Cuando escribió Frankenstein, Mary Shelley sabía que la historia relega a las mujeres al papel de víctima propicia, o de testigo de excepción, pero que éste no fue el caso de su madre, Mary Wollstonecraft, que desplegó una intensa actividad política en Francia. Más que perder la cabeza por Imlay, como suele repetirse, estuvo a punto de perderla en la guillotina.
El día que cumplió 11 años, William Godwin andaba algo preocupado por la educación de su hija Mary, que se hacía mayor y comenzaba a hacer preguntas incómodas.
Algo desbordado con la situación, decidió llevarla a la Abadía de Westminster, donde trató de hacerle entender que un ser humano era siempre más valioso que cualquier piedra, por muy sagrada que ésta fuera. En vista del escaso resultado de sus palabras, decidió acceder a la petición de la pequeña Mary y visitar juntos la exposición de figuras de cera instalada en la Capilla de Abbot Islip, espectáculo que llegaba a Londres tras haber rodado por toda Inglaterra con su extraña troupe de cadáveres, que parecían revivir tras pasar por las manos de Mme Tussaud.
A pesa de que Godwin era reticente a las aglomeraciones, no le pareció del todo mal la idea por su trasfondo histórico. En aquel lugar se podían apreciar de cerca los bustos en cera de dirigentes y pensadores políticos como Voltaire, Talleyrand, Marat, Bonaparte, etc. Pero sin duda, lo que más expectación suscitaba entre el numeroso público que visita el Salón de Mme Tussaud, era un espacio anexo a la sala principal, decorado como una prisión, y al que llamaban Cámara de los Horrores. Allí se mostraban con rigor anatómico las cabezas de cera de algunos guillotinados ilustres durante la revolución francesa -Robespierre, Brissot, Danton…-, moldes extraídos a partir de máscaras mortuorias que, según sostenía ella misma, habría conseguido justo tras su ejecución.
“Fue por orden [de David] que Madame Tussaud tomó una máscara mortuoria del rostro de Marat, como también de Charlotte Corday, después de su muerte, a partir de la cual David hizo una espléndida imagen de la escena del asesinato del monstruo, y escribió en ella: David a Marat, a quien le unía una extraordinaria amistad.”1










A parte del contenido sensacionalista de la exposición, que mostraba en el lado más macabro de la revolución recreándose en torturas y sufrimientos, Mary Shelley [MS] no mostró rechazo alguno pese a su corta edad. Para alguien que vivía a 100 metros del patíbulo de Old Sidney, y que podía oír desde su casa los gritos de la multitud en los días de ejecución, lo impactante no fue ver cuerpos diseccionados, ponerse a los pies de una guillotina real, o contemplar su momia egipcia.
Lo que de verdad chocó a MS, fue descubrir ciertos detalles de la biografía de Marie Tussaud [1761–1850]. Como por ejemplo, que hubiera vivido en París en los mismos años en que estuvo allí su madre; o que fuera de origen alemán; con lo cual, se supone que habría frecuentado los mismos círculos sociales que ella. Eso sin contar con que su propia madre, Mary Wollstonecraft [MW], hubiera hecho una visita al famoso Salón Curtius del Bulevard del Temple en París, donde entonces se iniciaba en el oficio aquela joven aprendiza de escultora humana.
Otro dato significativo es queMme Tussaud estuvo encarcelada y condenada a muerte por contra-revolucionaria, y se salvó de ser guillotina gracias a la intervención del pintor David. Algo parecido a lo que había sucedido con su madre, a quien estuvieron a punto de detener en varias ocasiones y, dadas las circunstancias, subir al cadalso.
Esta visita al salón de Mme Tussaud, lejos de ser una mera anécdota en la biografía de MS, supuso una electrizante lección de historia que sería decisiva para gestar a Frankenstein.
El gusto por exposiciones de tipo anatómico modeladas sobre cera, parece que caló en MS, ya que en su diario de 1820, recuerda la visita que hizo al Gabinetto Fisico, cuyas colecciones incluían modelos en cera de un útero humano con un feto.
También habría sido polo de interés para su padre, que en su obra publicada en 1805, contaba a través de Fleetwood, los celos enfermizos que sentía por la relación de su esposa, llamada Mary, con un teniente del ejército que bien podría representar a Gilbert Imlay. Al borde de la psicosis, Fleetwood decidió modelar sus dos figuras en cera, iniciando un extraño ritual en el que acababa destruyéndolas.
“Tenía en mi poder un pequeño retrato de mi mujer. Fui a un conocido modelador en cera de la ciudad de Florencia, donde yo estaba, y le encargué una figura lo más exacta posible, a escala real. Como tenía algún conocimiento en la materia, le auxilié en el modelado. Para hacer al uniformado, me serví de la figura terrible y monstruosa de un demonio, que encontré en el almacén del artista..”2
Desoyendo la advertencia del prólogo de 1818, sobre la necesidad de descontextualizar el relato, Frankenstein nos invita desde el principio a poner rumbo a la Revolución Francesa, para desvelar alguna de las incógnitas que guarda aun esta novela con indudable carga política. Por desgracia, la revisión que hizo la autora de la obra en 1831, que suavizaba sus aristas filosóficas y sociales, sumado a la elipsis en la trayectoria de MW, nos ha hecho perder de vista la verdadera conexión matriarcal del relato.
Antesala del terror. Tan interesada se mostró por este periodo histórico, que antes de ponerse a escribir su primera novela, MS tuvo acceso a los papeles de su madre, y adquirió numerosos libros que analizaban los acontecimientos en Francia, e incluso alguna obra que parecía hablar directamente de su madre. Así, justo al ponerse a escribir Frankenstein, leyó The wanderer, or, Female difficulties, una novela de trasfondo social-feminista editada en 1814 que, según los especialistas, estaba inspirada en María or the wrongs of women, de MW.
Por si fuera poco, los paralelismos van aun más lejos, ya que la protagonista Juliet, vivía clandestinamente en Francia en el periodo del Terror, viéndose forzada a casarse con un revolucionario para salvar ambos el pellejo. Ella acabaría huyendo a Inglaterra, donde se enamora de un prometedor escritor.
“..Sin embargo, menos que nunca podía retrasar mi viaje, ya que el comisario, en su furia, había publicado una descripción de mi persona y puesto precio a mi cabeza; declarando que me llevarían a la guillotina, cuando me encontraran, para servir de ejemplo. ¡Oh reinado tan justamente llamado del terror! ¡Qué ilegal es su crueldad! Que beneficioso será su final para toda la humanidad”3.
Tras su primer viaje a Francia en 1814, MS adquirió diversas obras, entre ellas Female Revolutionary Plutarch, de Lewis Goldsmith, que incluía una serie de viñetas misóginas de las mujeres de la revolución. Leyó también a personajes cercanos a los girondinos como Jean-Baptiste Louvet, Quelques notices pour l’histoire et le récit de mes perils depuis le 31 Mai 1793; o al escocés John Moore, A journal during a residence in France.
En esta línea, y durante aquel mismo viaje a Francia de 1814, MS leyó Biographical Memoirs of the French Revolution, escrita por el conservador inglés John Adolphus en 1799 y con un marcado tono anti-jacobino.
MS se dio cuenta a través de estas lecturas, y de las conversaciones con su padre, que su madre había sido una de aquellas a las que Marat llamó agentes de la facción inglesa. Sobre todo, su situación se habría vuelto insegura tras la caída de los girondinos y dictarse medidas legales contra los extranjeros.
Muchos de sus amigos y conocidos se vieron afectados, acabando en prisión. Sobre los que recayeron sospechas de espionaje, estaban John Hurford Stone y su compañera Helene Marie Williams, que se salvaron de ser rasurados tras quedar bajo la protección del oscuro Barère de Vieuzac. Las sospechas alcanzaron también a otros como Thomas Christie o la propia MW. En el caso de Thomas Paine, se vio obligado de salir del país a pesar de tener la ciudadanía francesa, por haberse mostrado contrario de la ejecución de Luis XVI.
“De hecho, Stone parece haber sido no solo el centro, sino también el principal responsable de la red de espías británicos en París bajo la Primera República, luego bajo el Consulado, junto con su compañera Williams y sus amigos James A. Smith y Woolstonecraft…”4
Para regularizar su situación en Francia en el verano de 1793, su madre accedió a casarse con el yanqui Gilbert Imlay [1754-1828]. Con ello, no solo se convirtió en ciudadana americana a los ojos de las leyes republicanas, sino que incluso cambió su nombre por el de Mary Imlay. Toda una tapadera para evitarse problemas.
Pero si hubo un momento en que la vida de su madre corrió peligro en Francia, por situarse fuera de la llamada voluntad general, fue tras la detención de Thomas Paine en diciembre de ese año. Cuentan que paseaba por París, cuando de pronto se encontró caminando sobre un reguero de sangre que corría por la calle tras las ejecuciones. En un arrebato recriminó abiertamente la actitud de la gente, pero se salvó gracias a que alguien que pasaba por allí, la protegió y le recomendó alejarse del lugar.
Pero la cosa no quedó ahí. Otro de los momentos en que MW estuvo a punto de ser detenida y presentar su pescuezo en la plaza de la revolución, fue en la primavera de 1795, fecha de su precipitada salida del país. De estos hechos, solo sabemos que se produjo tras la sublevación de los sans-culottes en París el 1 de abril de 1795, y antes de una segunda tentativa que se dio el 20-21 de mayo, protagonizada en este caso por las mujeres sans-culottes.
Tras estos motines populares, surgidos en contra de la escasez de productos básicos y reclamando la restauración de la Constitución de 1793, el movimiento de los Sans-culottes se daría por finiquitado. No solo fueron clausuradas todas las sociedades populares y clubs políticos, sino que se impuso de forma definitiva la reacción thermidoriana, conocido por el periodo del Terror.
“..What a spectacle for humanity! The seeing such a flock of idle gazers, plunged me into a train of reflections, on the pernicious effects produced by false notions of justice. And I am persuaded that till capital punishments be entirely abolished, executions ought to have every appearance of horrour given to them; instead of being, as they are now, a scene of amusement for the gaping crowd, where sympathy is quickly effaced by curiosity..”5
Más allá del papel desconocido que jugó MW en estos sucesos, el hecho de que tuviera que salir de Francia para evitar ser guillotinada, debía tener su traducción en Frankenstein, más allá de que la narrativa de la novela discurra del idilio al sufrimiento, como la cronología misma de la revolución francesa.
Si bien Frankenstein reproduce en sus páginas todo un discurso de la fragmentación y desmembración de cuerpos e identidades, lo que nos interesa destacar es que la novela incluye alusiones a la guillotina, relevantes para entender la obra.
Recordemos también, que durante alguno de sus viajes a París, MS pudo haber visitado el Museo de Historia Natural, donde se guardaba una amplia colección de cráneos de personajes célebres que habían sido guillotinados, entre ellos revolucionarios, piratas o rebeldes argelinos.
“To employ murder as a means of justice is an idea which a man of an enlightened mind will not dwell upon with pleasure. ..”6
Por situarnos, diremos para comenzar que entre las lecturas de MS en 1816, estaba por ejemplo una de Basil Montagu, buen amigo de sus padres y abogado de los radicales ingleses, quien habría publicado en 1809 Opinions of different authors upon the punishment of Death. Por no citar a John Milton, The Tenure of Kings and Magistrates, 1649; una especie de tratado sobre regicidios, donde se establecían las bases políticas que justificaban la ejecución del rey inglés; y que MS leyó en 1817.
Un asunto el de los regicidios, que tuvo su traducción en Frankenstein a través del que fue el último de los crímenes del Monstruo, que de una forma indirecta, provoca la muerte del padre de Víctor, Alphonse, que no olvidemos era Sindico ginebrino, lo cual equivalía a un aristócrata o un rey en términos republicanos. No olvidemos, que MS cita en Frankenstein La Torre -The Tower-, conocida prisión londinense y lugar habitual para las ejecuciones.
“..what a lamentable case is it to see so many Christian men and women strangled on that cursed tree of the gallows, insomuch, as if in a large field a man might see together all the Christians that, but in one year, throughout England, come to that untimely and ignominious death, if there were any spark of grace, or charity in him, it would make his heart to bleed for pity and compassion”7
Si Frankenstein, como Prometeo, nos habla de la violencia y la redención humana, pasaremos a analizar las reapariciones históricas de Prometeo asociado a uno de los ingenios que más vidas se llevó por delante durante la Revolución Francesa.










Sin duda la guillotina fue uno de símbolos liberatorios de la revolución francesa, pues proponía la salud pública por la muerte, en nombre de la razón. Sin embargo, ha pasado a la historia como caricatura necrófila de la justicia revolucionaria. Citando a Nicolás Chamfort, podría decirse que su lema fue aquel de ..Sé mi hermano, o te mato!.
Aunque delirante, encajaba. Su adopción como método de ajusticiamiento, venía a representar de forma grotesca a la Tabula Rasa de la república, es decir, a la igualdad de todos los ciudadanos frente al castigo penal. Algunos la comparaban con la máquina del gobierno, parafraseando a Benjamin Franklin.
Si antes se aplicaba únicamente a las clases altas, y los pobres eran ahorcados, desde que Madame Guillotin comenzó a funcionar, se vio claro que estaba llamada a marcar el curso de los acontecimientos. Tanto es así, que la primera testa que tronchó en olor de multitudes, enero de 1793, fue la de Luis Capeto, el Rey Sol, tras ser capturado en su huida y condenado a muerte en un verdadero acto prometéico, entendido entonces como símbolo del triunfo del hombre sobre dios.
“..ya os veo alineados en la misma carreta, llegar y presentar vuestra cabeza con gracia en la claraboya revolucionaria, ¡cuánto me alegraría veros en la báscula! Eso va también para vosotros, jueces y acomodados destituidos, que os hacéis pasar por radicales, para camuflar vuestro secreto carácter aristocrático..”8
Lo cierto es que rodaron cabezas a miles, muchas de ellas de la aristocracia o del clero. Hasta aquí, más o menos lo previsto para un invento que estaba llamado a representar un rol ejemplar en la historia de la humanidad.
Sin embargo, no contentos con decapitar a diestro y siniestro, el espectáculo debía continuar, y por así decirlo, la Dama del Carrusel cobró vida propia y acabó también con muchos de los que habían sido sus defensores. Para empezar, casi se llevó por delante a quien había sido su padre, Joseph-Ignace Guillotin, condenado a muerte por contra-revolucionario.
Otros como el citado Chamfort, paradigma de la literatura satírica y el espíritu libertario del momento, para no caer en sus garras trató de pegarse un tiro cuando iban a detenerle en noviembre de 1793, muriendo a consecuencia de las heridas semanas después. No solo por su afinidad de ideas debió conocer a MW, sino por ser amigo de los girondinos, frecuentar el salón de Mme Roland, o porque le escribía los discursos a Tayllerand.
“La única excusa que se puede poner para la ferocidad de los parisinos es por tanto simple de observar, que no tenían ninguna confianza en las leyes, a las que consideraban siempre como meras telarañas para atrapar moscas pequeñas […] Cuando la justicia, o la ley, es tan parcial, llegará el día de cobro junto al cielo rojo de la venganza, para confundir al inocente con el culpable. La turba actuaba de forma bárbara imitando la crueldad del tigre… “9
Todos hemos oído alguna vez, que el dichoso ingenio fue creado con la intención de hacer más rápidas e indoloras las ejecuciones, pero el nuevo ceremonial, aunque se inspirara en principios de racionalidad, nunca estuvo exento de sufrimientos gratuitos.
Si Prometeo había sido representado en la historia del arte padeciendo los tormentos propios de cada época, no podía ser menos en la Francia revolucionaria. Así, nunca se guillotinaba en grupo, sino de uno en uno, porque se consideraba que el verdadero enemigo de la igualdad era la individualidad que contaminaba el cuerpo social.
Hablando de individualismo, uno de los aspectos menos estudiados, nos remite a los diversos nombres con que fue bautizada civilmente la guillotina; que nos permite atribuirle un trasfondo simbólico y macabro asociado a Prometeo.
“En esa época, me dedique a reunir los materiales necesarios para mi nueva creación: fue para mí el suplicio de las gotas de agua que caían una a una sobre mi cabeza…”10
Por lo que hemos podido leer por ahí, la guillotina recibió entre otros apelativos tétrico-satíricos, el de Sala nº 101, la Mecánica, el Tobogán o el Despiezador –l’abbattoir-; que como vemos resultan todas ellas una exaltación alegórica, no exenta de sarcasmo, del suplicio del héroe griego.
Además, se describía a los condenados encaminándose hacia la Abadía del Monte del Arrepentimiento, Monte a Regret. De la misma manera, después de la ejecución los cadáveres se llevaban al Cementerio de los Atormentados.









Otro de los significantes prometéicos adscritos a las ejecuciones que más juego dan son las Furias de la Guillotina, un grupo demujeres del pueblo, muchas de ellas calceteras, que acompañaban a los condenados en su camino al cadalso de la plaza de la Revolución. Les llamaron también Agitatrices, Damas de la Haya, Jacobinas… y eran fácilmente reconocibles por adornar sus cuellos con una cinta roja o usar pendientes con forma de guillotina siguiendo la moda del momento.
“Extraño que un pueblo hubiera criado a tales monstruos! Sin embargo, debemos recordar que el sexo, llamado débil, comete los actos de barbarie más flagrantes cuando se cabrea..”11
Con la reacción de Termidor, las Furias fueron objeto de persecución, llamándolas de forma despectiva devotas de Robespierre o Tricoteuses. Su función habría sido la de presidir el suplicio increpando sin parar al reo, encarnando así el papel del vengativo buitre de Prometeo; una especie de hieródulas de la diosa razón, que hacían de la guillotina casi un culto popular.
Si Prometeo fue quien prendió las antorchas de las Furias republicanas, ahí tenemos al propio Víctor, invocando los …wandering ministers of vengeance.
Dedicado, como Víctor dijo, a ..hurgar entre las inmundicias de las humedades impías de la tumba, tampoco podemos descartar que recorriera los cementerios tras asistir a una messe rouge, que fue el nombre dado al ceremonial de las ejecuciones durante la revolución; pero que también se asocia a rituales nigrománticos que incluían prácticas violentas o profanaciones de tumbas.
“Of what materials was I made, that I could thus resist so many shocks, which, like the turning of the wheel, continually renewed the torture…”12
En este punto, añadiremos otros nombres usados para referirse a la guillotina, que aludirían al suplicio prometéico. Una de ellas es jouer a la main chaud, usado en referencia al gesto corporal -genuflexión- que se adoptaba al practicar un juego de bolos muy popular en aquella época.
Establecidos los puentes históricos entre Prometeo y la santa Guillotina, a la que Robespierre llamaba ..la espada que brilla en manos de los héroes de la libertad, debemos recordar que se usaban otros curiosos modismos como pedir hora en el tragaluz, o cortar la palabra, expresión ésta última que alude a la eliminación del rasgo más característico de la inteligencia humana.
“..Continuamente veo a mi alrededor una multitud de animales infames, que me abruman con un tormento continuo, cuyo horror a menudo me arranca llantos y gemidos..”13
Cual siniestra mueca de la historia, el antiguo régimen moría ahogado por oleadas de fango, sangre y carcajadas a partes iguales. Así lo indicaría finalmente el interesante giro popular estornudar dentro del saco, que se refería de forma grotesca a la mueca que les quedaba a los ejecutados; pero que a su vez nos remitiría al papel atribuido al estornudo en la fábula de Prometeo.
Así, en alguna de las viejas versiones del mito, Prometeo despertó a su hombre de barro poniéndole bajo la nariz un frasquito con un rayo de sol, el cual le hizo estornudar y cobrar vida, saludándolo irónicamente con un ..que te aproveche.
Finalmente, debemos considerar que el estornudo y su saludo automático, divinizado en la mayoría de las culturas con formas emparentadas, siempre fue visto como signo de buen o mal augurio. Pero ésto cambió de forma definitiva a partir de la Ilustración y sobre todo de la revolución francesa, cuando se impuso por ley la forma relacional igualitaria del Tuteo, y de rebote, el estornudo se despojó de reminiscencias autoritarias, recobrando su aspecto vitalista e irreverente. Por ello, también sería sustituido el Jesús o el Dios te guarde, por A vous Souhaits, o Toute ce que vostre coeur desire.
“Acabas de refundar la nación por tu Constitución, y, nuevo Prometeo, has robado, una especie de fuego celeste que la anima y le da nueva vida. Conservarlo en este estado de vigor y salud; cortar, cortar sin piedad todo lo que, incluso en la distancia, amenaza con socavarlo.. “14
Esta inversión distópica de las ejecuciones públicas, entendidas como representación del teatro de poder de clase y némesis de la historia, tendría su reflejo inverso en Frankenstein, sátira vengativadonde el perseguido se convierte en perseguidor, y la víctima en verdugo.




Al filo de lo anterior, podemos referirnos también a uno de los escenarios principales de las ejecuciones, convertidas en un auténtico espectáculo de masas, que fue rebautizado como Plaza del Trono Depuesto -Trone Renversé-, que nos remitiría claramente al Trono de Satán, quien tantos paralelismos establece con Prometeo.
Detener al viejo cronos para decapitarle. Ahora las víctimas no eran ya radicales y miserables sometidos a anatomías públicas a los que además se diseccionaba y se comerciaba con su cadáver con fines supuestamente científicos; sino que los afectados eran dirigentes políticos, aristócratas y miembros del clero, cuyo sacrificio público mandaba un mensaje de calado histórico, ..toda sátira es profecía.
“No creas, Walton, que en los últimos momentos de mi existencia siento ese odio ardiente y ese deseo de venganza que una vez expresé, sino que me siento justificado al desear la muerte de mi adversario…”15
Como en la llamada justicia revolucionaria, las víctimas del monstruo de Frankenstein son inocentes, así en crudo. Pero tampoco hay duda que el monstruo, más que por la simple venganza, se guía conscientemente por una lógica aplastante y por un estricto sentido de la equidad.
Cuanto menos, su objetivo final sería demostrar la arbitrariedad de las leyes en las sociedades humanas. Así sucedió en el caso de Justine, en el que la criatura de Frankenstein, también llamada Making Moc, desarrolla un ejercicio depurado y cruel, al estilo de Prometeo, del castigat ridendo.




Como describe Esquilo en las Eumínedes, las furias eran las encargadas de vengar los crímenes que quedaron impunes; pero finalmente serían persuadidas por Atenea para que abandonaran su venganza ritual en favor de un nuevo y más civilizado sistema de justicia.
“..(el viejo régimen)..se apresuró a poner en acción una raza de monstruos, los más flagrantes que alarmaron al mundo por el asesinato de inocentes, y la burla de la justicia; y mientras la profanación de su templo, salpicada de sangre, ha marcado con un estigma indeleble a los brutos sanguinarios, los desertores no pueden escapar sin salpicarse de odio..”16
Volviendo para concluir a MW, desgraciadamente no queda casi nada de la evolución de su pensamiento político al calor de los sucesos en Francia, de los que evitaba dar detalle de ello en su correspondencia privada, que con toda seguridad fueron destruidos por imperativo de las circunstancias.
Lo que sí sabemos es que fue pionera con Hume, Rousseau o Bentham, en establecer la experiencia humana del dolor y el placer como punto de partida para establecer relaciones éticas, incluidos derechos y deberes.
En buena lógica, no solo denunció las estructuras de imposición y se opuso en firme a la violencia revolucionaria, sino que se solidarizó con los presos políticos. De hecho, habría sido una de aquellas mujeres que, llevadas por un impulso humanitario, recogían los cuerpos guillotinados abandonados en las calles para darles un entierro digno.
Unas actitudes que como hemos visto, fueron toda una temeridad que la situaron a solo un paso de subir al cadalso de la plaza de la Revolución.
NOTAS:
- 1TUSSAUD: Madame Tussaud’s Memoirs and Reminiscences of France. Londres, 1838, p. 278. En 1794, el escultor Philippe Curtius murió, dejando a su sobrina Marie toda su colección de bustos de cera y dos salones de exhibición en París. Se casó al año siguiente con el ingeniero civil, Francois Tussard, de quien tomó el apellido; pero el matrimonio no fue bien, y dejó a su marido en 1802 para irse a Inglaterra.
- 2GODWIN: Fleetwood, or, The new man of feeling. Londres, 1832, pp. 333-34.
- 3BURNEY, Francis: The wanderer, or, Female difficulties. Volumen 5. Londres, 1814, p. 102.
- 4BLANC: La Corruption sous la Terreur [1792-1794]. Robert Laffont, París, 1992, p. 240. También, Dreyfus: La Roghefoucauld-Liancourt, Lieutenant Général de Normandie et le Projet de Départ du Roi, en La Révolution Française. Revue d’histoire moderne et contemporaine, 14-07-1903, p. 112.
- 5WOLLSTONECRAFT, Mary: Letters written during a short residence in Sweden, Norway and Denmark. Londres, 1796, p. 207.
- 6SHELLEY, Percy: Queen Mab, a philosophical poem. Londres. 1813, p. 128.
- 7MONTAGU, Basil: Inquiries Respecting Punishment of Crimes, in The Pampleteer. London, J Valpy, 1818, p 298. También, Linebaugh-Rediker: La Hidra de la Revolución: Marineros, esclavos y comuneros en la historia oculta de Atlántico. Traficantes de Sueños, Madrid, 2022, pp. 166-171.
- 8BARNABÈ Tisset: Compte rendu aux Sans-Culottes de la République française, par très-haute, très-puissante et très-expéditive dame Guillotine. Tomo 1. París, 1793, p. 6.
- 9WOLLSTONECRAFT, Mary: An historical and moral view of the origin and progress of the French Revolution and the effect it has produced in Europe. Londres, 1794, p. 520.
- 10SHELLEY, Mary: Frankenstein, or, The modern Prometheus. Londres, 1818, Tomo III, p. 23.
- 11WOLLSTONECRAFT: An historical and moral view. Ob. Cit, p. 258. Ver, Citoyennes, boutefeux et furies de guillotine, in VVAA: De la violence et des femmes, Paris, Albin Michel, 1997, pp. 33-49. También, Shea: Prometheus the modern matricide. Justice and the Furies en Mary Shelley’s Frankenstein. English language notes, September 2001.
- 12SHELLEY, Mary: Frankenstein. Ob. Cit, Tomo II, p. 72.
- 13SHELLEY, Mary: Frankenstein. Ob. Cit, Tomo II, p. 155. Déspota investido de revolucionario, François Barnabé Tisset [1759-1814], fue un impresor con inclinaciones literarias que acabó siendo agente de policía en 1792, actuando primero a la sombra de Fouché como acusador público del tribunal revolucionario, entre otros de Mme Roland, y desde 1798 como responsable de la censura editorial.
- 14ADRESSE de la Société populaire de Poitiers, 4 frimaire, an II de la République. De hecho, ya los anabaptistas o los cuáqueros habían suprimido el saludo tras el estornudo por ser signo de superchería, y durante el siglo XIX, en algunas zonas de la España más anticlerical, se decía ..Dios te mate.
- 15SHELLEY, Mary: Frankenstein. Ob. Cit, Tomo III, pp. 174-175.
16WOLLSTONECRAFT, Mary: An historical and moral view. Ob. Cit, p. 300.








Tu texto es increíble. Lo único es que te sugeriría ser clara con las citas, aunque pongas la referencia en la bibliografía, al leer el texto no se entiende quien lo está diciendo, incluso pensé que todas las citas eran de Shelley.
Gracias por tu comentario. Cuando tenemos la oportunidad, siempre bromeamos con nuestra colaboradora sobre su pasmosa facilidad para que citas y pies de página, se le vayan de las manos. Un saludo desde Alicante. Joan