaban las autoridades militares6.
El llamamiento del alcalde tuvo escaso eco, pues surgieron ya violentos enfrentamientos de huelguistas con esquiroles intentos de manifestación y varias cargas de la caballería de Sesma y de la Guardia Civil. Hubo varias detenciones y el Gobernador Civil se trasladó de nuevo a Alcoi, acompañado por el Fiscal de la Audiencia. Con estas presiones, los obreros hubieron de ceder poco a poco: aumentó el número de esquiroles, mientras otros tejedores emigraban antes que ceder7.
Por fin la huelga terminó el día 26 de agosto, tras gestiones de una comisión municipal y los obreros se encomendaron “a la benevolencia de sus patronos”. Fueron puestos en libertad algunos detenidos y se hablaba del posible sobreseimiento de los procesos incoados. Representantes de la Real Fábrica de Paños pagaron la fianza para la libertad de los detenidos y, en definitiva, la huelga fue perdida por los obreros. La nueva tarifa mantuvo las once horas de trabajo y el salario “se puede considerar hoy como representativo de un tipo medio”8.
En 1897 la prensa alicantina hablaba de una grave crisis en la industria alcoyana “como no se conocía hace años”: en julio, “los fabricantes que por no dejar parados a los operarios siguen trabajando, tienen en almacén la mayor parte de las telas fabricadas sin que por hoy se vislumbre el medio de salir de la crisis: la demanda de género es tan escasa que todo hace temer un mal invierno”9.
Esta situación provocó el cierre de algunas fábricas y una disminución en los salarios de los obreros: así, en noviembre, el gremio de tejedores “reclama de los fabricantes el cumplimiento de la tarifa pactada hace dos años”10.
El textil alcoyano continuó en crisis y tenemos noticia de algunos conflictos parciales en 1899 –en los telares que hacían entredoses11– y en 1900, cuando se produjo una huelga en la fábrica de Santiago Satorre, por incumplimiento de las tarifas, y los huelguistas intentaron que parase también la fábrica de Viuda de A. Llorens, en el Molinar, porque en ella se tejían piezas de paño para Satorre, propósito que impidieron los guardias municipales y la Guardia Civil12.
En este último año corrían rumores por Alicante, que no se confirmaron, de graves alteraciones del orden en Alcoi, con incendio de varias fábricas a cargo de los amotinados. En este sentido, hemos de recordar que, después de 1873, la prensa conservadora era muy proclive a aceptar y difundir este tipo de rumores sobre el carácter “levantisco”13 de la población obrera alcoyana.
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NOTAS:
1El Nuevo Alicantino, 11-V-1895.
2El Serpis, 27 y 28-VI-1895, citado por Julio Berenguer, Historia de Alcoy, El Nuevo Alicantino, 29-VI-1895.
3El Nuevo Alicantino, 4, 7 y 11-VII-1895. Tal vez esta mediación de elementos religiosos fuese, no algo aceptado por los obreros en general, sino simplemente un intento parcial del Círculo Católico de Obreros para resolver la huelga.
4La Correspondencia de España, 25-VII-1895, citado por Julio Berenguer, Historia de Alcoy; El Nuevo Alicantino, 25-VII-1895.
5Julio Berenguer, Historia de Alcoy, págs. 577-581; El Nuevo Alicantino, 9 y 11-VIII-1895.
6Julio Berenguer, Historia de Alcoy, pág. 581.
7El Nuevo Alicantino, 21, 22 y 23-VIII-1895. Según este diario integrista alicantino, lo de Alcoi “es un hecho solidario del socialismo europeo. Las tarifas sólo son un pretexto”.
8La Monarquía, 27-VIII-1895, El Nuevo Alicantino, 27, 28 y 29-VIII-1895; Julio Berenguer, Historia de Alcoy, págs. 582-584; Rafael Altamira, obra citada, pág. 49. El Nuevo Alicantino, 5 y 6-XII-1895, confirma el sobreseimiento de las causas judiciales por esta huelga.
9El Graduador, 15 y 31-VII-1897. La información procede de El Serpis.
10El Graduador, 29-XI-1897.
11El Correo, 28-III-1899. El Gobernador Civil declaró que ampararía el derecho de los huelguistas “contra toda coacción que puedan ejercer los alcaldes o agentes de la autoridad”.
12Heraldo de Alcoy, 2-IX-1900.
13La Unión Democrática, 10-V-1900. El calificativo de “levantisca” pertenece a un observador normalmente tan imparcial como Rafael Altamira, obra citada, pág. 48.
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