En Frankenstein, todo comienza y termina sobre el agua, en los límites del mundo conocido; y se concede un especial protagonismo al extraño personaje del capitán Walton; a quien le otorga la misión de contarnos lo sucedido. De esta manera, MS convierte al mar en el verdadero timón de la narración. Incluso empezó a usar el seudónimo Marina en su correspondencia, justamente cuando escribía esta novela.
A pesar de ser un personaje que no estaba en el manuscrito original, y que MS decidió incluirlo en la trama un un momento posterior, Frankenstein quedaría así, indisociablemente unido a las exploraciones náuticas. Se dice que la parte de la novela correspondiente al viaje polar de Walton, estaría inspirada en la crónica de John Barrow publicada en Quartely review, febrero de 1817.

Las escenas polares que abren y cierran la narración le dieron una nueva dimensión a la obra, gracias también a que recogía el debate abierto en aquellos mismos meses, que animaba a retomar las expediciones al Polo Norte. Una campaña que efectivamente, se iniciaría justo tras la publicación de la novela.
“I have read with ardour the accounts of the various voyages which have been made in the prospect of arriving at the North Pacific Ocean through the seas which surround the pole…”1
MS siempre se sintió atraída por el mar, y empezó a usar el seudónimo Marina en su correspondencia, justamente cuando escribía su primera novela.
Las referencias al periodo de los grandes descubrimientos del siglo XVIII incluidas en el relato de MS, se suelen conectar con los viajes de exploración del capitán James Cook, que fue quien popularizó las imágenes de los paisajes helados del Antártico. El nexo se suele establecer en James Lind [1736-1812], científico escocés muy admirado por Percy Shelley, tras haber sido profesor suyo en el Eton College. Lind fue designado como astrónomo oficial para el 2º viaje de Cook, 1772, pero acabó siendo sustituido en el último momento.
En cualquier caso, el dato no es residual, ya que también MW conoció en Francia a varios miembros de la expedición ártica de Cook. Uno de los integrantes de aquella expedición había sido el naturalista alemán Georg Forster [1754-1794], que precisamente fue uno de los que había sustituido a Lind en el viaje de 1772. Además, como dijimos antes, MW pudo haber colaborado en Havre con Nathan Haley, quien habría acompañado a Cook en uno de sus viajes de exploración, aunque no hayamos podido concretar cual.
“El capitán Halley, uno de los compañeros del famoso navegante Cook, acaba de morir. Todavía en servicio, a la edad de casi cien años, a diario daba un paseo de dos leguas, y solía decir alegremente en francés: Le Siècle Marche..”2


Ante las dificultades para ubicar históricamente al personaje de Robert Walton, plantearemos nuestra hipótesis.
Lo que salta a la vista es que Walton proviene de una familia de marinos, y probablemente tuvo un padre dedicado a la vida en el mar, ya que incumple el deseo de éste de no embarcarse nunca y padecer lo mismo que él mismo había padecido.
Probablemente a muy corta edad, el pequeño Robert queda a cargo de su tío Tomas, que también tiene una relación muy estrecha con la literatura de viajes, de la que se empapa el chaval. Una autoeducación que completa con la lectura de libros de aquellas disciplinas más útiles para la navegación, como eran la física, la astronomía o la medicina.
“…nights to the study of mathematics, the theory of medicine, and those branches of physical science from which a naval adventurer might derive the greatest practical advantage.”3
Con estos datos genéricos, la referencia histórica más evidente sería William Walton, experimentado navegante inglés al servicio de la marina Rusa en la primera parte del siglo XVIII. William se enroló como marino en 1723, y fue ascendido a teniente en 1730; tomando parte a lo largo de esa década en las primeras aventuras polares que partieron desde la Kampchatka siberiana, organizadas por Behring.
En 1733 aparece enrolado en la 2ª gran expedición a Kampchatka, cuyo objetivo inicial era abrir una ruta marítima hacia América del Norte. En 1738-39 participó en sendas expediciones al mando del capitán Spanberg; siendo su fragata la primera en tomar tierra en archipiélago nipón -Hokkaido-, recorriendo su cosa y fijando su posición geográfica exacta en relación con las Islas Kuriles.
Entre 1741-42, Walton afrontó nuevas expediciones, esta vez hacia el noroeste y el este del Mar de Okhotsk hasta Sakhalin, cartografiando una parte de este mar, y parte de las Islas Kuriles.
“Immense and rugged mountains; of ice often barred up my passage, and I often heard the thunder of the ground sea, which threatened my destruction.”4
Al parecer Walton tenía conocimientos de astronomía y geografía, ya que consta un mapa firmado por el mismo, que comprende el territorio entre Jakuzk y Ochozk, siguiendo los ríos Lena, Aldan, Maja, Judoma y Urak hasta el Mar Penschine, que tiene fecha de 15 de febrero de 1743.
Se dice que falleció poco después de esta expedición, 1743, cuando regresaba de Siberia a Moscú.
Como a William Walton, a Robert se le denomina en la novela primero como lugarteniente -rango militar en embarcación civil-, y luego capitán. Esto podría indicar que formando parte de una expedición conjunta de varios barcos, como hizo su antepasado, se hubiera desviado intencionadamente para buscar el paso del noroeste, ocupando la plaza de capitán de forma sobrevenida.
“My lieutenant, for instance, is a man of wonderful courage and enterprise; he is madly desirous of glory. He is an Englishman, and in the midst of national and professional prejudices, unsoftened by cultivation, retains some of the noblest endowments of humanity….”5.

Un hombre de ciencia de especial relevancia para la interpretación del Frankenstein de MS, y con una especial ascendencia sobre la madre de la autora, fue Georges Leclerc de Buffon. Cuya mención resulta más que pertinente aquí, dada su relevante participación en las exploraciones polares de su tiempo.
Por ejemplo, sabemos que estuvo, directa o indirectamente, involucrado en los preparativos y la ejecución de las circunnavegaciones de Bougainville y Cook. Pero constan también contactos con exploradores siberianos como el geógrafo Joseph-Nicolas Delisle. Además de los exploradores árticos Kerguelen y el Duque de Croy, 1772.
Él mismo fue un firme defensor de la viabilidad del paso del Noroeste; idea que le acompañó toda su vida. Walton quizás hubiera leído alguna de sus teorías al respecto, como era la creencia en un mar libre de hielo en los polos. Tras estudiar a fondo la deriva de los bloques de hielo, Buffon llegó a la conclusión de que los témpanos de hielo que encontraban los marineros eran arrastrados desde tierra firme por los grandes ríos y, por lo tanto, supuso que rodeaban los océanos polares, dejándolo libre de hielo en su centro.
“On assure que M. Cook a entrepris un troisième voyage, et que ce passage (dans la mer de glace), est l’un des objets de ses recherches; Lus attendons avec impatience le résultat de ses découvertes, quoique je sois persuadé d’avance qu’il ne reviendra pas en Europe par la mer glaciale de l’Asie; mais ce grand homme de mer fera peut-être la découverte du passage au Nord-Ouest, depuis la mer Pacifique à la baie d’Hudson. Cette découverte achèverait de le combler de gloire..”6,
Mirándose en el espejo de fortuna, o de muerte, que era el mar helado, Walton admitía en uno de los pasajes de Frankenstein, que la vida de un hombre no valía casi nada en comparación con ..el poder que supone alcanzar y transmitir soluciones a los males de nuestra especie.
En la historia de los avances de la humanidad, lo que para unos es un logro que beneficia a toda la humanidad, para otros es una oportunidad para cubrir un necesidad material, y hacer caja.
Estos signos de delirio narcisista de Walton, serían acentuados en la revisión conservadora de la novela en 1831, con una clara intención de sancionar las actitudes presuntuosas; y donde Walton no solo abandona, sino que también reniega de sus proyectos.
El tono satírico que destilan ciertos pasajes, invitarían a leerlos como una parodia de las exploraciones árticas, que indirectamente nos remite a las aventuras del Barón Munchausen, 1785, a quien MS evocó en sus obras…
“..Cuando volvimos a bordo, estábamos muy mojados y fríos, y el vino no nos hizo ningún efecto; pero tan pronto como nos descongelamos, como el cuerno del gran Munchausen, el secreto escapó, porque todos estábamos borrachos..”7
Aunque William Walton sea del personaje histórico que pudo estar detrás de Robert Walton; de alguna extraña manera, también tiene algo que ver con Gilbert Imlay.

A nadie se le escapa que ambos eran marinos y exploradores, y que el sueño de Walton se fue al garete igual que el del yanqui. Pero el dato sorprendente es que uno de los abogados defensores que intervinieron en el juicio de 1802, en el que Imlay trató sin éxito de recuperar aquella fabulosa carga perdida en 1794, se llamaba W. Walton.
Conscientes del desprecio al estilo digger que mostró por MW hacia el colonialismo de ultramar, y por extensión hacia todo tipo de actividades comerciales -como solía recriminar a su compañero Imlay-, es muy probable que Walton, cegado por la ambición como Imlay y con un pasado criminal como el marinero de Coleridge, navegara hacía el Ártico no solo en busca del famoso Paso del Noroeste, sino que se ocupara en tareas más inconfesables. Hablamos de realizar embargos marítimos con patente de corso, abrir rutas para el comercio de esclavos o cartografiar territorios inexplorados que reportaran pingües beneficios al imperio de turno, y a uno mismo.
Por citar una de las obras de Coleridge que MS leyó en 1817, el espíritu materialista que impregnaba aquel momento histórico incluía una especie de utopía comercial que precede y acompaña al desarrollo del primer capitalismo.
“Somos [..] una nación ocupada, emprendedora y comercial. Los hábitos propios de este carácter deben, si no se da un contrapeso, conducirnos inevitablemente, bajo las ideas engañosas de utilidad, conocimiento práctico, etc., a mirar todas las cosas a través de su posición en el mercado, y a estimar el Valor de todas las actividades y logros solo por su valor comercial..”8
Parece evidente que en la primera versión de Frankenstein, se diferenciaban claramente entre los efectos indeseables del espíritu comercial, del espíritu de innovación industrial y la iniciativa individual. Una idea que MW compartía.
Sin desviarnos de nuestra ruta, advertimos que el cementerio de barcos hundidos que visitó a la autora para trazar el horizonte de su primera novela, deberíamos buscarlo en The Rime of the Ancient Mariner -1798- de Samuel Taylor Coleridge. Y así quiso dejarlo claro ella misma en la revisión que hizo de su novela en 1831, que incluyó una referencia explícita a esta obra.
Lo que MS no contó es que Coleridge había querido evocar al escocés James Thomson [1700-1748], inspirado a su vez en las notas de Maupertuis tomadas durante una expedición al Polo Norte. De la misma manera, para su componer su escenografía ártica, Coleridge se habría basado en los viajes del alemán August von Kotzebue. Y curiosamente, sabemos que pese a sus diferencias, Kotzebue apreciaba la obra poética de Percy Shelley, declarándose admiración mutua. Así, tras conocerse en 1814, Percy y MS leyeron a este autor.
“¿Ves esos bosques? Pues se extienden ciento once verstas hacia las orillas del Mar Helado. Aún no ha sido pisado por el pie de hombre; por lo que están habitados únicamente por bestias salvajes…”9
La distopía náutica que encierra Frankenstein, no solo se aprecia en la descripción de paisajes glaciales inhóspitos, o de azarosas travesías marítimas, sino mejor a través del trasfondo colonialista que casi siempre tenían las exploraciones de los tiempos del primer capitalismo. Un exhaustivo trabajo de mapeo de recursos y explotación ultramarina que cuanto menos acababa alterando el ecosistema y el modo de vida en el que vivían los pueblos nativos. Así podemos leerlo por ejemplo en la obra del citado Forster, quien sostenía que la degeneración entre los pueblos llamados salvajes se producía por razones externas, es decir ambientales, y no por causas endémicas.
Sabernos que esta teoría, la leyó MS en la obra, Travels in China, containing descriptions, observations, and comparison, made and collected in the course of a short residence at the imperial palace of Yuen-Min-Yuen, 1804, escrito por el explorador y diplomático John Barrow, que fue uno de los que más dinero y vidas humanas derrochó en aquel empeño de encontrar el Paso del Noroeste.
Otra de las obras que MS leyó en 1817, The Adventures of Roderick Random, 1748, de Tobias Smollett, donde narraba sus vivencias como marinero en la Royal Navy suele leerse como alegoría del primer capitalismo.
En tanto que distopía ultramarina, MS pudo inspirarse también en Daniel Defoe, El consolidador, o memorias de diferentes sucesos ocurridos en el mundo de la Luna. Traducido del idioma lunario por un inglés auténtico [1705]. Aquí, el protagonista era un representante de la burguesía mercantil inglesa, para el cual la vasta extensión de la Tierra se presentaba como una oportunidad grandiosa para la explotación comercial intensiva a través de las apertura de rutas mercantiles, que llegan incluso hasta la luna.
“I shall certainly find no friend on the wide ocean, nor even here in Archangel, among merchants and seamen….”10
Esto, trasladado al contexto de las exploraciones de principios del siglo XIX, efectuadas a costa de las ambiciones de los estados-imperio, nos evocarían relatos xenófobos sobre islas desconocidas y pueblos supuestamente no contactados a los que era necesario civilizar, con todo lo que ello implicaba.








Todo indica que a quien quería colonizar Walton era a los Hiperbóreos, habitantes de un lugar paradisíaco ubicado en algún lugar imaginario cerca del Polo Norte, donde siempre brillaba el sol y sus moradores llegaban a vivir hasta mil años, libres del trabajo penoso, de la enfermedad o la guerra. Esta era una leyenda marinera que corría entre los tripulantes de las expediciones polares, de la que Walton se hace eco, ya que llegó a describir a la Criatura como el habitante salvaje de una isla inexplorada, en clara alusión a esta utopía marina.
En estas frases del capitán Walton, MS no hacia otra cosa que recoger una vieja leyenda que conocieron desde siempre los viajeros más intrépidos como el geógrafo Eliseo Reclús; que también se sintió atraído por esta especie de Edad de Oroperdida de la humanidad, y nos habló de ellos describiendo las casas tipo falansterio en las que vivían, bañándose juntos y casi siempre desnudos.
Pero lejos de la exaltación bucólica a la que se presta el mito, lo que nos interesa señalar es que a los hiperbóreos se les describía como un pueblo de costumbres primitivas, es decir, no contaminadas; pero a su vez aislados y recelosos de los visitantes.
“..Inspirado por este viento precursor, siento que mis ideas son cada vez más ardientes y vivas. Intento en vano convencerme de que el polo solo es un sitio helado y desolado, pero siempre se presenta en mi imaginación como una tierra llena de belleza y placer. Allí, Marguerite, el sol siempre es visible; su gran disco casi bordea el horizonte y difunde un brillo perpetuo.”11
Aunque la referencia al mito de los hiperbóreos nos traslada a la antigüedad clásica, quizás en la cabeza de Walton se cocían de nuevo las teorías de Buffon, en este caso, sobre como la vida sobre la tierra se originó primero en las regiones polares.
Los polos fueron las primeras parte del globo que se enfriaron lo suficiente para permitir la aparición de la vida. Prueba de ello era que en el pasado los polos disfrutaron de un clima templado, tal y como lo sugiere la presencia de los primeros “elefantes” encontrados en Siberia
Buffon también especuló con la posibilidad de que, muchos siglos antes de las civilizaciones conocidas, hubiera surgido una primea civilización en Asia, entre los grados 40 y 54 de latitud, en el que la humanidad habría vivido su primera edad de oro, desarrollando una cultura muy avanzada moral y técnicamente; que luego sería arrasada y desperdigada tras las invasiones de pueblos salvajes llegados del norte.
Una ideas que desarrollaría uno de los discípulos de Buffon, Jean Sylvain Bailly [1736-1793], quien dedicó sus esfuerzos a hallar en la historia antigua vestigios de una expansión gradual de la población del norte al sur. Es más, estaba convencido de que la Atlántida no fue engullida por el mar, sino que quedó congelada, y se encontraba en el Polo Norte, de donde procedían los primeros seres humanos.
Unas ideas que hoy nos parecen muy locas, pero de las que MW era una firma defensora, a tenor de las siguientes palabras….
“..So far from thinking that the primitive inhabitants of the world lived in a southern climate, where Paradise spontaneouſly arose, I am led to infer from various circumstances, that the first dwelling of man happened to be a spot like this which led him to adore a sun so seldom seen; for this worship, which probably preceded that of demons or demi-gods, certainly never began in a southern climate, where the continual presence of the sun prevented its being considered as a good; or rather the want of it never being felt, this glorious luminary would carelessly have diffused its blessings without being hailed as a benefactor. Man must therefore have been placed in the north, to tempt him to run after the fun, in order that the different parts of the earth might be peopled…”12




Si en el plano temporal la novela de MS es bastante explícita, lo mismo pasa en las composiciones de lugar, ya que se detalla en sus páginas toda una geografía de la revolución, definida como terra incógnita.
En un momento de la historia en que aun quedaban muchos puntos vacíos en el mapa, a los que solo se podía llegar por mar y que se suponían habitados por extraños seres, aquellos primeros revolucionarios de finales del XVIII también abrían paso, y podrían ser vistos como exploradores de territorios políticos desconocidos.
Podría decirse que la novela no solo muestra un interés por el paisaje marítimo, sino por recorrer casi de forma ritual diversos escenarios con trasfondo histórico. En esta línea, a los hiperbóreos también se les llamó los hijos del viento del norte, y la expresión Naciones o Regiones Hiperbóreas se utilizó en aquellos años para referirse a ingleses y alemanes, los invasores del norte, enemigos de la revolución francesa. Eso sin contar, con que la desaparición del monstruo en el Ártico al final de la novela, se interpreta como una referencia a la caída de Napoleón frente al frio siberiano.
“It was the oppinion of the ancients that the northern nations were incapable of civilization and improvement, but […] that conquest is usually made by poverty upon plenty”13
Llegando al final de nuestra travesía, podría decirse que el mar abierto es el libro donde se lee el misterioso mensaje de la novela de MS.
Frankenstein guarda un mensaje escrito en el agua, que nos habla de las fuerzas primigenias de la naturaleza que empequeñecen al ser humano, del riesgo que se asume al elegir la libertad y alejarse de la civilización, con sus convenciones y rutinas. Pero sobre todo, de la idea del viaje como ejercicio de introspección y búsqueda de la felicidad..
Que Frankenstein parezca un relato de viajes, podría explicarse por aquello de que el transporte por vía marítima era el único medio disponible para salvar grandes distancia. Sin embargo, esta no es, en ningún caso, la única razón por la que el Mar tiene tanta presencia en Frankenstein.
Ni siquiera podemos quedarnos en anécdotas, como aquella de Mary y Percy estuvieron a punto de ahogarse tras levantarse un fuerte temporal mientras cruzaban el Canal de la Mancha en el verano de 1814.
“..Estaba en el inmenso Atlántico; el océano turbio se hinchaba y rugía a su alrededor, y el cielo, la mansión de los vientos, mostraba en su horizonte una extensión solo de agua..”14
Si nos fijamos en su bibliografía, la vida literaria de MS comienza y termina con un relato de viajes. El primer libro publicado por MS no fue Frankenstein, sino History of Six Week’s Tour, que apareció pocos meses antes y se basaba en una sería de cartas escritas a dos manos por los Shelley durante aquel viaje de 1816 por Europa. La última es de 1844, Rambles in Germany and Italy in 1840, 1842, and 1843, donde recogía la información recopilada en varios viajes por Europa. Curiosamente, y con los años, MS había terminado siendo una pésima viajera, padeciendo serios mareos cada vez que pisaba un barco.
Ampliando la relación entre Frankenstein, la literatura de viajes y MW, compartimos junto a Elisabeth Bohls, que uno de los objetivos comunes de este tipo de lecturas es señalar lacras sociales como la corrupción, la intolerancia religiosa o la subordinación femenina. Todos estos temas no solo son transversales en la novela de MS, sino que resultan ser un legado de su madre, quien además de ser una gran viajera, o de conocer en persona a uno de los iniciadores de la literatura de viajes como el citado Forster, dejó escrito, blanco sobre negro, cual era su idea de los viajes en aquella novela de 1796, donde relató su paso por los países ribereños del mar del Norte.
“All human intellects are at ſea; upon the great ocean of infinite truth, and their voyage though attended with hourly advantage will never be at an end…”15
Además de compartir la visión rousseaniana clásica que veía el viaje a otras latitudes como una experiencia educativa, MW iba un poco más allá al admitir que implicaba en cierta manera, casi una peregrinación, la mejor forma de curarse de prejuicios adquiridos y ensanchar los límites del conocimiento, mediante la observación y la introspección.
MS trasladó esta idea a su producción literaria, donde el mar, el hielo o los cursos de agua representan la búsqueda de nuevos puntos de vista, de rutas desconocidas que permitieran acceder a un nuevo mundo.
Así mismo, vemos que en la producción literaria de MS el mar suele convertirse en un espacio internacional, de conexión global. Como sucede de forma evidente en The Last Man, obra estrechamente emparentada con FRK, donde el mar y la navegación toman peso específico, añadiendo en este caso globos aerostáticos.
“..Pronto desviarían su rumbo hacia las islas del turbio mar del Norte, donde la naturaleza se vela a si misma en las nubes, donde la guerra asume un aspecto más crudo, y las mismas virtudes de los habitantes se vuelven tercas y ásperas por la lucha diaria que les endurece para soportar los padecimientos físicos de la existencia..”16
Una vez hemos comprobado que Frankenstein huela a brea y sabe a mar, debe matizarse que, evidentemente, ni toda la pasión de MS por el Gran Azul, ni todas las metáforas marinas y fluviales de esta novela son herencia de su madre.
Ya hemos dejado caer la posible influencia de Buffon, quien a partir de sus observaciones de fósiles en los estratos geológicos más elevados, fue uno de los primeros en divulgar con sierta base científica, que todo estuvo una vez cubierto de agua y que por tanto todas las formas de vida sobre el planeta había comenzado en el mar. Unas ideas que fueron difundidas en Inglaterra, por otro autor de relevancia para esta novela como es Erasmus Darwin.
Si toda vida se origina en el mar, porque no la vida literaria debió pensar la joven autora.
Nuestra puerto de salida para analizar la relación entre Frankenstein y el medio marino podría ser también Londres, que era entonces el centro del mundo trasatlántico.
También debieron influir las estancias de la joven autora en la ciudad escocesa de Dundee entre 1812 y 1814, importante puerto ballenero del Mar del Norte, que MS describió como ..el nicho de la libertad. Según confesó ella misma en su introducción a la edición de 1831 de Frankenstein, aquel fue el lugar donde empezó a emborronar sus primeras cuartillas y, lo que es más importante, donde las criaturas que poblaban su imaginación echaron a volar por primera vez.
“I had no compass with me, and was so little acquainted with the geography of this part of the world that the sun was of little benefit to me. I might be driven into the wide Atlantic, and feel all the tortures of starvation, or be swallowed up in the immeasurable waters that roared and buffeted around me…”17

Podría decirse, por tanto, que Frankenstein canta al mar en un sentido más histórico, que lírico, como un director de escena que marca el destino de sus personajes.
El lastre de la novela se compone de todas las lecturas que antecedieron o acompañaron a la redacción de Frankenstein, y que incluían aventuras de marinos y piratas. Como Los Viajes de Gulliver, 1726, o Cándido, 1759; y pasando por Rokeby de Walter Scott, 1813.
Frankenstein es un relato que se estructura sin anclajes a un lugar determinado, y donde la noción de territorio tiene más que ver con la idea del movimiento permanente, de dirección e incluso de imaginación, que con fronteras o límites.
Para MS, el mar, el hielo o los cursos de agua se presentan como el escenario propicio para que mueran sus personajes. Si en Frankenstein Victor tiene ideas suicidas mientras navega en una barca por un lago, tras haber visitado a Justine en la cárcel, o su criatura se pierde en el mar de hielo cargando el cadaver de su creador; también en Valperga su protagonista femenina muere ahogada; y de la misma manera acaba Perdita, en The Last Man. También en The Mourner, el padre de Clarice se ahoga en su presencia.
Algún tiempo después, Percy Shelley moriría ahogado en el verano de 1822 en extrañas circunstancias, tras naufragar su embarcación; siendo enterrado en una playa del Mediterráneo.
“Shelley pasaba mucho más tiempo en el lago que yo, a todas horas del día y de la noche: prácticamente vivía en él; su gran pasión era los barcos…”18
A propósito de trágicos naufragios. Si ésto le sucedió al editor del primer Frankenstein, 1818, otro tanto puede decirse del responsable de la edición francesa en 1821, Alexandre Corréard [1788-1857], que había sido uno de los supervivientes del famoso naufragio del Medusa en 1816. Este barco zarpó de Francia con la misión de encontrar un punto seguro en la costa de Senegal para fundar una colonia militar francesa; y desde allí, otra expedición saldría hacia las islas de Cabo Verde, donde un grupo de filántropos y militares entre los que estaba Correard, tenían pensado establecerse como colonos y fundar una comunidad utópica.
Sin embargo, una mala decisión del capitán de la expedición provocó un naufragio en el que solo sobrevivieron 10 de las 150 personas que viajaban a bordo de la nave. Corread fue uno de ellos, aunque nunca lo consideró una suerte, sino una maldición…
“Corréard sonrió amargamente: Mil veces gracias, articuló, estás actuando como un buen camarada, pero tus halagos son innecesarios. Después de lo que pasó, soy un hombre acabado, un muerto viviente, un objeto de horror, un réprobo, un caníbal…”19
Tan sonado fue el naufragio del Medusa, que algunos sostienen que Byron se inspiró en ello para escribir su Don Juan, cuyo protagonista naufraga camino de Cádiz pero sobrevive y conoce a la hija de un pirata, cuya tripulación vende al personaje como esclavo.
Aunque este espíritu líquido que recorre Frankenstein es el mismo que transpira buena parte de la poesía de Percy Shelley, un buen porcentaje de la hidrofilia de esta novela se debe atribuir a George Byron, que describió como nadie de su generación la imagen del mar, con aquella figura protagonista del marinero y del pirata, como símbolos de soledad y libertad.
Es muy probable que en alguna de sus largas conversaciones en Villa Diodati, Byron les confesara a los Shelley que su visión del mar estaba realmente inspirada en su abuelo, el capitán John Byron, al que nunca había conocido. Les contaría a su vez, que el joven John había embarcado como guarda-marina con solo 17 años para dar su primera vuelta al mundo en una expedición comandada por Anson, 1748, y que entonces sufrió su primer naufragio. Afortunadamente, fue uno de los pocos supervivientes y hasta alcanzó cierta notoriedad tras relatar sus aventuras para lograr sobrevivir.
Posteriormente, ya como capitán de la marina, el viejo Byron cartografió las costas americanas para crear asentamientos, y llegó a buscar una isla mítica cerca de la Patagonia que había sido descrita décadas atrás por un pirata inglés -Isla Pepys-, completando la circunnavegación en solo dos años, 1766.
“Over the glad waters of the drak blue sea
Our thoughts as boundless, and our souls as free,
Far as the beeze can bear, the bills foam,
Survey our empire, and behold our home!
These are our realms, no limits to their sway”20
Capitán de flotillas de papel, Byron se servía de estos anti-héroes para plantear la posibilidad de escapar de las constricciones morales o políticas propias de aquella sociedad burguesa y mercantilista. Así lo hizo, por ejemplo, en Childe Harold’s Pilgrimage, uno de cuyos Cantos redactaba Byron en el verano de 1816, cuando recibió la visita de los Shelley. Abundan aquí las descripciones del océano en tono sublime y donde, según Colin Carman, el héroe byroniano debe demostrar ante todo sus valores viriles afrontando el elemento líquido femenino.
NOTAS:
- 1SHELLEY, Mary: Frankenstein. Ob. Cit, Tomo I, p. 6.
- 2MILLE et une anecdotes comiques. París, 1854, p. 182. Lind fue un estrecho colaborador del naturalista y explorador galés Thomas Pennant [1726-1798], una de cuyas obras leyó MS en 1814, Outlines of the Globe. También, Forster, George: Voyage philosophique et pittoresque en Angleterre et en France, fait en 1790.
- 3SHELLEY, Mary: Frankenstein. Ob. Cit, Tomo I, p. 7.
- 4SHELLEY, Mary: Frankenstein. Ob. Cit, Tomo III, p. 149.
- 5SHELLEY, Mary: Frankenstein. Ob. Cit, Tomo I, p. 13.
- 6FORSTER, Georges: Carta a Buffon, en Oeuvres complètes de Buffon. Tome 13. París, 1884-1886, p. 316.
- 7SHELLEY, Mary: Lodore. Ob. Cit, p. 107. También, Elton: An account of Shelley’s visits to France, Switzerland, and Savoy, in the years 1814 and 1816. Londres, 1896, p. 95.
- 8COLERIDGE: Blessed are ye that Sow beside all Waters! A Lay Sermon, addressed to the Higher and Middle Classes, on the Existing Distresses and Discontents. Gale and Fenner, Londres, 1817, p. 73. Ver, Wollstonecraft: An historical and moral view. Ob. Cit, p. 519. También, Imlay: The emigrants, or the history of an expatriated family. Vol 3. Dublin, 1794, p. 139.
- 9KOTZEBUE, August von: The most remarkable year in the life of Kotzebue, containing his exile into Siberia. Volumen I. Londres, 1802, p. 14. No podemos descartar que Kotzebue y MW coincidieran en París, donde ambos residieron entre 1793 y 1795. Ver, The Collected Works of Samuel Taylor Coleridge: Poetical Works I Vol II. Princeton University Press, 2001, p. 280.
- 10SHELLEY, Mary: Frankenstein. Ob. Cit, Tomo I, p. 13.
- 11SHELLEY, Mary: Frankenstein. Ob. Cit, Tomo I, pp. 12-13.
- 12WOLLSTONECRAFT, Mary: Letters written during a short residence. Ob. Cit, pp. 51-52
- 13GODWIN, William: An enquiry concerning political justice, and its influence on general virtue and happiness. Tomo I, Londres, 1793, p. 66. También, Randel: The political geography horror in Mary Shelley’s Frankenstein, en Mary Shelley’s Frankenstein. Harold Bloom, New York, 2007, pp. 185 y ss.
- 14SHELLEY, Mary: Lodore, or The Beautiful Widow. New York, 1835, p. 51.
- 15GODWIN, William: An enquiry concerning political justice. Ob. Cit, Tomo I, p. 222. También, Shelley, Mary: History of A Six Weeks Tour through a part of France, Switzerland, Germany, and Holland, with Letters descriptive of a Sail round the Lake of Geneva, and of the Glaciers of Chamouni. Londres, 1817, p.3.
- 16SHELLEY, Mary: The Fortunes of Perkin Warbeck, a Romance. Londres, 1830, p. 240.
- 17SHELLEY, Mary: Frankenstein. Ob. Cit, Tomo III, pp. 57-58.
- 18MEDWIN, Thomas: Conversations of Lord Byron, noted during a residence with his lordship at Pisa, in the years 1821 and 1822. Londres, 1824, p. 13.
- 19SEUHL, Antonin: Le revenants de La Meduse, Le Journal 02-10-1934.
- 20BYRON, George: The Corsair, a Tale. Londres, 1814, p. 1. En 1815, MS había tenido las primeras noticias sobre abuelo de Byron leyendo a Richard Walter, A Voyage round the World in the years MDCCXL, I, II, III, IV; de George Anson. También, Carman: Oceans and Ecotones in Mary Shelley’s Maurice, or the Fisher’s Cot. Landscapes: the Journal of the International Centre for Landscape and Language, 2016, p.1.







